LA COSTUMBRE DEL PODER

¿China como vértice y vórtice del cambio de civilización?

*Malraux lo entendió bien: los chinos estudian a Occidente porque intuyen que parte de su destino consiste en transformarlo, para bien o para mal

GREGORIO ORTEGA MOLINA. Es posible -no probable para los que comparten mi edad- que en 10 lustros la civilización Occidental deje de ser referente y centro de lo que mueve al mundo. El humanismo, si sobrevive, tendrá nuevo rostro… la fe y sus consecuencias son el otro aspecto del panorama.

Me supongo que Vladimir Putin y sus asesores midieron las consecuencias de la decisión de “ocupar” Ucrania de manera militar, y para todo asunto que concierna a su vida y economía. Habrá que releer La tentación de Occidente, pequeño enorme texto donde André Malraux nos abre los ojos acerca de lo que puede ser el futuro. Comparto con ustedes la esencia de su reflexión. En ocasiones la voz pertenece al chino, en otras al amigo europeo. El discernimiento de saber cuál es cuál, carece de dificultad.

Las ilusiones que creó en nosotros, Chinos, son poco precisas para que podamos encontrar enseñanzas o placer en su modificación: los libros, y nuestra propia angustia, nos motivaron a buscar el pensamiento de Europa, más que sus formas.

Difícilmente entiende usted que para ser no es necesario actuar, y que el mundo lo transforma mucho más de lo que usted puede transformarlo.

El tiempo es lo que ustedes (europeos) le hacen, y nosotros somos lo que él nos hace.

Se empeñan en medirlo todo ajustado a la duración e intensidad de una vida humana.

Occidente nació con el rostro de Minerva, con sus armas, y también los estigmas de su futura demencia.

Unos instantes de soledad y de aburrimiento son suficientes para hacernos reencontrar, en nosotros mismos, el débil recuerdo de las armas brillantes: la gloria suprema de los dramas de la historia y del arte es comprometerse todos los días hasta el fondo de innombrables consciencias obscuras. Allí está el alma occidental: el movimiento en el sueño.

Occidente, que ignora el opio, conoce la prensa. Esta lucha de ambiciones victoriosas y vencidas de un día: un periódico ¡qué mundo no agita detrás de esas pupilas de ojos ausentes! Es lo que hace de la existencia de los hombres de nuestra raza existencias encerradas en muros. Nada resuena en ellas con el sonido previsto. Sueñe, mi querido Amigo, que no hay hombre que no haya conquistado Europa. Qué posibilidades de desprecio.

Malraux lo entendió bien: los chinos estudian a Occidente porque intuyen que parte de su destino consiste en transformarlo, para bien o para mal.

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