Las mujeres de Morena

Dulce María Sauri Riancho*

(SemMéxico, Mérida, Yucatán). Tras la fallida experiencia de Josefina Vázquez Mota, en 2012, por segunda ocasión, existe la posibilidad real de elegir a una mujer como presidenta de la república en 2024. El 2 de junio de ese año, en la boleta; y el 1 de octubre, rindiendo protesta constitucional ante el Congreso de la Unión.

Comenzaré los comentarios con la actual fuerza gobernante -me resisto a llamarlo partido político-, Morena. Y en ese análisis, es indispensable recapitular sobre la relación entre su “jefe máximo”, el presidente López Obrador, y las mujeres que estuvieron y están en posiciones de poder en torno suyo.

Empiezo con Rosario Robles, la primera mujer en la jefatura de gobierno de la capital del país cuando el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas se fue a su campaña presidencial en 1999. Rosario apoyó la candidatura de AMLO por el gobierno del Distrito Federal. Después, siendo Rosario presidenta del PRD, tuvo serias diferencias con López Obrador.

La historia es conocida: Rosario Robles fue a la cárcel en la actual administración. ¿Justicia o venganza contra una mujer fuerte? Tiendo a pensar más en castigo.

Sigo con el repaso. ¿Recuerdan a Yeidckol Polevnsky en la campaña de López Obrador de 2018? ¿Y a Tatiana Clouthier, la aguerrida defensora de las tesis lopezobradoristas, sensacional polemista que defendió a “capa y espada” a su candidato?

Una, Yeidckol, al iniciar la administración, no fue invitada a formar parte del gabinete presidencial, a pesar de su experiencia en las áreas de la promoción económica y empresarial (fue presidenta nacional de Canacintra). Ella tuvo que conformarse con una incómoda espera, hasta que en la actual legislatura fue electa diputada federal de Morena, por cierto, sin cargo alguno dentro de la bancada. Su exitoso desempeño como presidenta del movimiento de López Obrador durante la triunfante elección de 2018 no fue suficiente para que la organización política que contribuyó a formar, le haya permitido registrarse como aspirante (precandidata) a presidir la “Coordinación Nacional de Defensa de la Cuarta Transformación”, eufemismo de Morena para evitar ser sancionado por actos anticipados de precampaña en busca de su candidata/o a la presidencia de la república.

Es que el presidente López Obrador, el gran “destapador”, no la incluyó en la lista de “corcholatas” que dio a conocer en el lejano 2021. Un portazo en la nariz recibió la pretensión de Polevnsky quien, brava como es, ya anunció su propósito de inscribirse como precandidata de Morena cuando los tiempos legales lo permitan, esto es, a finales de noviembre próximo.

Tatiana Clouthier es otra figura femenina devorada por el lopezobradorismo. Es muy difícil de entender por qué fue relegada de los primeros nombramientos presidenciales, cuando había un sentimiento generalizado sobre su desempeño como posible secretaria de Gobernación. No sucedió así, y Clouthier fue “confinada” a la vicecoordinación del grupo parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados, cuando en enero de 2021 fue nombrada secretaria de Economía, puesto que desempeñó hasta octubre de 2022.

Prudente -¿congruente?- se retiró en silencio cuando fue insostenible su posición, socavada sistemáticamente por las actitudes y decisiones de su jefe.

El caso de la ministra en retiro, Olga Sánchez Cordero, ilustra con claridad la difícil relación del presidente López Obrador con las mujeres de poder. Ella, la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, definió su afiliación al lopezobradorismo en fecha cercana a las campañas presidenciales de 2018. Fue candidata al Senado por la vía de la lista nacional (plurinominal) y con ese carácter, fue electa ese año.

En la recta final de la conformación del primer gabinete presidencial, Olga Sánchez Cordero fue nombrada secretaria de Gobernación, la primera mujer en una representación paritaria. Previamente -lo recuerdo con claridad- se había realizado la reforma a la Ley Orgánica de la Administración Pública que, como es costumbre al inicio del mandato, había modificado funciones y atribuciones de las secretarías.

Ninguna como Gobernación acumuló tal cantidad de pérdidas, la más relevante de ellas, las funciones de seguridad pública, que fueron reubicadas en la restauración de la secretaría del ramo, la misma que en el periodo 2006-2012 estuvo a cargo de Genaro García Luna, condenado por narcotráfico en Estados Unidos.

El desmantelamiento de Gobernación no paró ahí: también perdió las responsabilidades para coordinar los trabajos de protección civil, entre otros. Adicionalmente, consideremos que los aspectos relacionados con la política migratoria -Instituto Nacional de Migración-y de derechos humanos, quedaron a cargo de hombres que respondían directamente al presidente López Obrador, saltándose olímpicamente a la responsable formal.

Con este panorama no es extraño que comenzara a correr la despectiva denominación de “secretaría-florero”, para referirse a la otrora poderosísima dependencia, hacedora de presidentes de la república.

¡Cómo cambió el panorama cuando Olga Sánchez Cordero regresó al Senado y llegó Adán Augusto López! La densidad política que siempre había acompañado a esa importante posición fue mágicamente restablecida. ¡Hasta nominación de “corcholata” alcanzó su titular!

La cuarta mujer cercana –todavía- al presidente de la república es Claudia Sheinbaum. Ella fue la preferida en la postulación a la jefatura de gobierno de la Ciudad de México en 2018, sobre el entonces muy popular Ricardo Monreal, quien hubo de conformarse con la coordinación del grupo parlamentario de Morena en el Senado. La tragedia del Rébsamen, cuyo edificio escolar se colapsó en el sismo de 2017 privando de la vida a casi una veintena de estudiantes, no fue obstáculo para las aspiraciones de la entonces jefa delegacional de Tlalpan, quien resultó electa por amplia mayoría. El “capullo protector” tejido por López Obrador alrededor de la jefa de gobierno funcionó cuando una nueva tragedia ensombreció a CDMX, con el colapso de una parte de la Línea 12 del Metro en mayo de 2021.

En buena medida, la precipitación presidencial para iniciar el proceso de sucesión se debió al intento de desviar la atención pública sobre las responsabilidades y omisiones gubernamentales que causaron la muerte de 27 personas. Las aspiraciones políticas de la jefa de gobierno sobrevivieron a la tragedia del Metro.

Internamente es considerada como la “favorita” para la designación como coordinadora nacional de la Defensa de la Cuarta Transformación y, por tanto, candidata de Morena para la presidencia de la república en 2024, con grandes probabilidades de ganar las elecciones. A diferencia de Rosario Robles, de Yeidckol Polevnsky, de Tatiana Clouthier y de Olga Sánchez Cordero, Claudia Sheinbaum es “totalmente López Obrador”.

No tenía vida política propia fuera del ámbito académico cuando fue nombrada secretaria de Medio Ambiente en 2001. Hasta 2015 no tuvo cargo alguno de elección popular, y cuando lo obtuvo, fue al amparo también del actual mandatario.

Él, López Obrador, la eligió sobre Monreal en 2018; la sostuvo en los momentos difíciles de 2021. Ella, Claudia S, es su “criatura”, sin contaminación alguna del pasado que ponga en entredicho su lealtad a toda costa. Es hasta ahora, la “incondicional”, a quien le ha dado vida política, y a quien se la puede quitar cuando le convenga a sus intereses.

Es probable que una mujer gane la presidencia de la república en 2024. ¿Surgirá necesariamente de las filas de Morena? Yo digo que no. Por hoy, sólo refrendo una creencia: al presidente López Obrador no le gustan las mujeres independientes y autónomas, mucho menos para transmitirle su “herencia política”. Más bien las quiere leales -con él-, incondicionales -a él-, sumisas -a sus deseos y disposiciones-.

Una mujer de esas características le conviene a él, no al pueblo de México, no al país. En mi próxima colaboración abordaré las opciones para una candidatura independiente y autónoma y a las mujeres que aspiran a ella desde las oposiciones.

Licenciada en Sociología con doctorado en Historia. Exgobernadora de Yucatán.

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