LIBROS DE AYER Y HOY/ Mujeres y la necesaria lucha conjunta de géneros

TERESA GIL.  La lucha feminista en México tendría mejores resultados, si en el apoyo participara el otro género. No todos lo harían desde luego porque en muchos sectores sigue predominando la concepción machista que vemos a diario y que por desgracia se expresa en violencia y en el crimen. La cifra diaria de mujeres sacrificadas se eleva a 12 según las feministas, aunque desde el sector público la cifra es más reducida. Hay que considerar además, que los casos de agresiones son más difundidos que en el pasado y eso exhibe quizá una exacerbación de los casos. En mi niñez y adolescencia en Sonora yo fui testigo en muchos casos de feminicidios que nunca eran publicados en los  medios. A mi casa llegaron a buscar apoyo algunas mujeres perseguidas y en las cuadras cercanas a veces aparecían  mujeres que huían  de hombres vengativos. Los delitos, cuando se cometían, eran restringidos  en publicidad. O sea que los feminicidíos existen por desgracia  desde siempre, pero nunca tuvieron como ahora la publicidad y el seguimiento de cada caso. Es un avance.

LA LUCHA CONJUNTA DE LOS DOS GÉNEROS, DARÍA MEJORES RESULTADOS

Menos promovido que en otras ocasiones, el Día Internacional de la Mujer tuvo no obstante, los prolegómenos de siempre, sobre todo en seguridad; policía lista con tres mil integrantes sobre todo de mujeres policías. Y la movilización en el centro de la ciudad de parte del comercio instalado que puso puertas de acero para protegerse. En esta ocasión  en la que buena parte de las participantes rechaza al hombre como si todos fueran iguales, se hace de lado que tienen hermanos, hijos, padres, y otros familiares masculinos. Aunque suena algún  grupo por ahí, no he sabido de organismos masculinos que estén dedicados a la defensa de la lucha feminista. Es una falla que se ve no solo de los aliados sino de las mujeres que en buena parte de estas marchas ponen barreras a la participación masculina, aunque  se dice que esas mujeres grandotas que usan máscaras, en realidad son hombres disfrazados que actúan como golpeadores. La presencia y el auxilio masculino sería un apoyo  fundamental, porque no sería solo un proyecto en la defensa de las mujeres, sino del mismo hombre. Son dos sectores que  se complementan y conviven de muchas maneras y que se necesitan. Una lucha conjunta puede  dar mejores resultados.

TOLSTOI Y DOSTOIEVSKI POR EL APOYO MASCULINO A LAS MUJERES

La presencia masculina en la denuncia de la injusticias que viven  las mujeres es antigua. Ya desde siglos atrás hubo autores que centraron sus intenciones en la defensa de ese   género, en contradicción con los que se dejaron llevar por las costumbres de la época por lo general impulsadas por la iglesia católica. Autores como León Tólstoi, no solo plantearon esa defensa, sino la consecuencia de la misma. En su obra Resurrección (Alianza Editorial 2012) la defensa no es solo a una mujer, sino a la reacción de clase, muy importante, que se plantea, al sumarse a ella a partir del sacrifico. Tólstoi  demostraba que el cambio podía darse en un entorno aún con reductos medievales, aunque lo planteaba desde la conducta personal. Muy significativo de todas maneras, porque el arrepentido era un noble, hombre que renunciaba a su vida de privilegios para pagar el mal que había hecho a una jovencita. El escritor, que se adhirió a una religión protestante en sus últimos años, hacía una crítica directa  a lo sectores ricos, nobles, hidalgos de la campiña, funcionarios públicos y potentados de la ciudad. De hecho tanto este autor como  otro de los grandes escritores rusos, Dostoievski, reflejan en sus obras no solo el fin de un sistema económico sino  la injusticia que se veía en las diferentes expresiones sociales, mujeres sobre todo. La forma como éste último aborda el caso de una joven que había sido orillada a mantenida, en El príncipe Idiota (Editorial Porrúa 2014) llega a niveles similares a Resurrección, aunque surge la tragedia.  Dostoievski  exhibe el caso de  la mujer pobre pero bella, tan común, que  cae en el uso  de un poderoso, pero a la vez en la disputa de un marginado. Las representaciones masculinas llegaban a lo mismo. En el caso de Resurrección, el noble cede su fortuna y su vida y acompaña en una definitiva toma de posición a la infeliz condenada, hasta Siberia. En la segunda obra, el protagonista, un príncipe que está en contra de esos procederes masculinos, ante el fracaso de un cambio, él  mismo se retira a la vida sombría que había vivido.

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