GREGORIO ORTEGA MOLINA
*El fondo del problema radica en la debilidad de la condición humana. “Si te humillan, es porque eres débil. Si eres débil, te conviertes en objetivo”. Este es el contexto en que los desaparecidos dan con sus huesos en las fosas clandestinas, o en el mercado sexual de la carne, porque ahora lo mismo se trafica con hombres que con mujeres y menores de edad, los gustos por ser diferente se extienden y es políticamente incorrecto mal verlos
Las miradas de los niños famélicos me persiguen durante el insomnio, de la misma manera que los rostros y los llantos de esas madres migrantes con sus chamacos a cuestas o a rastras, mujeres conscientes de su debilidad ante las autoridades de todo tipo con las que topan, pues saben que no pocas veces, para continuar el trayecto, habrán de sacrificar el cuerpo por su bienestar y el de sus hijos y compañeros.
Es terrible, pero cierto, la migración transformó el abuso en un deporte, el mismo que cobra gratificaciones de todo tipo a las madres buscadoras, volcadas sobre el polvo en la búsqueda de los rostros de sus afectos desaparecidos. No han perdido la capacidad de soñarlos, de evocarlos lo mismo durante las pesadillas que a lo largo de sus prolongadas vigilias. Se pierden en el ensueño de conservarlos, a pesar de que ya se les fueron para la eternidad, o para el anunciado reencuentro en la otra vida.
Es preciso asomarse con detenimiento a lo que sucede sobre los techos de La Bestia, agarrados a un proyecto de vida que puede culminar en muerte, en esclavitud laboral, en obligatoriedad de transformarse en sicario o en meretriz, y para los menores, en las promesas de vida como las narradas por Don Winslow en El poder del perro o en El cártel.
“… No, no solo de corrupción. Eso sería la triste norma, y esto es extraordinario. Más que extraordinario, no hay palabras.
“Lo que hicieron, en los términos más sencillos posibles: vendieron el país a los narcotraficantes.
“No lo habría creído de no haberlo oído. Cintas de una cena, a veinticinco millones de dólares el cubierto, para contribuir a la elección del presidente. Los asesinatos de interventores electorales y el robo de las elecciones…”.
El fondo del problema radica en la debilidad de la condición humana. “Si te humillan, es porque eres débil. Si eres débil, te conviertes en objetivo”. Este es el contexto en que los desaparecidos dan con sus huesos en las fosas clandestinas, o en el mercado sexual de la carne, porque ahora lo mismo se trafica con hombres que con mujeres y menores de edad, los gustos por ser diferente se extienden y es políticamente incorrecto mal verlos.
Es de esas debilidades que estamos hechos.
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¡Ay Omar, nada aprendiste de tu padre, Javier García Paniagua, ya no digamos de tu abuelo, Marcelino García Barragán! ¿Recuerdas cómo se fueron de la vida política, la manera en que dijeron adiós al tránsito terrenal?
La dignidad no es una pausa, es un comportamiento cotidiano, un respirar para aprender a vivir en medio de la traición, el descrédito, el engaño, la hipocresía. ¿Cómo se despidió García Paniagua de José López Portillo? ¿Cuáles fueron los deberes patrios del divisionario García Barragán asumidos durante 1968? Es momento de que lo recuerdes.
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