GREGORIO ORTEGA MOLINA
*Nos equivocamos en anticipar lo que se nos avecina, no es Plutarco Elías Calles y el Maximato, sino Álvaro Obregón y los cambios constitucionales, para reescribir la historia de la no reelección. Vimos el ensayo con Jaime Bonilla Valdez y Arturo Zaldívar Lelo de Larrea; está en el intento de conseguir 4 años más, para lograr lo que obtuvo Juárez, una presidencia de DIEZ AÑOS
Imposible determinar cuántos precandidatos y candidatos morirán ejecutados en este proceso electoral. Hasta febrero 14 la cifra era de 16, pero faltan los 90 días en los que la contienda por el proyecto de nación se enardecerá, primero por el lenguaje y la fuerza del poder presidencial, y por la respuesta de una oposición que no está manca.
Después, porque Andrés Manuel López Obrador es hábil para incumplir su mandato constitucional y olvidarse de que la ley es la ley: libro de memorias -reales e inventadas- redactado por un amanuense, propuesta de reformas constitucionales, zopilotea el cadáver de Luis Donaldo Colosio, más ideas adicionales que se le ocurran en el transcurso de los días, porque está aferrado a la silla, al Palacio, al poder, a la voz de la seño Vilchis, por eso decidió no hacerla candidata.
La mayoría de los mexicanos decentes tienen el pálpito de que la elección no será limpia, de que asisten a una confrontación entre la sociedad y el supremo poder de la República, encarnado en la institución presidencial, fuente primigenia del poder político y de la corrupción que lo apuntala y lo sostiene. Saben que la amenaza es grave.
¿Dónde la legalidad constitucional? El Tribunal Federal Electoral pronto dará color, y justificará todo delito que emane de la boca del presidente de la República, de su caletre y de su sosias, Claudia Sheinbaum. Se ensañarán con Xóchitl Gálvez.
En cuanto al INE, el tropezón se dará con el PREP. Si a Manuel Bartlett se le cayó y calló el sistema, a Guadalupe Taddei Zavala ya le indicaron el camino que debe seguir, porque se anunciarán los resultados que le indiquen desde Palacio Nacional. Estamos ante una elección de Estado.
De la acción penal para buscar a los asesinos e instigadores de las ejecuciones políticas, me temo que los deudos habrán de esperar sentados -y posiblemente dormidos- la procuración de justicia, porque se pelotearán los crímenes entre la federación y las entidades federativas, para que nada se resuelva, que es como mejor se pacifica al país: todos quietos, para que nada cambie y el presidente de la República sea feliz, feliz… feliz.
La conclusión de lo que hoy nos sucede, se la cedo a Leonardo Padura en su Personas decentes: “… la certeza de que el pasado nunca termina. Ni siquiera con la muerte. El pasado es todo lo que ha sido, cada instante que hemos sido y es tan empecinado que siempre decidirá lo que seremos. Si se borrara el pasado, dejaríamos de existir. Contra esa condena tremenda los hombres buscamos alternativas que hagan menos pesada esa carga inevitable. La más recurrida, claro está, es el olvido. Es una forma de ocultar alguna parte de la carga de ese pasado para poder lidiar con el presente y hasta tener la vanidosa pretensión de mejorarnos el futuro. En este país, donde tantas historias se reescriben, donde tantas cosas se funden bajo capas de olvido programado (cada mañana), mucha gente se empeña en reescribir su pasado, aunque sea en vano”.
Y sí, nos equivocamos en anticipar lo que se nos avecina, no es Plutarco Elías Calles y el Maximato, sino Álvaro Obregón y los cambios constitucionales, para reescribir la historia de la no reelección. Vimos el ensayo con Jaime Bonilla Valdez y Arturo Zaldívar Lelo de Larrea; está en el intento de conseguir 4 años más, para lograr lo que obtuvo Juárez, una presidencia de DIEZ AÑOS.
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