LA COSTUMBRE DEL PODER/ El espejismo de la democracia como modelo político-social (II/V)

GREGORIO ORTEGA MOLINA

*“La historia trágica se mueve a través de personajes que son máscaras, que han de aceptar la máscara para actuar en ella como hacían los actores de la tragedia poética…”. Edipo es cualquiera de ellos, pues están empeñados en seducir a la patria, su patria, su madre

¿Cuántos de los gobernantes de América son equiparables con Donald Trump, no por su tinte político, sus métodos de gobierno, los resultados logrados, sino por el origen de sus apoyos económicos? ¿Son pocos los #narcopresidentes de este continente?

Imposible determinarlo con certeza, pero no hay manera de confirmar con cierta confianza el origen de los recursos económicos que dan vida política a Nicolás Maduro, Daniel Ortega, Nayib Bukele, Miguel Díaz-Canel, Javier Milei y Luiz Inácio Lula da Silva. Dispares en disponer del gobierno de sus sociedades, pero idénticos en ese comportamiento que impone condiciones y exige lealtades. ¿Cuál es la diferencia entre el gobernante de Nicaragua y el de Estados Unidos, cuando de tomar decisiones que afectan a sus naciones se trata?

Los seis esperan los mismos resultados: subordinación, en contra de ambiciones individuales y necesidades familiares. Primero el servicio para ser retribuido, aunque sea con migajas, y aunque muchas veces no lleguen a sus destinatarios. Mario Delgado lo sabe bien.

Aunque sus metas sean distintas -sólo en apariencia-, el ejercicio desordenado del poder los convierte en iguales, porque están seguros de que el resultado, por miserable que sea, establece la diferencia y los justifica, incluso después de haber violado sus leyes y actuar con ese cinismo que iguala a Stormy Daniels con todas y todos en los entornos del poder. Lo mismo podemos referirnos a Rosario Murillo.

Lo deja en claro María Zambrano en Persona y Democracia: “No hay personaje histórico que no se vea obligado a llevar una máscara. Reciente, apenas pasada, está ante nuestros ojos la visión de las últimas, de las que esperamos sean las últimas.

“Y no hay máscara, personaje enmascarado, que no desate un delirio de persecución. Podría preverse el número de víctimas que a un cierto régimen corresponde, mirando tan solo la máscara que lo representa. A mayor potencia de representación, mayor número de las víctimas. Y no es necesario que las víctimas sean hechas por decreto cruel, por delirio persecutorio.

“La historia trágica se mueve a través de personajes que son máscaras, que han de aceptar la máscara para actuar en ella como hacían los actores de la tragedia poética…”.

Edipo es cualquiera de ellos, pues están empeñados en seducir a la patria, su patria, su madre.

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