JAVIER ESQUIVEL DÍAZ. El más reciente estudio del Instituto Nacional Electoral y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) confirman lo que durante los últimos meses las encuestas privadas nos han advertido: Escasez de confianza en los partidos políticos, en las senadoras y senadores, así como en las y los diputados locales y federales.
El Informe país: El Curso de la Democracia en México, presentado recientemente por las autoridades electorales, delibera que el ciudadano se entusiasma con el cambio de autoridades y busca participar en las elecciones, sin embargo, la continua falta de cumplimiento de las expectativas creadas por las y los políticos en campaña los empuja a la apatía y al desencanto
El estudio también señala que la insatisfacción ciudadana y la percepción negativa hacia los actores de la política aumenta cuando los ciudadanos indican sentirse poco escuchados y al no tener alguna solución a los problemas y tensiones de viven a diario todos los años.
El diagnóstico señala que la ciudadanía no se siente representada y no cree que la actividad legislativa refleje sus intereses, sino que, por el contrario, responde a intereses partidistas o particulares no es nada nuevo. No obstante, parece ser no escuchado.
El prestar oídos sordos a esta deformación democrática deriva del marcado clientelismo- remarcado también en el estudio en comento- y amiguismo a la hora de la selección de candidatos de representación popular.
Con los resultados del estudio presentado por las autoridades electorales mexicanas y PNUD, que no son diferentes a los análisis de otras naciones, todo apunta a paradojas y contradicciones:
1.- A pesar del gran auge de la industria que busca la profesionalización de la comunicación política en América Latina, a través de diferentes foros y mecanismos del intercambio mercantil de conocimientos en la materia, no se han encontrado las rutas para sensibilizar a las y los políticos de que la forma tradicional de comunicar los asuntos públicos es caduca y obsoleta.
2.- Que la participación y presión ciudadana a través de las redes sociales, los medios de comunicación, protestas ciudadanas, firma de peticiones comunitarias y vecinales son las alternativas por los que la gente prefiere optar para ganar visibilidad y ser escuchados a pesar de que las y los políticos ofrecen ser más cercanos y confiables durante campaña y el tiempo que dura su mandato.
3.- Que el humor social y estado de ánimo de los electores y votantes son propiciados por los mismos líderes de los partidos políticos. Ese mal humor es el generador de los grandes movimientos pendulares de izquierda a derecha o viceversa en América Latina. Desencanto y venganza social que genera el asentamiento de los regímenes totalitarios o autoritarios que tanto detestan y rechazan las oposiciones.
4.- Que por más recursos que se destinen a la comunicación legislativa en los Congresos locales y el federal en materia de publicidad e imagen o a la contratación de periodistas de viejo cuño o amistades cercanas para las relaciones públicas, sin una estrategia que conecte, comunique y convenza a los ciudadanos de un cambio verdadero, nada será diferente en los próximos estudios públicos o privados en materia de representatividad y percepción legislativa.
Apunte del consultor
La corrección y mejora se debe hacer en las instituciones de representación política y no en el órgano electoral mexicano que más confianza ciudadana tiene en el país.
@javoesquivel.