*Si los diputados de la mal llamada oposición son traidores a la patria, Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República, es un flagrante patricida, lo que lo convierte en el más débil, deficiente y mal gobernante de entre quienes han dirigido al país
GREGORIO ORTEGA MOLINA. En algún momento hemos de tocar fondo, y debemos agradecerlo a la zafia manera en que los integrantes de la 4T condujeron su gobierno de la transformación moral y la lucha contra la corrupción. Nunca tanta mugre en tan corto tiempo.
¿Qué tenemos enfrente? El azoro, porque mientras las organizaciones políticas y los tres poderes de la Unión se empeñan en regresarnos al pasado, nadie hay que proponga el desafío de vivir el presente y ofrecer un futuro que supere lo que nos prometieron con la Constitución del 17 y el triunfo electoral del 2000 y 2018. El modelo político no debe permanecer, porque es la garantía de la impunidad, pregunten, si no, a Alejandro Gertz Manero, Julito Scherer Ibarra, Santiago Nieto, Emilito Lozoya Austin, Luis Videgaray, Raúl Salinas de Gortari… la lista podría llenar el directorio telefónico de una ciudad pequeña en la que todos estarían hermanados en las complicidades de sus corrupciones, al comer sopa del mismo plato día a día.
Sin embargo, lo de hoy supera toda expectativa. Si el tío Andrés Manuel y sus valedores amenazan con exhibir como traidores a la patria a los diputados que votaron en contra de la LIE presidencial, la sociedad civil debiera estar dispuesta a acusar al presidente de la República de patricidio, lo que puede lograrse con tan solo enumerar los disparates cometidos en su afán de no ser florero, desde el AICM a la desestructuración del sistema de guarderías, de la fabricación y reparto de medicinas en los servicios de salud del Estado, el manejo político de la vacunación anti Covid-19 (un millón de dosis caducadas), la no vacunación de los menores, la desaparición de las escuelas de tiempo completo, y la complicidad con familiares y subordinados sorprendidos y video filmados en actos de corrupción.
Si los diputados de la mal llamada oposición son traidores a la patria, Andrés Manuel López Obrador, presidente de la República, es un flagrante patricida, lo que lo convierte en el más débil, deficiente y mal gobernante de entre quienes han dirigido al país.
“Sin embargo, existe un humor rebelde que desafía las relaciones de dominación, que resquebraja el aura de un mundo autoritario, que denuncia al emperador desnudándolo”, dejó anotado Irene Vallejo en El infinito en un junco, y me pregunto si en la sociedad civil encontraremos un líder con humor rebelde.
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