La formación política (3/3)

Se planteó la compleja tarea de formar cuadros, responsabilidad de cada partido
con el país y la democracia. Miguel González Avelar.

FLORENCIO SALAZAR ADAME

SemMéxico, Chilpancingo, Guerrero. Con esta colaboración concluyo la síntesis de las tres conferencias que don Agustín Yáñez dictó en el PRI del DF en 1963, publicadas en La formación política, editado por los candidatos a diputados locales del PRI de Guerrero y la Fundación Colosio en 1996, reditada posteriormente por Miguel Ángel Porrúa. Me he tomado la licencia –ante el limitado espacio– de compactar algunos párrafos sin atender, necesariamente, la disposición del texto, con el propósito de mantener el método didáctico propuesto por el notable expositor (novelista, educador y gobernante).

Inestable. El falso político es inconstante e ingrato, aun a sabiendas de que es justo lo que abandona, y de los males y pérdidas que su actitud acarreará a la colectividad. El auténtico político es el que obra con sinceridad, con un plan serio, y no para salir del paso presentando apariencias.

El éxito. Se dice que alguien es político cuando obtiene éxito personal. Claro que el político tiende a conseguir éxito, pero esta idea, muy difundida, de que el que se mantiene en los puestos públicos es buen político a pesar de que claudique y de que voltee por completo no solo los programas de su partido, sino las ideas fundamentales de su inserción filosófica; es inadmisible, es reprobable. El éxito no es un criterio para juzgar la excelencia, ni la autenticidad política; sino que es la consecución de los fines propuestos, sin renegar de los principios y de esos fines

Política cambiante. Frente a la idea frecuente de que la naturaleza de la política es cambiante y ondulante; que las tácticas y técnicas cambian constantemente; que lo que ayer era bueno, en otro tiempo es malo. Para los dirigentes políticos es importante distinguir entre lo que la política tiene de invariable y lo que tiene de variable. Critico el concepto malicioso de que, por naturaleza, es de suyo estar dando vueltas: lo que ayer era azul hoy es negro; si alguien ordena que es de mañana, tenemos que decirlo, aunque sea de noche. No se venga a decir que es disciplina, la disciplina es otra cosa.

Sagacidad política. En ese torbellino de solicitaciones e influencias, la sagacidad política exige sortear escollos, eliminar obstáculos, evitar mayores complicaciones y establecer sistemas de preferencia sobre los objetivos más urgentes, que deben enfocar la acción pública. El político no debe acumular problemas innecesarios, ni tiene derecho a lanzar a la colectividad a situaciones desesperadas, si se dispone de posibilidades para despejar de estorbos la vida pública. Es el margen discrecional, que ofrece al dirigente una serie de ocasiones y formas en las cuales encauzar la acción política

La falsa política. El móvil del político es evitarse problemas personales, no cerrarse puertas, no enajenarse voluntades, asegurar su comodidad y la de sus amigos. Es una de las actitudes en la que cae la falsa política, aplazar, posponer, rehuir, por sistema, cualquier problema, indefinidamente; tolerar, disimular, proteger, abierta o capciosamente la violación de leyes y principios; y practicar todo esto, no de manera transitoria, excepcional, sino como sistema. El aplazamiento, la tolerancia, los falsos propósitos que ponen en pugna las promesas con los hechos son en realidad la renuncia, la claudicación de los principios que se profesan con la boca y se atacan con los actos, con la conducta pasiva.

Carrera política. Legítimo y plausible es hacer carrera política; pero no a costa de escamoteos mañosos, egoístas, que son la negación esencial de la política rectamente entendida como actividad incesante a favor del conglomerado social. Adviértase el absurdo que resulta de compartir dinamismo con inercia; actividad con pasividad; vigilancia con Maestría gratuita disponible Obtén una maestría gratis en 1 año Maestrías México Abrir Gran Venta Temu entreguismo; verdad con mentira; lealtad con traición.

Ejemplos de toreo. Se dice que el buen torero es el que lleva al toro al terreno que él se propone, y que le da lidia adecuada. El mal torero es aquel que va siguiendo al toro a los terrenos que el toro quiere; de esta manera fracasa la lidia, por no reconocer las condiciones del burel, ni de su terreno, o bien porque en lugar de toro, torea al público. La idea de que toda técnica se funda en un saber previo también aparece en el toreo. Ustedes habrán oído: “Este es un torero sabio, que de tan sabio no produce emoción”. Los toreros que emocionan, aunque no lo revelen de manera directa, poseen un conocimiento, un saber, en el que nos dan su técnica.

Ciencia política. En cuanto a ciencia, la política es el conocimiento sistematizado de principios invariables; conocimiento que supone saber y fijar ciertas leyes que rigen como causas los fenómenos políticos y que se derivan de la naturaleza social del hombre. La política se refiere a la convivencia humana; a la dirección y gobierno de esta convivencia. La política se caracteriza entre las ciencias sociales; es un saber científico en el cual se hace el arte y las técnicas, o sea una serie de normas, operaciones y procedimientos en que aplicamos (aquí aparece la política como el arte aplicado) el saber, el conocimiento de las causas últimas y finales de la realidad social y política determinada por la naturaleza humana en juego con las circunstancias en que actúa. La ciencia política es la sistematización de principios y leyes que rigen a los fenómenos políticos, es decir: todo lo que aparece ya en la experiencia como hecho, como acaecer dentro de la convivencia humana.

La política como arte. En cuanto arte, que es como más familiarmente se conoce el quehacer político, lo constituye una serie de normas, de técnicas, de tácticas, encaminadas a la consecución de fines políticos; y en orden a estos fines hablamos de una serie de normas, de técnicas, de tácticas. Definamos la política, en cuanto arte, como el hecho de llevar al Estado a situaciones de desarrollo superior a aquellos en que se encontraba al iniciarse el ejercicio del poder.

Aspirante a la política. Quien aspire a ser dirigente político ante todo debe reunir ciertas aptitudes, como es propio de toda actividad humana; y más aún, en este caso tan importante y que en nuestro país tan falsamente se desdeña, cuando alguien dice que quiere ser político, que aspira a ser político. Dada la envergadura, la importancia de la política en cuanto se trata de la dirección y gobierno de la sociedad, estas aptitudes deben tener una mayor exigencia en cuanto al aspirante a la política. Entre estas podemos mencionar una sensibilidad suficientemente ágil para comprender al mismo tiempo que la realidad y sus circunstancias, las posibilidades de desarrollo de esa realidad. El político no debe conformarse con la realidad tal y como es. Es propio de la política su carácter dinámico, y el político trata de superar esa realidad dentro de las posibilidades mismas de la realidad.

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