TERESA GIL. Ni un impasse para tomar aire después de los vivas a la patria y el bestiario se agudiza por un futuro que aún escala 24 meses. Las Aves de Rapiña, de Juan José Arreola (que llega a sus 103 años en este otoño septembrino, día 21) describen a la población en medio de que pajarracos nos movemos. En este sexenio se jugó a que desde el primero de diciembre del 2018, había que picar fuerte para acelerar el final. No fue posible pese al boicot a la consulta de revocación, ni a los golpes descarados que se daban y se dan por doquier. El sexenio se mantiene girito, un poco golpeado, pero se centró después del novedoso grito que le leyó la cartilla a don Miguel. No hay que olvidar que el inefable cura se lanzó contra el gobierno español, pero respetó a su rey don Fernando, mientras desenrollaba el estandarte de la virgen de Guadalupe para signar con bofetón al clero, su verdadero catolicismo. AMLO se yergue con una propuesta de paz y diálogo a toda la comunidad internacional. Calmados los ánimos transitoriamente con Alito, hasta doña Layda Sansores reconoce su gesto de los 4 años extras, tema que hasta ahora no entendemos ¿Que tanto se ufanan los priístas de esos años extras para que la Guardia Nacional se acoja en el ejército? Una gran idea no es, porque dentro de dos años se podría haber hecho otra reforma y hubiéramos evitado los chingados lanzados por Alito para celebrar a una corta legisladora. Basta de aplausos.
LA AVESTRUZ DE ARREOLA SE ASOMÓ EN LOS GRITOS QUE DIERON PANISTAS
Bestiario (Planeta -Conaculta 1972-2002)- de Juan José Arreola, surgió de su experiencia de muchas décadas (murió a los 83 años en el 2001) de conocer el sistema político con sus variantes de derecha. De hecho su libro calca aunque desde una perspectiva universal, a esos seres animalescos que se quedaron cortos con Esopo. De haber estado presente en la alcaldía Cuauhtémoc, por ejemplo, no hubiera dejado de calcar su relato Avestruz, aplicado a la dama que dice gobernar en ese sitio que produce más dinero en la capital, hecho que le hizo a Ricardo Monreal empujar el triunfo de su protegida Sandra Cuevas, la panista. Hay que reconocer sin embargo, que hubo cierto decoro en algunos alcaldes panistas en la ceremonia del grito, aunque en el caso de la mencionada, se tiró como siempre la casa por la ventana. La señora Cuevas, siempre en exhibición montó todo un aparato deslindador del que había en el Zócalo, con una inversión de recursos que ni siquiera en el centro se dio, música, cantantes y gran comilona, en ese derrochar que ha sido tema permanente de los alcaldes del partido azul. Lo que llama la atención es la proclamación de los héroes, que si se analizan nada tienen que ver con el panismo aliado de un español franquista. Le hubiera resultado mejor a doña Sandra, lanzarle vivas a Lucas Alamán, su adlátere del siglo XIX. Arreola diría de ella “A grito pelado, como un tubo de órgano profano, el cuello del avestruz proclama a los cuatro vientos, la desnudez radical de la carne ataviada”.
OBRA MAESTRA DE LA PROSA, LLAMA A BESTIARIO JOSÉ EMILIO PACHECO
Libro breve, de 64 páginas, se compone de 23 relatos y desde luego de 23 bestias reseñadas, que no sé por qué razón llaman cuentos, cuando més bien tiran a pequeños y geniales ensayos. Es un libro que según José Emilio Pacheco fue redactado en una semana y está considerado como una de las grandes obras maestras del siglo XX. Esa brevedad viene a demostrar que no es necesario tener un sala entera de tomos escritos para ser un gran escritor como se ha visto en el caso de Rulfo. Pacheco señala en su postfacio que fue calificado como el amanuense de Arreola en la configuración de esta obra, hecho que no molestaba al bardo, porque se sentía orgulloso de ello. De hecho en su aporte final que se llama precisamente Amanuense de Arreola relata los prolegómenos de la obra y su propia intervención. Bestiario quedó terminada a fines de los 50 y sorprendió a propios y extraños porque siendo diferente en muchas cosas, pero igual de genial, les recordaba el manual de zoología de Jorge Luis Borges. Para seguir recordando que esta obra define a los animales a veces con saña, otras con vehemencia y más allá, con ironía y broma, tomaré como bestia de cierre a los topos para aludir a un panismo de muchas caras a veces sinuosas, ( y con perdón de los topos). Escribió Arreola:
“Después de una larga experiencia, los agricultores llegaron a la conclusión de que la única arma eficaz contra el topo, es el agujero. Hay que atrapar al enemigo en su propio sistema…Tales agujeros tiene una apariencia inocente. Los topos, cortos de vista, caen en ellos con facilidad ..”