Elvira Gomezturja
Ciudad de México, 04 de diciembre (entresemana.mx). Una de las peores y más cruentas batallas que puede librar un ser humano es sin duda en contra de las adicciones. El actor Alonso Echánove (1954-2022) que falleció el 30 de noviembre, peleó y ¡ganó! Como cualquier adicto, en la lucha y antes de ganar la pelea final, perdió muchas cosas, sin embargo, la esperanza lo sostuvo y su familia jamás lo abandonó.
A la primera de Los Echánove que entrevisté fue a Marisol, a la bella de voz privilegiada María del Sol tenía éxitos colocados en la radio Barato, Un nuevo amor, No prometas lo que no será, Girando, Girando, Quiero tu vida. Fue la Grizabella de la obra musical Cats. Vivía en la calle de Zamora en un departamento muy lindo.
Después me tocó ser compañera de trabajo de su hermana Peggy Echánove. Hacía crítica de cine para un programa de televisión llamado El mundo del espectáculo que conducía Pati Chapoy y del cual yo era reportera.
Entrevisté a la madre de los tres: la actriz doña Josefina Echánove, una señora encantadora, mística, serena, opuesta al torbellino que fue su hijo.
Alonso fue un actor muy prolífico, filmó cerca de 100 películas, más de 100 obras teatrales, más de 20 telenovelas. Nombre y prestigio se vieron opacados por alcohol y drogas cuyos estragos sufrió 28 largos y dolorosos años.
Alonso era un gran actor con talento y personalidad. Su carrera se prolongó por más de cinco décadas. 20 años dirigió el grupo de actuación de la Universidad de Guanajuato, estado mexicano en el que nació y donde pasó sus últimos años.
En el 2000 concedió una entrevista para El Universal y así se refería a su consumo de sustancias al cumplir dos años de abstinencia: «Mi egoísmo, mi maldad y la soberbia que tenía eran factores más fuertes que mi voluntad y mi respeto hacia mí mismo. Nadie te obliga a nada y drogas en todos los niveles hay. Tal vez en el ambiente artístico uno esté más vulnerable a estar en contacto con ella y por lo mismo, te cuesta más trabajo salir. No es fácil sobreponerte cuando la pruebas y mucho menos salir con vida de esto».
Echánove se destacó en las décadas de los 80s y 90s, en telenovelas como La otra, La indomable, Juana Iris, Gabriel y Gabriela, Martín Garatuza, Amarte es mi pecado, y El extraño retorno de Diana Salazar.
El joven Alonso debutó al lado de su madre en el filme A fuego lento (1980) con música de Dámaso Pérez Prado y con la dirección de Juan Ibáñez. Participó en La mujer del puerto, La mudanza, El costo de la vida, Mentiras piadosas que le valió su primer Ariel como Mejor actor en 1989 y cuatro años después recibió otro Ariel por Modelo Antiguo con Silvia Pinal. Recibió otras cuatro nominaciones.
Comenzó a disfrutar la fama, sus mieles, las ofertas de trabajo llegaban una tras otra y sus adicciones iniciaron a destruirlo poco a poco. Así recordaba su primer contacto con las drogas: “Empecé como a los 14 años, fumando mota, después inhalé cocaína, y después encontré el bote”. Su adicción creció y para 1994 confesó que alguna vez pagó hasta 60 mil pesos en cocaína. Su mamá y hermanas, también enfrentaron problemas a causa de sus adicciones: robos, chantajes, extorsiones de los traficantes que le proveían. Desesperadas buscaron ayudarlo y fue internado en ocho clínicas de rehabilitación y cuatro psiquiátricos: “Vivía para la droga. No me importaba nada más. Ni mi hija, ni mi mamá, ni nadie más. Lo más importante para mí era buscar la droga, yo a veces veía a las fans y les pedía dinero”.
Su salud pronto comenzó a deteriorarse hasta sufrir seis infartos cerebrales que lo dejaron semiparalizado del rostro, preinfartos cardíacos, fracturas en piernas, clavículas y varios intentos de suicidio. Vivió en la calle, durmió en basureros, sin ropa, pidió limosna, siempre viendo como calmar su sed de consumo.
1996 fue el año en que el actor sufrió un infarto cerebral derivado de su adicción al crack.
Su vida pendía de un hijo. El resultado fue que probablemente no hablaría de nuevo y no podría comer. Pese a los pronósticos salió adelante y a los pocos días se estaba drogando de nuevo.
Tuvo cuatro infartos más y decidió tajantemente alejarse del vicio.
En 1998, ya había vivido un año libre de sustancias, cuando llegó el sexto ataque cerebral que lo dejó con secuelas permanentes en el habla y la marcha: “Perdí las ganas de vivir. Fui muy soberbio, un sofista: todos estaban equivocados, menos yo. Perdí el respeto a mí mismo, a mi familia, al trabajo, la dignidad. Económicamente perdí todo. No soy un exadicto, soy un adicto en recuperación. Ahora vivo el día de hoy. Con gusto y respeto a las cosas que me suceden. No pienso en el mañana, solo en el hoy”, externó en entrevista para El siglo de Torreón en 2005.
Tras su rehabilitación, Alonso Echánove se dedicó a dirigir el grupo de actuación de la Universidad de Guanajuato por más de 20 años. Fue profesor de Salma Hayek, Luis Felipe Tovar, Carlos Tavera, entre otros. El 17 de noviembre de 2021 recibió un homenaje en el Teatro Juárez por su trayectoria, en el marco de la primera edición del Bajío International Film Festival.
Alejado de los foros, Echánove jamás ocultó su pasado y cada vez que podía, ofrecía charlas sobre adicciones y la fama, como le dijo el excoordinador del Cine Club de la Universidad de Guanajuato y promotor cultural José Luis Jiménez, a la revista Proceso, “Alonso comentaba que se vino a reconciliar consigo mismo a Guanajuato”.
En su natal Guanajuato, vivió su mayor infierno, encontró el camino a la recuperación y recobró la paz perdida.
Echánove es sinónimo de inspiración, de esperanza, para los que enfrentan cualquier adicción. La moraleja de su existencia es que sí es posible ganar, sí hay convicción de iniciar una vida nueva y no morir a causa de las adicciones.
Lo despido de este mundo con una ovación, lo mismo para decirles adiós también a Jorge Zamora Montalvo Zamorita (1928-2022) actor y compositor del legendario Bomboro quiñá quiñá y a La Rubia de Categoria Gina Romand (1938-2022). Descansen en paz.
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