GREGORIO ORTEGA MOLINA
* El próximo dos de junio podrían confirmar que su anhelo se hace una realidad, en la que podrá constatarse, siempre según Amis, que: “El aparato estaba inamoviblemente conectado al psicodrama de Stalin (léase Manuel Andrés López Obrador) y respondía como es debido a sus rachas de miedo y cólera, y a sus necesidades más sencillas de ejercer el poder mediante la simple intensificación (del miedo y el agradecimiento)”
No queremos darnos cuenta del daño psicológico causado por dar -a los supuestamente menos favorecidos- dinero fiscal sin control y sin constatar que, efectivamente, contribuye a evitar que fallezcan, les inyecta entusiasmo, los transforma en mejores mexicanos y les modifica el ánimo para salir de la anomia en que se encuentran.
Tal como están las condiciones de vida económicas, sociales y de libertades básicas para los mexicanos, caigo en cuenta de que los plásticos del bienestar se convierten en las paredes anímicas de un Kolymá que los mantiene sujetos a la voluntad del amo y señor, que lo mismo distribuye dinero que concede amnistías o confisca ahorros o expropia terrenos para seguir adelante con esa obra del tren maya, sólo comparable al descenso de Buz Aldrin y Neil Armstrong al suelo lunar: ellos supieron descender, no permanecieron en la Luna.
No es una observación absurda, la política de esta 4T coloca a buena parte de la población mexicana en un Gulag al aire libre, sin paredes y sin aparentes controles, cuando se descubre que los abrazos asesinan más que los balazos, y el número de muertes innecesarias crece sin cesar, porque a los que se fueron es necesario sumar los desaparecidos, los despojos de las fosas clandestinas y a los que se convierten en halcones del narco. México dejó de ser una promesa para transformarse en un campo de batalla, tan cruento como ahora en Gaza, en el que la presidencia de la República Imperial acumula poderes metaconstitucionales, para garantizar la impunidad de quienes mandan, incluso después de dejar la cama en Palacio Nacional.
Dejó anotado Martin Amis en Koba el Temible, la risa y los veinte millones: “Pero eso es lo que quieren ellos, los creyentes, los duros, para eso es para lo que viven: para la politización del sueño. Quieren que la política esté en todas partes (su política, insisto) en todo momento, política permanente y omnímoda. Quieren la omnipresencia de la política: quieren la politización del sueño”.
El próximo dos de junio podrían confirmar que su anhelo se hace una realidad, en la que podrá constatarse, siempre según Amis, que: “El aparato estaba inamoviblemente conectado al psicodrama de Stalin (léase Manuel Andrés López Obrador) y respondía como es debido a sus rachas de miedo y cólera, y a sus necesidades más sencillas de ejercer el poder mediante la simple intensificación (del miedo y el agradecimiento)”.
¿Es eso lo que deseamos? Mañana, miedo a la transición.
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