GREGORIO ORTEGA MOLINA
*A estas alturas podemos darnos cuenta de que sólo tras un acuerdo nacional que concite voluntades y promueva una verdadera transición que nos desatore de las nefastas alternancias, puede sustraernos a la catástrofe que se cierne sobre México, que no acaba de sustraerse al populismo y, mucho menos, a ese neocolonialismo cultural y económico que nos tiene postrados desde que decidieron traicionar a la Revolución
En el momento en que la doctora Sheinbaum Pardo tome la decisión de ir o no a la transición, de cambiar o no radicalmente el modelo político, necesitará determinar por dónde inicia la limpieza de sus Establos de Augías, porque esa acción le dará el conocimiento cabal del tamaño del desafío que enfrentará como presidenta constitucional.
Todos estaremos de acuerdo en que la crisis económica llama a la puerta: los recursos fiscales son insuficientes para cubrir los compromisos contraídos, etiquetados y constitucionalmente comprometidos. Tampoco bastan los ingresos por recaudación fiscal ni lo que produzcan las empresas del Estado, y el déficit se profundizará hasta comprometer la sanidad crediticia del país, e incluso propiciar una devaluación.
Son muchas y muy variadas las opciones económicas que la presidenta de México habrá de tomar sobre el futuro inmediato del país que, muy pronto, dependerá de su exclusivo criterio. Se percatará que, como para los Establos de Augías, se requiere de una limpieza total, y la clausura de los rumbos de Badiraguato -como el verdadero combate a la delincuencia organizada- no sólo depende de la mano dura, sino del estricto cumplimiento de la ley, aunque con ello sacrifiquen esa parte de los recursos que permiten a buena parte de las fuerzas del orden operar. Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Sinaloa, Chihuahua, entidades federativas que languidecen y claman por justicia y paz.
¿A quiénes reclamarán las madres buscadoras, los deudos de los desaparecidos, o secuestrados o asesinados por negarse a la extorsión?
El problema parece insuperable, porque los poderes fácticos, las organizaciones criminales, los poderosos sin escrúpulos, los policías corruptos y las fuerzas armadas sin ética, tienen sus Aves de Estinfalio, que han hecho del territorio nacional su coto de caza. Son predadores como los que desbordan las zonas en las cuales no se puede respirar sin pagar el precio.
A estas alturas podemos darnos cuenta de que sólo tras un acuerdo nacional que concite voluntades y promueva una verdadera transición que nos desatore de las nefastas alternancias, puede sustraernos a la catástrofe que se cierne sobre México, que no acaba de sustraerse al populismo y, mucho menos, a ese neocolonialismo cultural y económico que nos tiene postrados desde que decidieron traicionar a la Revolución.
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