LA COSTUMBRE DEL PODER/ Ya nada es igual  (I/II)

*Crece y agudiza la creatividad y la imaginación en un sentido, y se pierde en el otro. ¿Hace cuánto que la voz dejó de ser la reina de la comunicación? Imposible determinarlo, hoy todo es mensaje y tiempo real

GREGORIO ORTEGA MOLINA. Permitimos que el cambio entrara a nuestras recámaras sin apenas sentirlo, lo recibimos felices porque de la mano nos condujo a un supuesto acceso a la modernidad tan anhelada: comunicación satelital, entretenimiento sin límites, información en tiempo real, todo a cambio del contacto humano. Les entregamos la alteridad frente a frente, por un clic… o muchos, miles. Es preferible un abrazo.

Es quizá el fin del inicio de la historia conocida como época moderna, aunque la posmodernidad no acaba de hacerse presente, porque la pandemia, primero, la extrema derecha y el populismo después, para tener como corolario las consecuencias de la invasión rusa a Ucrania, profundizan el cambio con el “home office”, el comercio por Internet y las relaciones laborales y humanas a través de video llamadas o juntas de trabajo cada Corpus y san Juan.

Aterra pensar que las relaciones sexuales, lo conocido como encuentros íntimos, se resuelva como Roger Vadim lo presenta en Barbarella, sólo a través de las palmas de las manos. Por lo pronto en lo que concierne al contacto entre el poder y la sociedad parece que así funciona. Una conferencia matutina y cada cual por su lado y por su cuenta, porque la autoridad nada resuelve en ninguno de los ámbitos de su competencia,

¿Cómo modifica el “home office” la vida de todos los días, sobre todo en los lugares diseñados para fomentar e impulsar esa alteridad tan necesaria para vivir, como ocurre en los restaurantes, fondas, comedores populares en los mercados, en los cafés, los cines, los teatros? ¿Cómo evolucionará o involucionará el tan necesario contacto humano, el verse a los ojos, el estrecharse las manos, o esa peculiar relación de “amigos con beneficios”?

Lo primero que se afecta es la palabra hablada, aunque desde el poder se empeñan en que no suceda. Se reduce su uso en beneficio del texto y la necesaria modificación del lenguaje, para que el mensaje se ajuste a los caracteres que permite el vehículo de transmisión de una voz que dejó de articularse para mostrarse por escrito.

Crece y agudiza la creatividad y la imaginación en un sentido, y se pierde en el otro. ¿Hace cuánto que la voz dejó de ser la reina de la comunicación? Imposible determinarlo, hoy todo es mensaje y tiempo real.

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