LA COSTUMBRE DEL PODER/ ¿Queremos convertirnos en nuestros propios victimarios?

GREGORIO ORTEGA MOLINA

*Debemos adquirir conciencia de que tenemos una obligación inmediata, intransferible e ineludible, para determinar, el próximo dos de junio, si queremos lograr esa Independencia tan anhelada desde 1821, o necearemos en la displicencia de dejar todo a las manos de nuestro honorable presidente de la República, y así convertirnos en nuestros propios victimarios

La mayoría de los mexicanos aceptaron convertirse en víctimas de sus necesidades básicas, rehuyeron servirse de ellas como motivos para convertirse en aspiracionistas, incentivar su intelecto y favorecer la empatía. Terminaron por asumir la costumbre de estirar la mano, sin detenerse a considerar que las cantidades que reciben, les quitan más de lo que les dan.

Ese dinero procedente de recursos fiscales, dista mucho de proceder de la buena voluntad presidencial. Es un beneficio constitucional, que puede entregarse porque se ordeñan las tributaciones para hacerlo y, en lugar de destinarlo a crear empleos y mayor riqueza para favorecer programas como el Seguro Popular, guarderías, escuelas de tiempo completo y garantizar el abasto de medicamentos, se usa para engrandecer esa nueva religión cuya meta es adorar al mesías de Macuspana, sin detenerse a observar y hacer cuentas de que los adiestran para administrar su voluntad electoral.

Lo que los honorables mexicanos de la tercera edad y más allá, o las madres solteras, o mexicanos sembrando el futuro, o las “becas” para estudiantes se entrega a familias, es producto del trabajo de algún familiar, amigo o conocido, y merma los recursos fiscales destinados a crear riqueza, sin necesidad de inventarse la confiscación de las cuentas inactivas de las afores, o de plano la desaparición de fondos destinados a proyectos que fortalecieron brevemente la democracia y el deseo de superación de los mexicanos, más allá de lo que los partidos políticos se habían limitado a ofertar.

Es momento de preguntarnos si en la farmacia más grande del mundo, encontraremos un medicamento que nos evite “la cruda realidad”, para darnos cuenta de que fue necesario que María Amparo Casar pusiera Los puntos sobre las íes, y así constatar que no seremos como Dinamarca, que Dos Bocas, el Tren Maya, el Ferrocarril Transístmico, el AIFA, SEGALMEX, nos saldrán más caros que el Fobaproa, quizá tanto como los hijos locos del cuento.

Debemos adquirir conciencia de que tenemos una obligación inmediata, intransferible e ineludible, para determinar, el próximo dos de junio, si queremos lograr esa Independencia tan anhelada desde 1821, o necearemos en la displicencia de dejar todo a las manos de nuestro honorable presidente de la República, y así convertirnos en nuestros propios victimarios.

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