MARÍA MANUELA DE LA ROSA A. Estamos presenciando no sólo el juicio del siglo a partir de la detención en Estados Unidos del súper secretario, súper policía y súper funcionario mexicano Genaro García Luna, que es considerado un traidor no sólo al Estado Mexicano, sino a los Estados Unidos, donde fue condecorado y gozó de una gran influencia. También por otro lado vemos como las sospechas de corrupción han generado la renuncia en cadena de importantes funcionarios ucranianos. La tentación del poder y el dinero es tan grande que puede permear en todos los ámbitos, aun en los que supuestamente debe privar la honestidad y un alto sentido del honor y el deber.
El deterioro de los valores hace que los funcionarios recurran a medios totalmente ilícitos para servirse de su posición, cuando se han comprometido de manera formal e incluso jurando lealtad ante su Constitución o su Biblia, cuyos contenidos condensan y recopilan los más altos valores y normas de una nación, lo que necesariamente conlleva una gran traición al pueblo al que dice servir.
Independientemente de conceptos éticos y morales, están los sistemas jurídicos y vemos como las leyes, tan ponderadas en un sistema democrático, en estados de derecho, no necesariamente se aplican de manera universal. Aunque Némesis aparece en cualquier momento, aún sin que la coyuntura se presente.
Es el caso del súper secretario García Luna, hombre tan poderoso que pudo estar por encima incluso de mandatarios durante prácticamente tres sexenios. Comenzó a figurar en los primeros niveles a partir de la administración de Vicente Fox Quezada, donde se le otorgaron amplios poderes para transformar la antigua Policía Judicial Federal en la Agencia Federal de Investigación, donde se destinaron recursos multimillonarios con la promesa del cambio, de una nueva manera de impartir justicia, con inteligencia, con la ley en la mano y a través de la innovación, con personal capacitado, preparado, adiestrado.
Lo curioso es que sí, se contrató a personal universitario, se le capacito, incluso en el extranjero, pero las cabezas, el equipo de García Luna, con una preparación sin cuestionar. Los tiempos de Jazmín Esquivel no son de ahora. Incluso el mismo Fox, que no concluyó su carrera, apenas tomó posesión y misteriosamente presentó su examen profesional en privado en la Universidad Iberoamericana para adquirir el título de licenciado, lo mismo que luego hizo el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, que no sólo no terminó sus estudios, sino que fue estudiante por décadas, él también obtuvo su título de licenciado, sin que se haya sabido si hizo su examen profesional en la máxima casa de estudios, la UNAM, a la que ahora tanto desprecia. Como estos, seguramente muchos casos más. Y se llama corrupción, aunque las formalidades existan. En la Era de la Información pocas cosas escapan del conocimiento público.
Un título universitario certifica determinados estudios y capacidades, pero no necesariamente es sinónimo de sabiduría, pues tenemos muchos ejemplos de autodidactas geniales y cultísimos como Jorge Luis Borges, José Saramago, Quentin Tarantino, Juan José Arreola. Y el caso no es elogiar los títulos universitarios, sino la calidad moral de las personas que los ostentan. Y vemos que hasta en ello hay corrupción, aunque no necesariamente es el aval del nivel intelectual.
Con el juicio a García Luna saldrán muchos nombres, no sólo de narcotraficantes conocidos, sino de altos funcionarios, comenzando por los que han ocupado los niveles más altos en el gobierno mexicano a lo largo de más de dos décadas. Los testigos que serán llamados son en su mayoría delincuentes del muy alto perfil, aunque también personas sin reputación alguna, sin palabra de honor y sin el más mínimo sentido del deber y de los valores, pero no tienen nada que perder y si mucho que ganar dado que están como testigos protegidos.
Aunque se ha dicho que no hay pruebas de sus acusaciones, el solo hecho de nombrar a importantes personajes de la política es suficiente para sembrar la duda y muchas veces la certeza, porque el no actuar en su momento cuando tuvieron el deber de cumplir la ley y no lo hicieron, es prueba suficiente de su culpabilidad. Ahí seguramente serán señalados procuradores, funcionarios de seguridad pública, abogados, legisladores, jueces y hasta empresarios multimillonarios. El poder que concentró García Luna no es para menos.
La pregunta que también debemos hacernos es si serán señalados los funcionarios norteamericanos, o al menos los nombres de los grandes capos de ese país, porque la droga no se mueve sola por todo Estados Unidos, el mayor consumidor del planeta.
Y por otra parte, en el otro lado del mundo, donde un pueblo lucha por su supervivencia, veremos si los funcionarios ucranianos a quienes se les ha pedido la renuncia, sólo serán apartados del cargo en lo que dura la guerra, o serán enjuiciados por traicionar a su patria, porque corromperse en momentos tan cruciales en donde está en juego la vida de miles, es un crimen deleznable lucrar con el dolor.
El tiempo nos lo dirá.