TERESA GIL
Varios conflictos han habido en México que involucran fundamentales problemas legislativos. Recordamos las leyes de Reforma del siglo XIX, la Expropiación Petrolera de 1938 que involucró más bien la aplicación de un decreto y ahora la reforma judicial. Todos, en su momento han creado problemas de sensibilidad social, aunque con diferente tipo de contrincantes. En el actual problema circula mucho la ignorancia, exacerbada desde la propia Suprema Corte principalmente en la presidenta de ese organismo. Los trabajadores no deberían de estar participando porque no van a ser afectados, tampoco los núcleos de estudiantes que no padecen ningún problema, ni lo padecerán en el futuro. La gran mayoría de estos estudiantes son de instituciones privadas y pueden andar en el relajo por cuestiones ideológicas o para apoyar a padres litigantes. También pueden ser familiares de los miles de empleados que tiene el PJF, en ese conglomerado de consanguíneos que se nutren de la interpretación del derecho.
EL VERDADERO PUEBLO SIEMPRE HA ESTADO CON LOS CAMBIOS
En los tres casos legislativos mencionados, el pueblo propiamente dicho ha estado a favor del acto. Las leyes de Reforma de 1860, creadas para poner en su lugar a un clero abusivo como ahora se hace contra el poder judicial, la inquina surgió como era de esperar, de las fuentes clericales todopoderosas en ese momento y apoyadas como suele suceder, desde la iglesia central, en Roma. En La Expropiación Petrolera la situación fue contra las empresas petroleras extranjeras que se habían adueñado del recurso petrolero del país. En las tres ocasiones, fue la reivindicación de un derecho del pueblo y por ello éste apoyó la medida. En el siglo XIX fue grande el apoyo a Benito Juárez, considerando el carácter católico de la ciudadanía. Pero en la Expropiación no hubo ese dilema. La gente sabía que ella era la dueña de los recursos del país y se solidarizaron de manera extraordinaria con Lázaro Cárdenas. En esta ocasión, también son recursos del pueblo los que se pretende revertir y se parte de una expresión popular mediante el voto del 2 de junio que sentó una aprobación fundamental y amplia para el final de este gobierno y el que se inicia con Claudia Sheinbaum. En ningún momento si se analiza bien, ha habido repudio del pueblo por más que la oposición y la diatribas desde la Corte, consideran pueblo a los que exacerbados invaden, gritan y agreden en protesta.
MELCHOR OCAMPO, EN HOMENAJE PRÓXIMO, FUE REDACTOR DE REFORMAS
Uno de los redactores de las Leyes de Reforma, fue el gran abogado liberal, Melchor Ocampo Tapia. El suyo es un caso extraordinario porque estuvo presente en su carácter de protagonista en muchos de los movimientos que protagonizó Benito Juárez y dio su vida por esa causa. Fuentes enemigas que seguían presentes, lo detuvieron y fue fusilado.
Su nacimiento en la hacienda de Pateo ha causado diferencias entre los pueblos de Maravatío y Contepec porque ambos, llamados también de Ocampo, pretenden ser los originales de este gran prócer. La divergencia se da en la hacienda Pateo donde nació, que pertenece a Contepec, por lo tanto el municipio mencionado, de Michoacán, señala que Ocampo nació en sus terrenos y al parecer se organiza un homenaje próximo al reformador. Ocampo es un caso histórico singular porque además de jurista, era científico y participó en investigaciones importantes sobre la flora y la fauna. Como sucedía entonces, tenía un nombre muy largo José Juan Telésforo Nepumoceno Melchor de las Purísima Trinidad, Ocampo Tapia. Había nacido en 1814 y fue asesinado por el general opositor Leonardo Márquez en noviembre de 1861. Michoacán le guarda grandes homenajes en su historia, porque fue su gobernador de 1846 a 1848. Después de su asesinato su familia guardó su corazón, el que está resguardado en el Colegio Nacional de San Nicolás de Hidalgo, donde tiene un salón especial. Pero con todos sus méritos, es recordado también por su famosa Epístola, llamada de Melchor Ocampo, que se utiliza en las bodas. Fue creada en 1857 en el marco de la ley en materia civil. Es un documento singular de respeto a la mujer y en general a la familia, con una apología a la relación entre seres humamos, en la convivencia diaria y la trasmisión de esos valores a los hijos.