LA COSTUMBRE DEL PODER/ Donald Trump, Delfina Gómez, Yasmín Esquivel

*¿Dónde, entonces, la regeneración nacional, la moral, la purificación de México? Pagaremos caro los desatinos de los que hoy gobiernan

GREGORIO ORTEGA MOLINA. ¿Qué se enjuicia en el comportamiento de Donald Trump? El apelativo de la denunciante lo dice todo. Stormy Daniels. No es Mónica Lewinsky, mucho menos ninguno de los plomeros que violaron la seguridad del edificio Watergate. Lo que se pone en entredicho es la moralidad cuáquera o evangélica o puritana que determina la conducta de los estadounidenses que no son católicos.

Se trata del comportamiento de quien supuestamente ha de ser ejemplo para sus gobernados. Recordemos que quien ahora promueve su regreso a la contienda presidencial norteamericana es, ante todo, un hombre de empresa que lo mismo financia los concursos de belleza, que es propietario de un grupo inmobiliario o especulador bursátil. De ninguna manera simuló ser lo que no es. Sus documentos estudiantiles y profesionales están en orden, son un reflejo de lo que después mostró como conducta en los negocios y la política. No es un impostor, sí un manipulador de la conducta de sus subordinados y seguidores, y capaz de inducir una toma de la Casa Blanca, como lo hizo con el Congreso al sentir que perdía el poder.

Acá, lo que sucede es que elevaron la simulación del comportamiento humano a niveles artísticos inimaginables, a lo sublime en materia de conducción de un gobierno que únicamente pudo ser concebido desde las trampas de la fe y la moral católica y evangélica.

¿Cómo entender, si no, que un proyecto de vida ideado como defensa del derecho y contrapeso a los abusos de poder, se haya fincado desde el engaño? A la edad en que la ministra Esquivel Mossa decidió dar por concluidos sus estudios profesionales, redactar su tesis de licenciatura, presentarla y recibirse como abogada, tenía el suficiente discernimiento para distinguir entre conducta honorable y simulación y dolo. Aceptó su título a sabiendas que no debía.

Pero abundó y escaló puestos con la idea, el designio, el propósito de que pronto podría servirse, en lugar de servir.

Para colmo, en Twitter de Ignacio Morales Lechuga, nos enteramos de que Delfina Gómez tuvo idéntico comportamiento. Textual: “¿Se acuerdan cuando @delfinagomeza fue encontrada culpable de desviar el salario de trabajadores en Texcoco? Pues ahora resulta que su tesis de licenciatura no existe, su maestría fue plagiada y sus segundos estudios en el “CESE” no existen”.

¿Dónde, entonces, la regeneración nacional, la moral, la purificación de México? Pagaremos caro los desatinos de los que hoy gobiernan.

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