LA CAJA DE PANDORA/ Adiós a Irma Serrano una Tigresa sin dueño

Elvira Gómezturja

Ciudad de México, 05 de marzo (entresemana.mx). Estaba frente a Irma Serrano La Tigresa, cuando escuché el tintineo de algo que cayó al piso del foro desde donde se transmitía en vivo el programa producido por Alexis Núñez, Vida TV. La mirada de las dos buscó el causal del ruido. Doña Irma vio su mano y se había desprendido una gema de su anillo. Me agaché a rescatar la piedra y se la entregué. La Serrano buscó donde guardarla, pero su bolso estaba en el camerino. Extendí mi mano y pregunté: “¿Desea que se la guarde?” Me miró desconfiada y entendí. Le propuse: “No se preocupe, le dejo mi anillo en garantía”. Sus ojazos verdes sonrieron. Claro que mi anillo no era de kermés, pero no tenía comparación con el tamaño y precio de la gema de su propiedad. Sin embargo, mi propuesta le hizo gracia y accedió. Al final de la emisión devolví la piedra a su dueña.

La señora Serrano no fue mi amiga. Fue una mujer que entrevisté varias veces. Nunca me desgreñó, ni me agredió,  como a otras compañeras. La vi en el salón de Alfredo Palacios a donde llegaba frecuentemente con sus pequeños perritos, en su teatro el Fru Fru, en su departamento de Polanco y en su casa de Reforma-Lomas. Siempre fue linda, discreta, alguna vez platicamos sentadas en su cama y era una mujer, no tengo duda, profundamente sola.

Por eso no me asombra que comprara compañía. Es desalentador presenciar como una mujer tan guapa, simpática y lista es incapaz de construir una relación duradera. Irma fue de las primeras feministas que sabiendo consciente o inconscientemente que posee inteligencia y talento, echan mano de sus encantos para que un hombre sea la plataforma de lanzamiento, protección y logren destacar. Ese ha sido el camino para muchas mujeres durante muchos años.

Ese es el arranque de su libro A Calzón Amarrado que escribió Elisa Robledo sobre la vida de Irma, platicando su anhelo de ser contratada en los Estudios Churubusco y todos los que aprovechando su posición de poder, trataron de “fajarla o propasarse”, cuando según sus propias palabras, su primera intención fue “llevar una carrera limpia, digna, honesta, pero era inútil”. Es apenas hoy que se empiezan a pedir y poner límites. En 1962, año en que La chiapaneca empezó a tocar puertas, ese era el destino de las artistas. Si carecían de un respaldo masculino, un padrino poderoso, todas las intentonas eran pérdida de tiempo. Menciona a Ismael Rodríguez, productor de tantos éxitos cinematográficos con Pedro Infante que la llevó a un motel y ella se resistió. O a Armando Silvestre, galán de aquella época, que no quiso darle un aventón a su casa en medio de una tormenta porque “él no levantaba extras”.

Irma Consuelo Cielo era prima de la escritora Rosario Castellanos. Fue Chayito, como la llamaba cariñosamente,  quien convenció a la mamá de La Tigresa para que estudiara en la capital porque era una niña muy lista. Así se trasladaron a la ciudad y la internó en el colegio del Sagrado Corazón de donde fue expulsada por hurtar alimentos. La inscribió en otro colegio del que también fue expulsada. Rosario decidió pagarle la colegiatura para que aprendiera inglés.

Irmita fue una niña que semejó a un torbellino. Sus papás se divorciaron a sus siete años y se fracturó su vida. Al casarse su madre de nuevo, una noche golpeó a su padrastro causándole una conmoción cerebral, en la iglesia le quemó las trenzas a su mamá, en la nave principal de la iglesia gritaba majaderías. Era pues, una escuincla difícil de controlar.

Provino de una familia pudiente. Su madre era dueña de más de 10 haciendas, tenía a su servicio más de 25 mucamas, allá en Comitán de Domínguez, Chiapas, México. Irma encontró el amor maternal en su nana, una hechicera conocedora de secretos generacionales de la que decían era un nahual; seres que se convierten en diferentes animales y son dueñas de conocimientos sobre la herbolaria. Desde su infancia creía en la brujería y en los 70s tenía a su nana en una de sus casas de Acapulco. La Serrano decía que había nacido bruja.

Entrar a su casa, era ingresar a un mundo mágico y un tanto aterrador. Recuerdo la bienvenida que daba su diablo desnudo, pero más que eso, inolvidable era un óleo de ella desnuda, al estilo del de La Maja de Goya que revelaba por qué tantos se enamoraron de ella. También llamaban la atención la cantidad de objetos, seguramente muy finos, y su lugar de ubicación. Recuerdo que tenía juegos de té abajo de los sillones. Eran tantas cosas que ni siquiera se podía disfrutar tal cantidad de antigüedades. Diego Rivera la pintó en dos ocasiones.

La Tigresa creó su personaje y nunca se desprendió de él.  Actuó en cine, teatro y televisión, cantó en diferentes foros, grabó discos, produjo teatro y escribió libros. Fue aguerrida, provocadora, irreverente. Confesó sus tres grandes amores, de los demás decía, solo fueron acostones. El primero fue a los 7 años, enamorada, de su primo el político Jorge de la Vega Domínguez, unos 14 años mayor que ella. Su segundo amor, que en realidad fue el primero a sus 17 años, fue el gobernador de Veracruz, Fernando Casas Alemán, mal visto para la época y el escándalo dio mucho qué hablar.

El tercero, su romance de un lustro, de 1969 a 1974, su relación con el presidente en turno Gustavo Díaz Ordaz. Lo conoció en una reunión de políticos y a partir de ese momento se convirtió en su amante. Es sabido que su esposa Guadalupe Borja estuvo al tanto de los costosos regalos que la actriz recibía, desde una lujosa mansión hasta antigüedades, y mucho se ha especulado que le obsequió la cama de la emperatriz Carlota y el billar de Maximiliano.

La persecución que comenzó a vivir Serrano por parte de la primera dama fue tal, que bloqueó sus proyectos en cine y en la música.

Como revancha, la cantante se las ingenió para llevarle serenata a su rival en amores hasta Los Pinos, residencia oficial del presidente, pero fue éste quien salió a recibirla para terminar con ella. Fue tal la indignación de la ojiverde que propinó una bofetada y le rompió el tímpano a Díaz Ordaz. Ipso facto el Estado Mayor Presidencial, encargado de la seguridad del presidente, levantó las armas, cortaron cartucho y el presidente con una señal evitó un desenlace funesto. Ese fue el capítulo final de su amorío.

Su tercer gran amor fue el empresario Alejo Peralta en los 70s. Irma declaró que anduvo con los mejores galanes de cine. Quería tener un hijo con alguno de estos tres: Andrés García, Rogelio Guerra, Jaime Moreno; finalmente no lo consiguió. De los recientes, que parecía más un truco publicitario fueron: José Julián con quien supuestamente se casó en una ceremonia mazahua y después se convirtió en su comadre, Patricio Zambrano y Alfonso DeNegris.

 

En los 90s incursionó en la política. Perteneció a las filas del Partido Revolucionario Institucional (PRI), ocupó un puesto en el Senado de la República representando a Chiapas en 1997. En el año 2000, se unió al Partido de la Revolución Democrática (PRD)  y también estuvo de forma independiente. En el 2003 la actriz externó su deseo de convertirse en presidenta de la República.

La Serrano escribió libros: A calzón amarrado, Una loca en la polaca, Sin pelos en la lengua.

El 1 de marzo Irma Serrano murió en Tuxtla Gutiérrez a los 89 años. Sus cenizas descansarán en la casa de su sobrino nieto Luis Felipe García, en la que pasó sus últimos 14 años alejada de los escándalos y llevando una vida de familia.

Este sábado recibió un homenaje póstumo en su teatro, que estuvo cerrado cinco años y abrió sus puertas para decirle adiós a su dueña. Irma fue la propietaria desde 1973, cuando de ser el teatro Virginia Fábregas lo convirtió en el Fru Fru, ubicado en Donceles 24 en el centro histórico de la CDMX.

Extrañaremos las aventuras de La Tigresa. Descanse en paz.

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