La aceptación social y los bailes populares

JAVIER ESQUIVEL DÍAZ. Con motivo de las festividades del día del niño y el día de las madres varios gobiernos municipales contrataron grupos y cantantes reconocidos para efectuar fiestas barriales.

En la Ciudad de México no faltaron representantes populares que, disfrazadas de heroínas y superhéroes, acudieron a colonias de bajo nivel socioeconómico a entregar juguetes de bajo costo.

Incluso, hubo maratones de baile en el que se publicitaban, cual estrellas de farándula, combos de legisladoras, legisladores y concejales. Ellas y ellos bailaron al unísono y anunciaron en un cuadrilátero de lucha libre a ganadores de rifas y sorteos.

Sin embargo, todas estas acciones -que no corresponden para lo que fueron electas o electos- no generan la aceptación, confianza  y cercanía social deseada por las legisladoras, legisladores y presidentes municipales.

La mayoría de la población beneficiada, saben la razón del festejo, pero incluso desconoce si son legisladores federales o locales, las causas sociales que ellas defienden y, lo peor aun, no saben el nombre y apellidos de sus representantes.

En el caso de los gobiernos municipales, la euforia es solo de unos minutos para la gente convocada por los mismos integrantes del cabildo. No toda la población a partidista acude al convivio popular. Ni les gusta, ni les interesa.

No obstante, el gasto -más no inversión de contratar a grupos y cantantes de renombre- es mayor al mediano plazo.

La opacidad de los contratos tendrá lugar por muchos meses, los comparativos de lo que se pudo hacer con esos recursos serán cada vez más presentes. La gente no olvidará sus necesidades de seguridad, de agua potable o de empleo.

Las preocupaciones sociales de la gente seguirán vigentes después de la última canción del cantante o banda de moda, así como los indicadores de la escasa aprobación de gobierno de las alcaldesas y presidentes municipales.

El invitar a su base dura de electores a festivales de barrio no garantiza el consenso mayoritario de la población a pesar de que se haya publicitado abrumadoramente en redes sociales.

El discurso oficial de las autoridades entre trovas y coros siempre será demasiado caro como para no generar popularidad.

La popularidad es la suma de propiedades como la confianza a los equipos de trabajo, el cumplimiento a las promesas de campaña, el responder a las necesidades más urgente de la gente, el ser y tener un gobierno cercano a la gente y atender sus expectativas, etc.

No hay hasta el momento alcalde, alcaldesa, legislador, legisladora que sume atributos positivos entre bailes y canciones. Me dará la razón cuando compare sus estudios de opinión y encuestas del próximo mes con las anteriores.

@javoesquivel

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