GREGORIO ORTEGA MOLINA
*Hoy se desgañitan las plañideras de la 4T en la denuncia de la tontería, más bien estupidez de Marko Cortés, hecho que su santo patrono, Andrés Manuel López Obrador supo aprovechar, para ocultar más sus enjuagues en lo oscurito y la corrupción de los señores López Beltrán, clamando al cielo que se divulgue el salario de Carlos Loret de Mola
En todo ascenso al poder se establecen acuerdos y compromisos algo más que discretos; además, la secrecía es condición para que se disponga de “dinero político” -para no enturbiar origen y destino-. Unos adquieren favores, otros conceden las mercedes.
En afán de la renovación moral, del combate a la corrupción y la transparencia, lo que fue sencillo se complicó. Las aportaciones electorales, los recursos económicos para la operación política de diversa índole siguieron un camino inequívoco, hasta que empezaron a exigir recibos y se empeñaron en dejar constancia de los “arreglos” mudos, como todavía se pactan en casi todas las naciones. El asunto era sencillo: te entrego recursos para la operación electoral, me debes entregar un triunfo en tu Distrito, tu municipio, tu entidad federativa.
Hoy lo practican de manera distinta, a través de los servidores de la nación y la narrativa política, para imponer la mentira más difundida del sexenio: es Andrés Manuel López Obrador el que da al México bueno y sabio los recursos de los plásticos del bienestar. Nada más falso.
Ese dinero, esas dádivas, esas migajas son de origen fiscal, producto de los impuestos que todos pagamos, ya sea en IVA o al trabajo, o por las inversiones o las rentas cobradas. Andrés Manuel López Obrador tuvo el acierto de transformar los plásticos del bienestar en “dinero político”, lo que equivale a que los mexicanos saquemos el monto de la bolsa derecha, para guardarlo en la izquierda. Debe entenderse, lo repartimos entre nosotros porque es nuestro. Proviene de nuestro esfuerzo.
No es nuevo, recuerden la cena de Carlos Salinas de Gortari donde pasó la charola a un grupo de empresarios, a los que literalmente “sableó” para que el PRI conservara el poder Ejecutivo.
El actual presidente constitucional de México no llegó solo, debió sufrir desdenes, malos tratos, porque así es el ascenso (un titular de Gobernación me confió que lo que más odiaba era el timbre de la red presidencial, y la imperativa voz del “amo”) que conduce a sentarse en la silla del águila.
Debiera documentarse cuántas veces y cuánto recibió de manos de Manuel Camacho Solís en las oficinas del Regente, sólo “dinero político” para el movimiento que lo condujo a él al año 2000 y al umbral del poder tanto ansiado.
¿Qué hay detrás de la cancelación del AICM-Texcoco, porque nunca documentó la mala administración?; ¿a quién le debía el servicio de hacerlo así, al supuesto amparo de la ley y con una encuesta “gansito” no vinculante? ¿Quién cobró su contribución de esa manera, porque fue definitiva para ayudarlo a convertirse en el inquilino de Palacio Nacional?
Es audaz AMLO en el fraseo para convencer y simular, pues convirtió el “dinero político” entregado a los suyos y a sus fieles en sobre amarillos, en aportaciones para el movimiento, y fue capaz de revertir la torpeza de Delfina en éxito electoral, como transformará la delación de Sanjuana Martínez en un acierto para Claudia Sheinbaum, gracias a la torpeza o estupidez de Marko Cortés de suscribir por escrito lo que se acuerda con un apretón de manos y con el compromiso de cumplir.
Las alianzas electorales, querámoslo o no, conducen a ese tipo de arreglos. Favor con favor se paga, pero no se firman ni se divulgan. Los operadores políticos de hoy en la oposición deben aprender de AMLO y sus diligentes servidores de la nación electorales -incluidos los miembros de su familia-, que lo hacen porque lo han hecho hace mucho, pero en lo oscurito.
¿Por qué no reclamarle, exigirle, que transparente los puntos del enjuague entre él y Dante Delgado, porque existe, pero está formulado a la palabra? ¿O los logrados con Carlos Slim? ¿Y Salinas Pliego?
Hoy se desgañitan las plañideras de la 4T en la denuncia de la tontería, más bien estupidez de Marko Cortés, hecho que su santo patrono, Andrés Manuel López Obrador supo aprovechar, para ocultar más sus enjuagues en lo oscurito y la corrupción de los señores López Beltrán, clamando al cielo que se divulgue el salario de Carlos Loret de Mola.
Lo que debe dejar claro y transparente es la conversación sostenida entre él, Claudia Sheinbaum y Carlos Slim cuando enjuagaron sus arreglos para la Línea-12, en la que el dueño de CARSO se enteró del valor político de la corcholata, y por eso la apoyó con silencio, porque el billete lo puso el gobierno federal.
Ya ni cómo documentar esa turbia relación con la finada María Consuelo Loera, y su tolerancia a Ovidio, y la incapacidad de resolver el caso Ayotzinapa. Imposible no sospechar complicidades, más que enjuagues.
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