GREGORIO ORTEGA MOLINA
*Estamos muy lejos de la disyuntiva de 1976, ¿democracia o autoritarismo? Hoy es dictadura de la 4T o reforma del Estado y desaparición de ese funesto presidencialismo que todo lo solapa: impunidad, corrupción, crímenes políticos, inseguridad jurídica, y la pavimentación hacia el narco-Estado
¿Conoces a alguien que no se queje de alguno de los gobiernos padecidos en los últimos diez lustros? Para nuestro infortunio, como nación, la mayoría de los electores, ese México bueno y sabio que todo lo soporta, hace centurias que aprendió a caminar como los cangrejos, y no se queja, sólo extiende la mano y se conforma con lo que le cae de los programas sociales, o lo que lo salpica de esas transas como la de Segalmex.
Bueno, no hay asombro ante el abandono en que dejan al estado de Guerrero y ese emblemático puerto turístico, Acapulco, que tanta imagen y dinero creó para México, aunque sólo se beneficiaran los tigres de la industria turística y, recientemente, esa delincuencia organizada que impone a una gobernadora y protege a su papi, mejor conocido como El toro sin cerca.
En lugar de quejarse, deben organizarse como sociedad civil con intereses electorales, para defensa de su voluntad política, del futuro inmediato y del porvenir de sus hijos y nietos, pues si antes fue una vida regular para la mayoría y excelente para la identificada como mafia del poder, pronto podrían darse cuenta de que eso se acaba en un parpadeo, para unos y otros, porque convivir en la inseguridad no será vida para ninguno.
Y no es inseguridad debida a los delincuentes, sino jurídica y sustentada en la voracidad y estupidez de los gobernantes, pues exigen del pueblo lo que ellos son incapaces de ceder. Quisieron los fideicomisos del Poder Judicial de la Federación, pero no cederán un metro cuadrado de La Chingada.
¿Queremos democracia o un fundamentalismo similar al yihadista, para justificar las extorsiones morales, políticas e ideológicas de un Morena que no admite segunda fuerza, porque Claudia se basta y sobra?
Supongo que a estas alturas tenemos idea de lo que nos depara el día de la elección. Una dictadura de la 4T tropical y sujeta a una confrontación entre el que no desea dejar el gobierno, y la que aspira a ser, de pleno derecho y facultades constitucionales la primera presidenta de México, y una Xóchitl Gálvez que se muestra incapaz de poner orden en su cabeza y ofrecer un proyecto de nación.
Estamos muy lejos de la disyuntiva de 1976, ¿democracia o autoritarismo? Hoy es dictadura de la 4T o reforma del Estado y desaparición de ese funesto presidencialismo que todo lo solapa: impunidad, corrupción, crímenes políticos, inseguridad jurídica, y la pavimentación hacia el narco-Estado.
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