TERESA GIL
A la hora de juzgar la belleza de un hombre, siempre estuve entre Gerard Phillipe muerto en plena juventud y Alain Delon, muerto en plena ancianidad a los 88 años. Es singular que ahora que este último ha muerto, su trabajo se imponga, como debe de ser, a su belleza. Si un actor es capaz de atraer la cercanía de 134 millones de personas, y los diarios del mundo le dan en su muerte la primera plana, no es cualquier cosa, por más que las leyendas se extiendan sobre su persona, su cercanía con la mafia y la larga ansiedad de una vida que siempre tiene cerca la ventana del público. Los hombres famosos de este estilo dejan una estela de estupor o de tristeza, ante su talento, su belleza, los compromisos adquiridos y las muchas mujeres que los amaron. Sus películas famosas A pleno sol, Rocco y sus hermanos, El silencio del hombre, entre decenas, pasan a segundo término, cuando en realidad, son las que lo envían realmente a la posteridad del cine.
LA ETAPA AQUELLA QUE NO VOLVERÁ Y EL PERRO QUE SE DESPIDE
Los tres hijos del actor que anduvieron agarrados del chongo en los últimos años fueron coherentes en la despedida, porque su emotiva carta ante el público los acerca en el dolor e incluso, como un detalle también emotivo incluyen al perro de Alain. La historia se desparramará ahora por una larga temporada, en la que muchos vivirán aquella etapa desde los sesenta cuando él ya figuraba y mostraba su romance con Romy Schneider, para unos su gran amor, aunque él mencionaba en su madurez, también otros. Romy en un arrebato de dolor por la muerte trágica de su hijo se suicidó y Alain estuvo presente en su funeral, como la expresión de aquel amor que los unió en un romanticismo que predominaba entonces en el cine.
CUANDO PARTE DE UNA HISTORIA SE CIERRA, A TODOS SE NOS CIERRA
La muerte de alguien que tocó de cerca a millones, aunque solo fuera en las pantallas, cierra una etapa de recuerdos. Estos no siempre son gratos para las grandes masas, por aquella vida de convención que se expresaba sobre todo contra las mujeres, un capitalismo más boyante y las guerras que transitaban como ahora, sobre todo aquella que perdió un imperio, la de Vietnam. En ese sentido, personajes como Delon, a diferencia de Pedro Infante el héroe del cine mexicano que murió joven, transitan también en esas etapas y se suman a la historia que no puede ser vana porque el cine es un arte, pero a veces con más potencia que la propia miseria de millones en el mundo. Por eso con su muerte, los arquetipos de ese modo cierran círculos y nos dejan la nostalgia a nosotros ¡Adiós Alain!