*Lo primero que se necesita es el proyecto. El armazón ideológico, constitucional, jurídico, económico y político capaz de sustituir lo que Álvaro Obregón destruyó por el capricho de reelegirse. Inútil soñar con el regreso del milagro mexicano, nos urge un renovado aliento, para después vestirlo con un nuevo rostro
GREGORIO ORTEGA MOLINA
Una persona, un suceso, un hartazgo galvanizó a la sociedad en 1988. Los mexicanos fueron capaces de organizarse y crear el FDN. Hoy están en la anomia social y política. Los desacreditan y les mientan la madre todas las mañanas desde la tribuna presidencial, pero nada hacen para modificar el futuro.
Políticos con empatía por los jodidos y atentos a la necesidad de modificar el modelo político, propusieron y crearon la corriente democrática dentro del PRI, que parecía incólume; un grupo de intelectuales preocupado por el “choque de trenes”, conceptuó e impulsó al Grupo San Ángel. Nada desde entonces, les jugaron el dedo en la boca con la alternancia, para posponer la tan necesaria transición e incluir la reforma al Poder Ejecutivo. Jefe de Estado, sí, pero no jefe de gobierno. Romper corrupción e impunidad requiere pasar por un presidencialismo parlamentario.
Si algún grupo de mexicanos desea ofrecer un futuro a sus compatriotas y darles un nuevo proyecto de nación, deben saber que el cambio no puede transitar por los partidos políticos tradicionales, porque quienes los administran están empeñados en conservar sus fueros y privilegios. Tengo la impresión de que Dante Delgado olvidó sus quince meses en Pacho Viejo, cárcel donde el clima no es precisamente una bendición. Hoy, otra vez, parece entregado a las componendas, en lugar de ciudadanizar su proyecto y sumarse al cambio.
Están, en la supuesta e inexistente oposición, en la necia por encontrar un nombre providencial, capaz de vencer y destruir, en unos meses, lo construido por Andrés Manuel López Obrador durante años. Si insisten, perderán tiempo, dinero y la empatía de los mexicanos.
Lo primero que se necesita es el proyecto. El armazón ideológico, constitucional, jurídico, económico y político capaz de sustituir lo que Álvaro Obregón destruyó por el capricho de reelegirse. Inútil soñar con el regreso del milagro mexicano, nos urge un renovado aliento, para después vestirlo con un nuevo rostro.
¿Seremos o no capaces de construir una candidatura ciudadana? Es necesario refrescar nuestro ámbito político, tan lastrado por la corrupción y sus nexos con la delincuencia organizada. De lo que suceda en los próximos meses debe surgir un México renovado, sin el lastre de esas siglas políticas que tanto dinero y tanto pospuesto futuro nos ha costado. Lo otro será codearnos con Haití.
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