*¿Sabrá el presidente mexicano servirse de una computadora y todos sus elementos? ¿Tiene la paciencia de sentarse y comunicar, o sólo instruye a través de órdenes, amenazas y miedo?
GREGORIO ORTEGA MOLINA. Imposible establecer parámetros por rango de edad entre los aptos y los negados para sumarse al cambio. Nuevas herramientas, otros modos y consideraciones sociales y cívicas para vivir y convivir. Subirse a una transformación que se profundiza y acelera resultará difícil, si no imposible, para los de la tercera edad y los simples, los ignorantes, los carentes de escolaridad imposibilitados para desarrollar su inteligencia.
En México lo que vivimos es una parodia de Regreso al futuro, porque en lugar de abrir al país y hacer la verdadera reforma del Estado, optaron por la incertidumbre de recrear un pasado que resulta imposible en su concepto y desarrollo, a menos de que esté embozado tras el peor de los populismos, la más retrograda derecha, como lo muestran en un proyecto educativo propuesto para aletargar las legítimas aspiraciones a mejorar en la manera de vivir.
Silvio Berlusconi palidece ante las actitudes y olvidos de Andrés Manuel. Las exigencias reclamadas por las consecuencias de la pandemia y la invasión rusa a Ucrania, toman a México descolocado, porque se cerró al futuro y busca refugio en el rescoldo de una memoria que ya nada resuelve, por estar afectada por el tamaño de las enfermedades anímicas y sociales del capitán de la nave.
¿Se retractó el gobierno de dirimir los contenciosos económicos en el panel de controversias, o es decisión del presidente mexicano elegir una sanción en silencio, en lo oscurito? Ahora es cuando constataremos que efectivamente ya nada es igual, la pandemia lo empoderó, y Ovidio le confirió los recursos necesarios para mantenerse en una supuesta cúspide y en un ficticio respaldo popular, puesto que esa voluntad es comprada y vendida a través de los programas sociales, aunque diluidos en el costo de la inflación y otras carencias, como el desmembramiento del sector salud.
¿Sabrá el presidente mexicano servirse de una computadora y todos sus elementos? ¿Tiene la paciencia de sentarse y comunicar, o sólo instruye a través de órdenes, amenazas y miedo?
El principal reto del próximo mandatario mexicano es entender el cambio iniciado con la comunicación en tiempo real, y profundizado con las consecuencias del Covid-19 y el desmembramiento de Ucrania, porque resultará incongruente aspirar a refugiarse en la memoria de lo que fue el milagro mexicano.
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