GREGORIO ORTEGA MOLINA
*¿Para qué acudir a las salas cinematográficas a ver Heroico, si ya Andrés Manuel López Obrador se encargó de demostrarnos de qué son capaces esos militares que una vez nos enorgullecieron, como lo hizo Felipe Ángeles, por no ser como Rodolfo Fierro ni Francisco Villa ni Álvaro Obregón?
Debemos cuestionarnos sobre nuestra idea de Fuerzas Armadas Mexicanas. ¿Tanto la Marina como el Ejército son instituciones compactas, solidarias y con un ideal común? ¿Están tan divididas como la sociedad, o tan confrontadas internamente como los políticos?
Sin ser un especialista de las instituciones castrenses, supongo que, al menos, hay dos bloques ajenos uno de otro: la tropa y la oficialidad. Considero que la primera llega hasta sargento, y la segunda parte del rango de capitán hacía arriba. Cuando Andrés Manuel López Obrador y los secretarios de Defensa y Marina se refieren a esas corporaciones, ¿de qué nos hablan? ¿De los requerimientos de la tropa, o de los sueños de los oficiales? ¿Son susceptibles de corrupción unos y otros, en idénticos niveles de voracidad?
El hecho político de transformar a generales y almirantes en administradores de proyectos gubernamentales que generan riqueza y despiertan la tentación de la codicia, ¿favorece por igual a los oficiales que a la tropa? ¿En qué mejoran las condiciones de los soldados sin rango y los marinos sin galones?
Me pregunto si su formación, el concepto de obediencia, servicio y patria que les infunden, los convierte en servidores públicos impecables, incapaces de meter la mano al cajón de los dineros fiscales y de prestarse al tráfico de influencias, a los moches en los contratos que asignan, o a la abierta corrupción en las aduanas. ¿Tienen otra condición humana y fueron forjados en otra matriz, distinta a la de los civiles.
¿Es impoluta la gestión de sus dos aeropuertos, y qué transportarán, además de pasajeros, en su línea aérea próxima a estrenarse, o en la ruta del Tren Maya? ¿Será necesario que toda la burocracia vista uniforme, y médicos y enfermeras del sector salud hayan pasado por la escuela médico militar, y además de recursos humanos administren los recursos, para que no haya desabasto de medicamentos, y se restablezcan las campañas nacionales de vacunación?
¿Para qué acudir a las salas cinematográficas a ver Heroico, si ya Andrés Manuel López Obrador se encargó de demostrarnos de qué son capaces esos militares que una vez nos enorgullecieron, como lo hizo Felipe Ángeles, por no ser como Rodolfo Fierro ni Francisco Villa ni Álvaro Obregón?
Resulta que es cierto, los países no se acaban, el Estado no se destruye. Se suicidan.
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