LIBROS DE AYER Y HOY/ Ojos, oídos, boca y los sentidos fugados

TERESA GIL

El mar es el vehículo que nos lleva en este momento a las dos situaciones cruciales que vive el mundo. Por un lado en el Mediterráneo se deslizan las barquillas perteneciente a la Global Sumud Flotilla, que en un acto de paz, navegan hacia Gaza en busca de frenar las agresiones de Israel a Palestina. Y nos conduce también al Caribe, llamado también de las Antillas, mar abierto del llamado Atlántico tropical, con  sus buques de guerra de Estados Unidos,  destructores de misiles que navegan  amenazantes sobre todo a Venezuela.  Pero mientras eso sucede, el mundo sigue su curso y todo lo que conjuga las necesidades del ser humano se enfrentan en la cotidianidad a veces compleja. Estas se expresan sobre todo en tres sentidos, el de la vista, el de la audición y el del gusto. Y otra guerra aparece en esos tres sentidos porque son los más difíciles, los mas caros de ser enfrentados y los que menos pueden resolver al menos en aparatos y técnicas las instituciones de salud. Sus precios son  peores que Trump.

CEGUERA Y SORDERA LIMITA A GRANDES SECTORES DE MÉXICO, POR CARESTÍA

Dos sentidos el de la visión  y la audición con fallas, nos recuerdan a Borges y a Beethoven, pero si se trata de seres comunes no hay ni siquiera la satisfacción de la grandeza. Según datos  de INEGI que se va adecuando a los tiempos, hay mas de 2 millones 691 mil personas con deficiencia visual y  por su parte, según datos de la Sociedad Mexicana Oftalmológica hay más de 415 mil con ceguera total. Curiosamente  por una causa que ignoramos la fecha de su día nacional es el 15 de octubre, cuando se celebra a Santa Teresa de Jesús que no estaba ciega. Pero sería importante informar porque todo lo relacionado  a ese sentido es tan caro pese a lo demandante y  reconocer que desde instituciones como el IMSS se aborda muy seguido el problema de las cataratas que es la principal deficiencia visual reversible, frente al glaucoma que es irreversible.

HAY SORDOS QUE SI QUIEREN OÍR, FRENTE A AQUEL DEL DICHO, QUE NO QUIERE

En cuanto a la sordera, ahí si que hay fallas oficiales por el poco control de los abusos que cometen laa empresas que venden los aparatos para los oídos, que son imposibles de alcanzar para gentes comunes. Rebasan  a veces los cien mil pesos, aunque es verdad que se conjugan con aparatos de menor valor que no tienen la misma eficacia. Es pues una de las fallas en las que las instituciones de salud no  consignan buenos resultados,  en  un sector en el que según  el INEGI, 12.1 de la población tiene  discapacidad auditiva. Y la evidencia se demuestra entre 87 mil a 100 mil personas que se comunican por señas, según ese organismo. Todos esos aparatos, los de los ojos, con  la eliminación de los lentes y los  de la sordera que no se abordan, envían  al paciente en su búsqueda, caros y o poco accesibles para buena parte de la población.  Eso si, tienen  su día mundial de advertencia,  el 28 de noviembre de todos los años.

PARA “COMERTE MEJOR” EL LOBO NECESITABA BUENOS DIENTES

Terrible la información dada a conocer el 7 de septiembre por el diario La Jornada, de que 9 de cada diez personas tienen caries y tratándose de niños y de adolescentes, el 75 por ciento. Las caries afectan los tejidos duros del diente y se debe al descuido, falta de limpieza y de cuidado. Y desde luego expertos  opinan   acercarse al IMSS y a los Centros de Salud, que tienen 2 mil 500 especialistas y mil 500 consultores. Y aconsejan visitar cada seis meses al dentista. Unos dientes muy grandes y potentes tenía el lobo que quería comerse a Caperucita Roja, cuando ésta creyendo que era su abuelita porque el lobo se había vestido de anciana, le preguntó por qué tenía unos dientes tan  grandes. Parte  del cuento de todos conocido Caperucita Roja de Charles Perrault, el verdadero creador de ese cuento que publicó con otros de su autoría en  el libro  Cuentos de Mamá Oca. La búsqueda que su familia hacía de Caperucita impidió la maldad del lobo, pero sus dientes grandes y frondosos, han transitado por las épocas, ya que el libro fue impreso en 1697.

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