LIBROS DE AYER Y HOY/ Morelos, Madero, Lara y aquel amor

TERESA GIL

Ubicadas algunas cosas, cuando Donald Trump se yergue como la gran incertidumbre y la oposición mexicana maniobra nuevos obstáculos, vale recordar que la historia es rica en aportes y contradicciones. Veamos solo el día seis de este mes de la Revolución. En esta fecha, pero de 1813, José María Morelos y Pavón convocó a promulgar el acta de nuestra Independencia y el mismo día, a once meses y 24 días de estallada la Revolución en 1910, Francisco I. Madero tomó posesión de la Presidencia, para disgusto de Emiliano Zapata que lo expresa en su Plan de Ayala a fines diciembre del  mismo año. Pero por desgracia ese mismo día, pero en 1970, murió el compositor Agustín Lara, uno de los grandes músicos que ha tenido el país.

 

Farolito que alumbras

apenas, su calle desierta,

cuantas veces me has visto

llorando llamar a su puerta.

 

Sin llevarle más que una canción,

un pedazo de mi corazón.

Sin llevarle más nada que un beso,

ardiente y travieso, amargo y dulzón.

 

LA REVOLUCIÓN Y SUS PRÓCERES, A VECES POR DESGRACIA, ENFRENTADOS

Basta leer el Plan de Ayala para darse cuenta que Madero no era santo de la devoción de Zapata. Y éste comete una de las grandes injusticias históricas, al acusar a Madero de traición por no haber cumplido con las propuestas que se derivaban de la Revolución. Primero porque no hacía ni un año del estallamiento de ese movimiento y segundo porque los once meses y días anteriores al 6 de noviembre de 1911, cuando Madero asumió la presidencia, habían sido de luchas, escaramuzas y todo tipo de circunstancias. Era difícil que Madero se pusiera a cumplir ofertas, cuando además ni siquiera tenía el poder que le dio la presidencia. La inquina de Zapata contra Madero fue similar a la que expresaron en su momento tanto Álvaro Obregón como Plutarco Elías Calles, contra Francisco Villa. De manera justiciera, son Madero y Villa, los que se levantan ante el pueblo como los dos grandes caudillos de aquel movimiento tan preciado.

AGUSTÍN LARA, LA BOHEMIA HECHA MÚSICA QUE DEBERÍA RECUPERARSE

La creatividad de Agustín Lara se extendía a todas las expresiones musicales en boga en el largo tiempo que permaneció vigente en la música y la fama. Se mencionan pasos dobles, tangos, danzones, vals, bolero romántico y todo ese enjambre musical que se expresó en 445 canciones registradas, aunque se habla de muchas más, incluso algunas compuestas en Estados Unidos y todas las que dedicó a España.  Lara, que nació en Tlacotalpan Veracruz, no era por cierto ningún adonis. Pero tenía una gran atracción para las mujeres. Son muchas las que pasaron por su vida, aunque sus canciones casi siempre hablan de la desesperación del desechado.

 

Aquel amor, que marchitó mi vida,

aquel amor, que fue mi perdición.

Donde andará, la prenda más querida,

donde andará, aquel, aquel amor.

 

Sus amores con María Félix llenaron páginas y de hecho se le recuerda como su gran  amor. La bella y el talentoso se les decía, como se les dijo en su momento a Marilyn Monroe y a Arthur Miller. Pero la sonorense y el veracruzano duraron casi cuatro años casados, lo cual es un récord entre personajes sensibles. Esa sensibilidad de Lara, se expresa también en forma poética,  frente a canciones que reflejan el ámbito de vida en el que actuaba. Te vendes, quien pudiera comprarte, decía en esos casos. Pero cuando su poesía aparecía, brillaba como un gran poeta:

Carita de cielo,

muchacha temprana,

aquella mañana,

te dije te quiero,

bajo un limonero.

 

Carita de cielo.

rosa tempranera,

si al cielo miraras

en el cielo vieras,

sonriendo tu cara.

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