*Sobre los riesgos científicos debe prevalecer la consideración de las consecuencias del rompimiento de los códigos éticos y las normas morales. Estamos más allá de El Golem, Frankenstein y el Gabinete del doctor Mabouse
*Con motivo del viernes de Dolores, ha de iniciarse nuestra reflexión sobre lo que espera a México después de la pausa de semana santa. ¿Qué decidió a AMLO llamar a su rancho La Chingada, y lo que nos dice de su carácter? En voz de Octavio Paz: “Enviamos a nuestro interlocutor a un espacio lejano, vago e indeterminado. Al país de las cosas rotas, gastadas”. Así nos va a dejar
GREGORIO ORTEGA MOLINA. Solicitan que aclare qué es el CRISPR. Exponen las revistas científicas: “El acrónimo CRISPR es el nombre de unas secuencias repetitivas presentes en el ADN de las bacterias, que funcionan como autovacunas. Contienen el material genético de los virus que han atacado a las bacterias en el pasado, por eso permiten reconocer si se repite la infección y defenderse ante ella cortando el ADN de los invasores.
“Los científicos han aprendido a utilizar la herramienta CRISPR fuera de las bacterias para cortar y pegar trozos de material genético en cualquier célula. El poder de estas tijeras moleculares es inmenso. Por eso, fue considerado el mayor avance científico del año 2015. Justamente por ello, sus propias creadoras advierten que debemos controlar su uso”.
Una puntualización adicional. Se eligió que fuesen niñas no por asunto de estética sino por razones científicas relacionadas con los cromosomas. Las mujeres uno, el suyo, los hombres ambos: masculino y femenino. ¿Estoy en lo cierto? Supongo que sí, de lo contrario llegarán las reconvenciones.
La inquietud de los genetistas que dicen estar angustiados por las condiciones de vida de esas tres niñas, de acuerdo a la información, es el gobierno chino que determinó la veda sobre el paradero y cualquier otra información sobre esas tres niñas, aunque los inquietos científicos busquen, por todos los medios, conocer de su estado de salud y si no han sufrido mutaciones no previstas.
Es explicable, la nota del ABC sobre el tema, nos indica: “Científicos de todo el mundo han seguido experimentando en embriones humanos con las tijeras genéticas, pero no para crear bebés de diseño, sino para investigar sus riesgos. Los resultados demuestran que el CRISPR-Cas9 no es infalible. Las tijeras no siempre cortan en el lugar deseado del ADN y ese error podría haber alterado a las niñas de forma imprevisible. Y no solo eso. Las tijeras son peligrosas incluso si funcionan correctamente. El corte deja en la molécula un hueco que el organismo procede a cerrar de inmediato. «En muchos casos, el embrión humano repara los extremos cortados sin respetar la secuencia previa. A veces falta un par de componentes o se añade uno nuevo –advierte Shoukhrat Mitalipov, biólogo del Centro de Células Embrionarias y Terapia Genética de Portland (Oregón)–. Pueden pasar muchas cosas». Por ejemplo, que las nuevas células proliferen de forma cancerosa”.
Creo, sin embargo, que sobre los riesgos científicos debe prevalecer la consideración de las consecuencias del rompimiento de los códigos éticos y las normas morales. Estamos más allá de El Golem, Frankenstein y el Gabinete del doctor Mabouse.
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Es necesario dejar claros los términos, sobre todo hoy, viernes de Dolores, preámbulo de la semana mayor, de la pasión y resurrección de Cristo, haca ya más de dos mil años.
Pues bien, en la colección Vida y pensamiento de México, del Fondo de Cultura Económica, Octavio Paz puntualiza -en El laberinto de la soledad– en la página 72 de la edición de 1969:
“La voz tiene además otro significado, más restringido. Cuando decimos ‘vete a la Chingada’, enviamos a nuestro interlocutor a un espacio lejano, vago e indeterminado. Al país de las cosas rotas, gastadas. País gris, que no está en ninguna parte, inmenso y vacío. Y no sólo por simple asociación fonética lo comparamos a China, que es también inmensa y remota. La Chingada, a fuerza de uso, de significaciones contrarias y del roce de los labios coléricos o entusiasmados, acaba por gastarse, agotar sus contenidos y desaparecer. Es una palabra hueca. No quiere decir nada. Es la Nada”.
Debe quedarnos claro el propósito del nombre del rancho presidencial, y la idea de su regeneración moral. Así dejará a México, roto y gastado.
Por lo pronto también acudo a un espacio lejano y vago durante los días santos, los dedicaré a la lectura y la meditación en silencio. Nos reencontramos el lunes 10 de abril de 2023.
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