GREGORIO ORTEGA MOLINA
*Debemos puntualizar: los programas sociales los pagamos los mexicanos, todos. Contribuimos a ello con el impuesto más elemental, como lo es el IVA, hasta el ISR, los impuestos especiales por importaciones y exportaciones, etcétera. La idea original es que esa recaudación contribuyera a crear riqueza, pero así, sin crecimiento económico digno que los sustente, sin la creación de empleos, sin nuevos profesionistas, sin escuelas que “produzcan” inteligencia natural, no artificial, me temo que estamos jodidos
Ahora que pronto estaremos inmersos en el fragor de las campañas políticas y de la difusión de mentiras, desmentidos, aciertos y desaciertos y medias verdades, es oportuno esforzarnos por dejar claro de dónde proceden los recursos económicos de los programas sociales, cuánta riqueza contribuyen a producir, o si sólo es un costo adicional para alargar la sensación de una paz social inexistente, debido a la violencia que se muestran incapaces de contener
¿Qué ofrecen seis mil pesos al bimestre a un adulto mayor, qué le garantizan, si carece de vivienda propia, de alguna manera de “buscarse la vida” en la economía informal, entre delincuentes o como ratero hormiga? ¿Se lo quitan sus hijos, lo comparte con su cónyuge para hacerse la ilusión de que comerán como antes, vestirán ropa nueva que no sea comprada de entre la usada, se darán el gusto de alguna comida chatarra, ir al cine o pagar un boleto de autobús para correr a visitar a algún pariente, incluso con el riesgo de desaparecer, como los de San Fernando?
De la misma manera se cuestionan los beneficiarios de Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el Futuro y Becas para el Bienestar Benito Juárez de educación básica. A los menores se los administran sus padres, ¿alguien sabe cómo?; los jóvenes ni siembran vida ni construyen el futuro, a duras penas tienen idea de lo que quieren hacer al día siguiente, y buscan la manera de llegar hasta el próximo depósito sin tanto sufrimiento. Con considerar los resultados de la última prueba PISA y aceptando que los jóvenes de hoy difícilmente comprenden lo que leen, aquilataremos lo que realmente se construye con ese dispendio de recursos fiscales que nada producen y sí funcionan como un pago de protección para que la raza, incluidos los ancianos, no se les alebreste.
Debemos puntualizar: los programas sociales los pagamos los mexicanos, todos. Contribuimos a ello con el impuesto más elemental, como lo es el IVA, hasta el ISR, los impuestos especiales por importaciones y exportaciones, etcétera. La idea original es que esa recaudación contribuyera a crear riqueza, pero así, sin crecimiento económico digno que los sustente, sin la creación de empleos, sin nuevos profesionistas, sin escuelas que “produzcan” inteligencia natural, no artificial, me temo que estamos jodidos.
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