GREGORIO ORTEGA MOLINA
*¿Qué debemos esperar los mexicanos de Xóchitl Gálvez? ¿El de la “pendejeada” de su tesis es el único cadáver en su clóset? Es pronto para decirlo. En cuanto a su oferta política sólo ha formulado lo que debe lograrse, le falta señalar la ruta para alcanzar la meta, el cómo, porque una cosa es tener el diagnóstico del país -siempre que no sea sesgado por los intereses partidistas-, y otra muy distinta decidirse a emprender la reforma del Estado. La transición, pues, ya estuvo bueno de limitarnos a la alternancia
*El colapso de la Línea 12 del metro provocó muertes, la última y primera responsable de ese hecho es la entonces gobernadora de la Ciudad de México. El delito es homicidio, y ella en silencio
La actitud de Andrés Manuel López Obrador se asume desde la presidencia de la República, es prepotente, majadera, calumniosa. Está más allá de lo que él se atreve adjudicar a Xóchitl Gálvez, que dice malas palabras registradas en los diccionarios, si no en el de la Real Academia sí en el María Casares, o en el de americanismos o el de mexicanismos. Son expresiones, de ninguna manera agresiones.
El problema de fondo con el presidente mexicano, es que se asume como el único poseedor de la verdad, siempre dispuestos a certificar “sus otros datos” con el sello de su unipersonal poder, sin dar oportunidad a rebatir sus ideas, propuestas y asentimientos, sin que la jauría de Jesús Ramírez Cuevas -más feroz que la Banda de los Dóberman- salte al cuello de los oponentes en cuanto son rebatidas las revelaciones de su santo patrono.
Hemos de reconocer que Andrés Manuel López, en su afán de desacreditar a la señora Gálvez, ha dicho una verdad de a kilo, gobernar México no es una tarea fácil, como él mismo lo ha demostrado con la suma de sus desaciertos y claudicaciones. La más grave de éstas es transformar un Estado nación soberano, en un narco Estado, y por ello su empeño en destruir al Poder Judicial de la Federación, último valladar en defensa de la dignidad nacional y del mandato constitucional.
La voz, el lenguaje, el gesto de Xóchitl Gálvez es espontáneo, y por ello auténtico. El de Andrés Manuel López Obrador es estudiado, largamente meditado antes de calumniar, desacreditar, zaherir, sin importar las consecuencias anímicas, personales y sociales, pero que no le toquen a los suyos, porque arde Troya. Su familia es pública, por el cargo que desempeña el patriarca, así pues, son sujetos del escrutinio de la sociedad que, sobre ellos, aunque sin razón, descargará el rencor que generan las torpes decisiones del presidente de la República. Tiene razón, gobernar no es sencillo.
¿Qué debemos esperar los mexicanos de Xóchitl Gálvez? ¿El de la “pendejeada” de su tesis es el único cadáver en su clóset? Es pronto para decirlo. En cuanto a su oferta política sólo ha formulado lo que debe lograrse, le falta señalar la ruta para alcanzar la meta, el cómo, porque una cosa es tener el diagnóstico del país -siempre que no sea sesgado por los intereses partidistas-, y otra muy distinta decidirse a emprender la reforma del Estado. La transición, pues, ya estuvo bueno de limitarnos a la alternancia.
En cuanto a las omisiones de Claudia Sheinbaum, muy bien se cuidarán desde Palacio Nacional para evitar la mención y presentación de pruebas en su corresponsabilidad por el derrumbe en la Línea Dorada. Marcelo Ebrard la construyó, Miguel Ángel Mancera la descuidó, y a la candidata presidencial de Morena se le cayó.
Su silencio (el de la señora Sheinbaum) es tanto o más grave que la ominosa acción de Manuel Bartlett escudada en un hecho incomprobable: ¿se le cayó el sistema, o Carlos Salinas de Gortari y Miguel de la Madrid lo obligaron a callarlo?
El colapso de la Línea 12 del metro provocó muertes, la última y primera responsable de ese hecho es la entonces gobernadora de la Ciudad de México. El delito es homicidio, y ella en silencio.
Los electores mexicanos debemos preguntarnos con seriedad: ¿de qué tamaño son las alfombras de las candidatas, bajo las cuales esconden sus secretos? También es cierto lo aseverado por Jorge Carpizo: no hay mujeres u hombres dedicados a la política, químicamente puros. Las acciones de gobierno, muchas, son totalmente amorales.
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