Traicionar y vender a la patria
TERESA GIL
En algunos de los 37 cargos federales que le están adjudicando a Donald Trump debe haber estado cercano el pasado gobierno de México. La relación era tan estrecha que incluso el aprendiz de canciller Luis Videgaray repelía al gobierno de Nicolás Maduro y ya se daba como bueno el golpe de estado en Venezuela, de la administración gringa. Cosa que se acercó mucho. Llama la atención que el ex presidente se pueda llevar documentos secretos a su casa, muy orondo, pero que Julián Assange que legítimamente como comunicador dio a conocer informes sobre muchos de esos secretos, se esté pudriendo en la cárcel. A la luz de estas inconveniencias y delitos de Trump entre los que puede haber conspiración y hasta traición a la patria, el caso de Assange debe salir a relucir para que quede libre. En el marco de todo esto hay que mencionar también la soberbia del gobernador Greg Abbot, de Texas, nuestro antiguo estado que ellos nos robaron, para declarar terroristas a los cárteles mexicanos introduciéndose descaradamente en nuestra soberanía. Nuestro país fue materia de invasión, vendimia y negociaciones y uno de los casos predominantes se finca en la forma como nuestras grandes propiedades fueron rematadas en el siglo XIX, cuando gobernaba a cada rato como presidente de México, Antonio López de Santa Anna. Fue presidente en once ocasiones.
LA TRAICIÓN A LA PATRIA ABUNDA EN MÉXICO, SIN QUE HAYA SEDUCCIÓN
Cuando Enrique Serna publicó en el año 2000 su quinta edición de El Seductor de la Patria, tenía 40 años de edad. Durante mucho tiempo, auxiliado por destacados historiadores, había investigado la vida singular de ese aventurero que fue López de Santa Anna, cuyo principal dato biográfico, es la traición a la patria. Con su anuencia y complicidad, México perdió Texas en 1836, Nuevo México en 1845 y Alta California en 1847. La mitad del país. Santa Anna destacaba su cinismo en letras grandes: “¿Vender yo la mitad de México ¡por dios!, cuando aprenderán los mexicanitos que si este barco se hundió no fue solo por los errores del timonel, sino por la desidia y la torpeza de los remeros?” El libro considerado de gran importancia por lo que aporta, fue publicado por Joaquín Mortiz y el propio autor señala que eso de seductor le fue sugerido por Enrique Krauze, que a su vez tomó la idea de Justo Sierra.
LAS TROPELÍAS DE SANTA ANNA EN SU TRAICIÓN, COSTARON LA MITAD DEL PAÍS
La capacidad de seducción en su acepción amable, cautivar, atraer, le cuadra a pocos políticos mexicanos actuales, aunque la otra parte de la definición “persuadir a alguien con engaños para que haga cierta cosa, generalmente perjudicial”, si parece estar a la vista en varios. El también autor de obras con títulos tan peculiares como Uno soñaba que era rey y Las caricaturas me hacen llorar, entre muchas, se traslada al siglo XIX para recorrer con López de Santa Anna sus muchas tropelías, engaños, arrase de pueblos, destrucción de enemigos, alianzas con Estados Unidos y su odio a Juárez. Fenece abyecto, exudado de sus propias miserias en 1876 a los 82 años. Eso suele pasar a los que se pasan de vivos y Trump y Abbot deberían de saberlo, al menos en el libro de Serna.