TERESA VALDÉS BETANCOURT
SemMéxico, Colima. La paridad propició el acceso de las mujeres a espacios de toma de decisiones legislativa y gubernamental. Hoy en México, en dos de los tres poderes del país se encuentra un nombre de mujer, Claudia Sheinbaum y Norma Piña, que coinciden en la democracia mexicana, con senadoras, diputadas federales, locales y gobernadoras estatales de diferentes partidos.
Quiero recordar como en el pasado, todavía reciente, hasta las relaciones personales estaban marcadas por una dinámica de poder desigual, donde un varón ejercía control sobre la otra persona, mujer u hombre. Sin embargo, en la actualidad, avanza más la igualdad y la reciprocidad en las relaciones interpersonales.
Se transita de la jerarquía vertical a la horizontal. La estructura jerárquica que solía caracterizar a las relaciones familiares, por ejemplo, la relación entre “mayores” representados por padres y madres, con hijos e hijas da paso a una estructura más horizontal, y las personas en lo doméstico, se relacionan de manera más igualitaria lo que propicia mejor comunicación.
En la cultura tradicional existían las relaciones de poder patriarcal fundadas en la discriminación de género. La evolución social y las luchas feministas nos aportaron la paridad hasta en las jerarquías del seno familiar, que se representa con mayor equidad hasta en las tareas domésticas que se compartan.
Esta realidad todavía no estudiada suficientemente, presenta otro tipo de relaciones de poder entre mujeres en la política y de gobierno, que pueden verse afectadas por desigualdades imperceptibles a la vista, de etnia, económica, procedencia, clase, estatus social o por investidura ah, y por la existencia de arraigados prejuicios con viejos estereotipos.
Esas desigualdades existen y se padecen, pero resultan invisibles y no aceptadas en lo cotidiano entonces, debemos hacerlas visibles con teoría feminista, para prevenir males mayores, cuando aparecen manifestaciones de incomprensión y otras violencias entre nosotras. La génesis de este maltrato no radica en el macro concepto del patriarcado, como sí ocurre con la violencia de género tradicional, pero a veces es promovida, en las estructuras partidistas para estimular la rivalidad entre mujeres.
En esta argumentación, se tiene en cuenta el concepto de interseccionalidad, expuesto por Kimberlé Williams Crenshaw, 1959, abogada y académica estadounidense activista de derechos humanos, quien analizó cómo interactúan y se superponen, las diferentes categorías de identidad género, raza, clase, etc. creando experiencias de discriminación y privilegio únicas para cada persona. https://isaw.org/es/kimberle-crenshaw-the-woman-who-revolutionized-feminism/
Algunos estudios en la UNAM reconocen algunas causas de la violencia intergénero, entre nosotras, y se citan estereotipos, prejuicios, la edad, el estado de salud, el diferente nivel económico, la situación administrativa, la discapacidad o estado jurídico y hasta la salud física o mental.
En México, las luchas feministas lograron leyes aprobadas por mayoría de hombres legisladores, que legitimaron el acceso de las mujeres a la política con la paridad total en 2014, así se abrió el camino a los recursos económicos y financieros, que resultará decisivo, para alcanzar la igualdad de género, en las políticas públicas. Paso a pasito se acortan las brechas históricas de discriminación con el legítimo empoderamiento de femenino. Llegar a este espacio les permite influir con otra perspectiva social, en el crecimiento económico del país.
Resulta significativa la evolución de las relaciones de poder dentro del intercambio interpersonal entre las mujeres, con un mayor énfasis en la igualdad, la reciprocidad y para comprender en este proceso político algo imprescindible: Lograr mayor respeto sororal con reconocimiento a las diferencias para realizar y alcanzar consensos, cabildeos, propuestas, acuerdos, etc., etc., etc.
Al compartir experiencias y conocimientos, las mujeres estamos convocadas a un intenso aprendizaje de las estrategias de supervivencia y resistencia de las otras, cada una aporta sus experiencias, sin rivalidades impuestas en las tradiciones misóginas y nos fortalecemos de manera conjunta para enfrentar nuevos retos. Sin embargo, todavía existen desafíos y oportunidades para seguir trabajando hacia la construcción de otras relaciones de poder entre mujeres, más saludables y equitativas en las cuales, la comunicación constituye instrumento insustituible, porque la palabra crea concepto, el concepto cambia las actitudes así aparecen nuevas palabras y se necesita practicar el lenguaje incluyente no sexista que, nos hace visible para la sociedad y para nosotras mismas. Es y será mi caballo de batalla en la formación y permanente sensibilización de género.
El pacto entre mujeres es imprescindible, como parte del ejercicio de la sororidad cotidiana consciente o no, porque solo juntas, se pueden quebrar los múltiples techos de cristal que subsisten en la cultura y la sociedad, como alertó desde el siglo pasado Florentina Gómez Miranda, Buenos Aires, 1912- 2011, profesora, abogada y política: “Si una mujer entra a la política, cambia la mujer. Si muchas mujeres entran a la política, la que cambia es la política”. La historia es irreversible. Juntas podemos.
@Letra Clara