TERESA GIL. La discapacidad moral es más terrible que la física que padecen millones de personas en el mundo. A veces esa discapacidad la crea una grave enfermedad. La lamentable muerte del gobernador de Puebla Miguel Barbosa por un padecimiento diabético de largo tiempo, advierte sobre la puntualización de los derechos humanos de enfermos y minusválídos. No es solo por el rechazo que se hace a la víctima lo que está en juego, sino por la prevalencia de las leyes, cuya violación exige sanciones. Barbosa supo de su enfermedad que lo privó de una extremidad, cuando era diputado federal. Su ascenso a la gubernatura poblana en medio de los dislates opositores, provocaba comentarios que mucho tenían que ver con su enfermedad. Fue pública y notoria la vez que Felipe Calderón se burló de él, haciendo referencia a su estado de salud. Los lineamientos sobre agresión a enfermos, equiparables a los de la discriminación, se desprenden de las leyes de la materia y son aplicados por Conapred. El organismo debió haber fincado responsabilidades a Calderón y a quienes extendieron esa actitud de burla al gobernador que llegó por Morena. Quede como una denuncia pública este recordatorio, en momentos en que su estimable familia está devastada por el ataque cardíaco que causó su muerte.
LA DISCAPACIDAD SE HA EXTENDIDO EN EL MUNDO DE LOS PERSONAJES
La historia no deja de mencionar en sus renglones, la situación de aquellos que por nacimiento, accidente o por azares del destino, quedaron minusválidos. Traemos a colación a Salvador Diaz Mirón el gran poeta, que por coincidencia cumple años el 14 de diciembre tras su nacimiento en 1853. Hubiera cumplido 169 años. Víctima de su carácter, en una refriega el poeta veracruzano quedó baldado del brazo izquierdo, lo que significó para él un largo conflicto de lamentos, por su adaptación. Pese a ello su producción siguió adelante y llegó a ser uno de los grandes poetas del modernismo que le lanzaba laudos a Victor Hugo de cuya obra también se pertrechaba. Diaz Mirón fue diputado y como escritor y poeta, creo medios para enfrentar a Porfirio Diaz, pero en esas vicisitudes de su comportamiento después lo elogió y aceptó trabajar con él. Su belicosidad que a lo mejor la dictaba su discapacidad,
lo llevó al crimen y por lo tanto a la cárcel. Ahí siguió adelante con su poesía. Pese a la vida borrascosa su figura se yergue en las letras mexicanas y su poesía brilla en la representación de quien vino del romanticismo a darle un empujón genial, al modernismo mexicano.
¿Detenerme? ¿Cejar? Una congoja
La cabeza no manda al corazón.
Prohíbe al aquilón que alce la hoja
no a la hoja que ceda al aquilón.
Cuando el torrente por los campos halla
de pronto un dique que le dice ¡atrás!
Podrá saltar o desquiciar la valla
pero volverse o recular…¡jamás!
LA DISCAPACIDAD NO FRENÓ A TALENTOS UNIVERSALES DE LETRAS Y POLÍTICA
Las listas son innumerables y salvo algunas referencias casuales la gran mayoría de los discapacitados de la historia, las letras, la ciencia, la política, etcétera no son señalados por ello, si bien a algunos se les adjunta la definición en su nombre. En la lejana era, Homero fue ciego. El Manco de Lepanto ya sabemos que es Miguel de Cervantes de Zaavedra el genial autor de El Quijote. Quizá poco se sabe que el poeta inglés Lord Byron era cojo. Jorge Luis Borges estaba casi ciego, lo mismo que James Joyce. Nosotros tenemos en la política nada menos que al revolucionario Álvaro Obregón, el Manco de Celaya. De los músicos Beethoven era sordo y en la ciencia, el extraordinario caso de Stephen Hawking con esa enfermedad encerrada en tres letras: ELA. La lista es interminable, pero mencionarla con algunos es reconocer que el que falte una parte de nuestro cuerpo o alguno de nuestros sentidos, no nos disminuye en muchas cosas. Somos creadores, luchadores y buenos seres humanos. Que lo sepan los miserables que se burlan: la discapacidad es de ellos por no tener los alcances de la grandeza.