*Obtener soluciones “milagrosas” de los botes de basura de las oficinas de los importadores cresos e irresponsables, equivale a amarrarse al cuello una piedra de molino, aunque de momento crean, los del gobierno, que mantienen los niveles de flotación, cuando lo cierto es que el país entero hace agua
GREGORIO ORTEGA MOLINA. Difícil elegir como primordial alguno de los elementos indispensables para vivir libremente, disfrutar de la libertad a plenitud: ¿alimentación, salud, educación, seguridad…? Uno y otro están entrelazados.
Quizá el empleo es la llave que abre las puertas, pero sin salud cómo trabajar, sin alimento difícil conservar la chamba y sin educación, te quedas en la última escala de la movilidad social, en el último peldaño del ascenso a la libertad.
Hoy todos esos requerimientos están en entredicho, porque para la mayoría de la población escasean. Pero han decidido dificultar más las posibilidades de vida y libertad de los mexicanos, al abrir las fronteras y dejar sin inspección sanitaria -únicamente a 15 empresas- la importación de alimentos, cuando a consecuencias de las guerras, las disputas ideológicas y la inflación, la comida se pudre en las fábricas o en los contenedores, o se importa desde lugares donde el cólera y otras enfermedades regresan.
En una de las privilegiadas y escasas conversaciones sostenidas con Donato Miranda Fonseca, contó como anécdota que, durante su viaje a Argentina, al presidente Adolfo López Mateos lo obsequiaron con un hermoso ejemplar de ganado vacuno (he olvidado la raza), que le fue retenido en el aeropuerto a su regreso hasta que pasara la cuarentena de inspección fitosanitaria. En este aspecto los inspectores deben ser insobornables, pero ahora parece que pondrán los ojos en otro lado, y las necesidades de salud de la población, directamente en la basura.
“Apanicados” porque no supieron gobernar y la economía se les salió de control, debido al excesivo gasto, y también porque no pueden enseñar las orejas en su proyecto de narco Estado y de permanencia en el poder sobre los hombros de los altos mandos, recurren a medidas que traerán más problemas, puesto que, si entre el frijol con gorgojo y el maíz caducado importan enfermedades contagiosas, adiós a ese sueño guajiro de ser como Dinamarca.
Obtener soluciones “milagrosas” de los botes de basura de las oficinas de los importadores cresos e irresponsables, equivale a amarrarse al cuello una piedra de molino, aunque de momento crean, los del gobierno, que mantienen los niveles de flotación, cuando lo cierto es que el país entero hace agua.
¡Basta de engaños!
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