GREGORIO ORTEGA MOLINA
*El México bueno y sabio debe permanecer atento a la manera en que procederán para restablecer la dictadura perfecta, asumir las consecuencias de nuestra irresponsabilidad, porque nos consideramos libres y soberanos, pero ni siquiera sabemos responsabilizarnos del compromiso que conlleva la libertad, que no se limita al ejercicio del voto, sino que requiere del esfuerzo y orden en la sociedad, para exigir transparencia en el gasto fiscal, además de la posibilidad de llevar a los políticos a juicio, incluido el titular del Poder Ejecutivo. Sin sanción, no hay cambio
Desconozco de qué manera conceptúa, la doctora Sheinbaum Pardo, su idea de historia y la manera en que espera tener éxito, que no fama. Dejó un pequeño indicio al recibir a los padres de los 43 de Ayotzinapa: adiós al mantra de su hacedor: será sí mentir, sí robar y sí traicionar, como lo ha sido durante el actual gobierno.
La actitud ante la promesa no cumplida de Andrés Manuel López Obrador, nos advierte que, por herencia o deseo propio, ella se hace responsable de la seguridad jurídica del todavía presidente de México y de su familia, en todos los aspectos, incluso los manoseados en esa innecesaria carta publicada en La Jornada, donde dos de los vástagos presidenciales se auto afirman inocentes y difamados, cuando las grabaciones, los videos, las fotografías publicadas indican que participaron de los hechos que la sociedad denuncia.
Hacer oídos sordos y no ver lo que salta a la vista, equivale a convertirse en cómplice por omisión, y así sucederá cuando en 2030 los padres de los normalistas desaparecidos se percaten del transcurrir del tiempo, cuando acepten que lo único que podrán saber, es que sus hijos, a propósito, o por accidente, fueron víctimas de un crimen de Estado. Que la única certeza que tendrán es la definida como verdad histórica.
Ahora sabemos que durante el próximo sexenio tampoco habrá seguridad, de ninguna, ni pública ni jurídica, tal como lo advirtió el traicionado Porfirio Muñoz Ledo, y como se niegan a aceptar el ninguneo a que son sometidos Olga Sánchez Cordero y Arturo Zaldívar Lelo de Larrea. A ellos sí que los convirtieron en floreros.
Tengo la sensación de que los mexicanos nos hemos negado a ver el auténtico perfil ideológico y político de la sucesora de Andrés Manuel López Obrador, quien entregará razón y pasión para asentar y hacer realidad algo más que la 4T; ella pondrá los verdaderos cimientos de la república bolivariana, de acuerdo a lo preconizado en el Foro de Sao Paulo.
Al menos así se desprende de su discurso durante la ceremonia en que el TEPJF le entregó su constancia de presidenta electa. Transcribo de La Jornada: “La mayoría de la gente votó porque siga un gobierno honesto, de resultados, con amor a la patria y con amor al pueblo de México. Dicho de otra forma, la mayoría de las y los ciudadanos no quieren que regrese el gobierno de unos cuantos o la prepotencia o el influyentismo. No quieren que regrese ni la corrupción ni los privilegios. Ese es el mandato del pueblo de México y nos corresponde seguir haciéndolo realidad. Es decir, el mandato es claro, continuar y avanzar con la cuarta transformación de la vida pública de México que inició en 2018 el presidente Andrés Manuel López Obrador”.
El México bueno y sabio debe permanecer atento a la manera en que procederán para restablecer la dictadura perfecta, asumir las consecuencias de nuestra irresponsabilidad, porque nos consideramos libres y soberanos, pero ni siquiera sabemos responsabilizarnos del compromiso que conlleva la libertad, que no se limita al ejercicio del voto, sino que requiere del esfuerzo y orden en la sociedad, para exigir transparencia en el gasto fiscal, además de la posibilidad de llevar a los políticos a juicio, incluido el titular del Poder Ejecutivo. Sin sanción, no hay cambio.
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