LA COSTUMBRE DEL PODER/ AMLO se aclimata en Palacio Nacional, ¿de qué o quién se oculta?

GREGORIO ORTEGA MOLINA

*Por lo pronto cruzamos ya el umbral de una crisis constitucional. Regresar al otro lado de la puerta no será sencillo. Debemos preguntarnos si en los ocho ministros y sus otros consejeros jurídicos hay la sutileza necesaria para evitar que se los almuercen de un bocado, la lucidez exigida para engañar a los engañadores, y así evitar que a México lo sumerjan en un baño de sangre, que en eso terminan los intentos dictatoriales. Para evitarlo tendrían que despedirse de la toga ya, para que la 4T se muestre tal cual es. Victoriano Huerta está a la vuelta de la esquina, y el hedor de Plutarco Elías Calles resurgió con el discurso del segundo piso de la 4T

Repitió -hasta el cansancio de su auditorio- que el 1° de octubre se iría, de prisa y sin escala, a reponerse de su gobierno de sobresaltos en su finca de Palenque, cuyo origen y propiedad no es del todo transparente, como tampoco lo son las obras realizadas para garantizar su seguridad física, aunque nada puede asegurar su paz espiritual, su tranquilidad mental.

Luego, un día próximo a la conclusión de su mandato, nos salió con el cuento de que mejor no, porque necesitaba tiempo para aclimatarse (o “aclichingarse”, como reza el refrán). Así, de buenas a primera decidió permanecer muy cerca del Zócalo, quizá agazapado en algún recinto de ese Palacio Nacional que considera de su propiedad. Hoy conoce bien ese domicilio presidencial, y si determinó permanecer en la Ciudad de México, no es imposible que ahí se encuentre.

Difícil constatarlo, pondrán especial cuidado de que nada se sepa, por eso la sede del Poder Ejecutivo fue amurallada. Hay datos, decisiones, actividades que permiten suponer que su susurro es escuchado por Jesús Ramírez Cuéllar, quien continúa operando como siempre lo hizo desde que lo encargaron de la narrativa política del gobierno. Y con toda certeza también ese murmullo macuspano alerta los oídos de Pablo Gómez, Adán Augusto López, Ricardo Monreal, Alejandro Gertz Manero… y en menor grado Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente.

¿Podremos saber algún día dónde decidió aclimatarse Andrés Manuel López Obrador? ¿En qué momento tomó, o tomará posesión de la zona habitacional de Palacio la doctora Sheinbaum Pardo? ¿Solicitó adecuaciones de carácter decorativo? ¿Llevó a su nuevo y transitorio hogar a su servicio doméstico? ¿Quiénes cuidan de su salud, de su seguridad? ¿Quiénes son sus auténticos interlocutores?

Por lo pronto cruzamos ya el umbral de una crisis constitucional, y regresar al otro lado de la puerta no será sencillo. Debemos preguntarnos si en los ocho ministros y sus otros consejeros jurídicos hay la sutileza necesaria para evitar que se los almuercen de un bocado, la lucidez exigida para engañar a los engañadores, y así evitar que a México lo sumerjan en un baño de sangre, que en eso terminan los intentos dictatoriales. Para evitarlo tendrían que despedirse de la toga ya, para que la 4T se muestre tal cual es.

Victoriano Huerta está a la vuelta de la esquina, y el hedor de Plutarco Elías Calles resurgió con el discurso del segundo piso de la 4T.

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