MARÍA MANUELA DE LA ROSA A. La Historia Universal, que plasma el desarrollo humano a lo largo de su existencia, parece emerger asimismo del Erebus, la oscuridad, para hacer justicia y dar a cada cual lo que le corresponde, ya sea la gloria o la justicia retributiva, muchas veces lapidaria e implacable.
Hay hombres que han engrandecido a sus pueblos, como el presidente Theodore Roosevelt Jr., que no sólo fue un hombre polifacético y empático con las clases desfavorecidas de los Estados Unidos, sino que se impuso una tarea imposible: combatir la corrupción, teniendo todo en contra; sin embargo transformó a una sociedad para imponer la idea de lo justo, lo correcto en un ánimo más humano y con una moral que ha dado las bases a lo que hoy es el país más poderoso del mundo, que a partir de su intervención en Cuba pudo posicionarse como una verdadera potencia, que a la fecha no ha dejado su primacía, participando activamente en la política mundial, no sólo para defender sus intereses, sino sus ideales y de paso mostrar al mundo su poder hegemónico.
Bajo esta tesitura, la justicia norteamericana ha llevado a juicio a delincuentes de grandes organizaciones criminales, como lo fue Al Capone en los años veinte o al estafador Bernie Madoff, que cometió el mayor fraude de la historia en los Estados Unidos.
Y ahí está Joaquín Guzmán, el famoso Chapo Guzmán, líder del Cártel de Sinaloa, que llevó a su organización delictiva a funcionar como toda una empresa transnacional. Ahora, después de un largo juicio purga una condena de por vida. Y una organización tan grande, tan poderosa, no pudo funcionar por sí misma sin el apoyo de las instituciones de gobierno. Mucho sabrá él sobre todos los políticos y funcionarios que se involucraron en tan jugoso negocio, sin considerar vidas humanas, pues en su haber están cientos de miles de muertos, no sólo por las adicciones, sino por crímenes despiadados que destruyeron familias y a un gran sector de la sociedad mexicana y norteamericana.
Pero ahora es el turno de los políticos y funcionarios. En marzo del 2020 el Fiscal General de los Estados Unidos, William Barr presentó cargos criminales contra el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, acusado de narcotráfico, lavado de dinero y otros cargos, considerándosele como el líder de un cártel de drogas en colaboración con la ex guerrilla colombiana de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). También se están imputadas otras autoridades venezolanas y se ofreció una recompensa de 15 millones de dólares por su captura. Así que no sería remoto que este presidente fuera trasladado a una corte de los Estados Unidos para ser juzgado.
En este tenor se encuentra el caso de Genaro García Luna, el funcionario mexicano de más alto rango que ha sido declarado culpable de cinco delitos, entre ellos el de crimen organizado y narcotráfico. Su poder se extendió y fortaleció por 12 años, primero, bajo el mandato del presidente Vicente Fox Quezada, donde fungió como Director de la Agencia Federal de Investigación (AFI) y posteriormente con Felipe Calderón, ya como el integrante de su gabinete tal vez con mayor influencia y poder, siendo titular de la Secretaría de Seguridad Pública, periodo durante el cual se emprendió la llamada guerra contra el narcotráfico, que no sólo no terminó con este delito, sino que dejó miles de muertos y fortaleció a los cárteles.
Sin embargo, no podemos pasar por alto que García Luna tuvo una relación muy estrecha con los funcionarios de las distintas agencias norteamericanas, con personal de la Agencia Antidrogas (DEA), con la Agencia Federal de Investigación e Inteligencia (FBI), diplomáticos y otros representantes del gobierno norteamericano, que cuentan con los sistemas de información más avanzados del planeta. Pero además, si ha prosperado tanto el negocio de las drogas y los cárteles mexicanos y de otros países como Colombia, ha sido porque la demanda del mercado norteamericano ha crecido de manera exponencial, incluso en Europa y la droga no se distribuye mágicamente. La cuestión es que Estados Unidos debe mantener esa imagen de honestidad que es parte de su fortaleza con la autoridad moral que necesita mantener.
Por otra parte, mucho se ha hablado, abierta y veladamente de la colusión de las autoridades con los lideres de los cárteles, sobre todo en los llamados bajos fondos, pero nunca antes se había ventilado tan abiertamente la probable participación incluso de presidentes y expresidentes en el sucio negocio del narcotráfico, como en este juicio de García Luna, en donde se mencionó indirectamente a Vicente Fox, muy claramente a Felipe Calderón, así como a colaboradores cercanos del actual presidente Andrés Manuel López Obrador. Y no se salvaron militares tan de alto nivel como el General Guillermo Galván Galván. Recordemos también que en octubre del 2020 autoridades de Los Ángeles, Cal., detuvieron por presuntos vínculos con el narcotráfico al Secretario de la Defensa durante el mandato de Enrique Peña Nieto, el General Salvador Cienfuegos, Zepeda, quien luego de acuerdos diplomáticos entre los gobiernos norteamericano y mexicano, el general fue liberado, bajo la premisa de que estaría a disposición de la justicia mexicana, donde fue absuelto. Algo digno de recordar es la polémica que el General Cienfuegos tuvo en su momento con el ahora presidente López Obrador por la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa. Ahora, ya como presidente, actuó en defensa del militar.
¿Qué sigue? Si tomamos en cuenta que después de que Joaquín Guzmán fue sentenciado, no faltó motivo para la detención de Genaro García Luna, que ha sido declarado culpable. Y este personaje, que se quedó con toda la información de inteligencia que tuvo a su cargo, sabiendo que ha perdido su libertad y que posiblemente paga una condena que muchos otros también deberían pagar, podría compartir sus archivos, en donde seguramente sorprenderán nombres de prestigiosos o desacreditados políticos mexicanos. Además de que de este juicio se desprende muchísima información y habrá que esperar qué más pruebas tengan los implacables fiscales neoyorkinos como para llevar a juicio a personajes de altísimo nivel. Los posibles implicados han sido señalados abiertamente y con amplitud.
Estamos hablando de funcionarios con un gran afán de protagonismo y megalómanos de doble moral. Y en este caso Némesis no actuó a través de la Historia, sino la justicia del país hegemónico por antonomasia, que también requiere mantener una legitimidad sacando los trapos sucios de sus socios.