TERESA GIL. No es solo en México, se está viendo en muchas partes del mundo. La lucha por el poder apabullante y a veces grotesca se exhibe sobre todo en aquellos países en los que está gobernando una fuerza progresista. Se ve en esa permanente beligerancia contra Pedro Castillo en Perú, el golpe que se mantiene cerca de Luis Arce en Bolivia, la lucha opositora contra Nicolás Maduro en Venezuela, la oposición beligerante en Chile que tumbó una nueva Constitución, el derechismo desatado en Estados Unidos y en España, el triunfo fascista en Italia y muy cercano en Francia, la guerra rusa contra el fascismo ucraniano y así en otros confines. Y en México ni se diga. Al gobierno actual le queda casi la tercera parte de su mandato, pero la búsqueda de su deposición se inició desde el primer día del triunfo el primero de julio de 2018. Todo lo que hemos vivido y visto los mexicanos en este tiempo, mientras la pandemia hacía de lo suyo en nuestras vidas, es aterrador. La lucha política no cejó ni en esos momentos cuando se ensañó contra el científico Hugo López Gatell que estuvo al frente, en un afán de destruirlo con un odio que solo demuestra una ansia enfermiza. Eso se ve ahora, cuando la sucesión asalta a los ansiosos de todas las maneras que conocemos. Y en medio de esas acuciantes faramallas, está un personaje que presuntamente es o fue morenista: Ricardo Monreal.
HAY ODIO EN LA POLÍTICA, EN DONDE SOLO DEBERÍA DE HABER DIFERENCIAS
El odio que trasciende se torna peligroso. Y lo es, porque no se entiende porqué tanta hostilidad, en donde debería de haber crítica, controversia y en todo caso desagrado. He conversado con gente que se retuerce invocando el odio, ya convertido en personal contra López Obrador, cuando debería de ser político. Y se entiende lo de personal porque es una persona la que toma decisiones que los está afectando en viejos beneficios. Pero la respuesta debería de ser contra el hecho concreto, la decisión que los prive de un privilegio que otros no tenían. Para eso están las leyes y algunos las han usado apabullando con amparos. Pero otros se quedan con el odio expresado en otras formas, medios, declaraciones, uso de redes y fake news, ataques verbales y un sin fin de cosas que solo demuestran la falta de control de un exceso negativo.
EL NOMBRE DE MONREAL REPETIDO EN LOS MEDIOS TODOS LOS DÍAS
Como una especie de conspiración el nombre del senador Monreal aparece en los medios mañana tarde y noche con ausencia de otros precandidatos destacados como Claudia Sheinbaum entre ellos, a los que se les hace el vacío. Quizá en algunos comentaristas el misogismo se expresa con más ganas ante una precandidata. Libros podrían editarse con tanto de lo que se ha hablado de Monreal con imágenes incluidas, de todos sus rostros. Lleva meses así esa evidencia. El caso es que llueva o truene Monreal tiene su lugar en los medios, aunque no sea con elogios. Ya hay quien le vaticina una retirada morenista y un nuevo color en su vida. Mientras, una pregunta flota en el aire ante ese insistir mediático: ¿A cuenta de qué tanta alharaca por Monreal? El señor es gente talentosa no se niega, tiene su trayectoria, aunque sea controvertida. Pero lo impele un desorbitado afán de exhibirse, de quedar en evidencia, de mostrar su egolatría. Recuerdo que hace poco llegó a una sala de juntas del Senado cuando estábamos varios periodistas y sin el más mínimo respeto le arrebató la representación al senador que nos estaba atendiendo y se llevó el documento que teníamos listo para dicho legislador. Fue un acto de minutos, pero llegó sonriente, dijo unas palabras y se fue. Eso mismo puede ser su destino, sino se detiene a tiempo. Pasar de largo.