JUEGO DE PALABRAS/¿México está preparado para el voto electrónico?

YANETH TAMAYO ÁVALOS (SemMéxico, Querétaro). Uno de los temas que ha llamado la atención respecto de la reforma político-electoral, es la implementación del sistema de voto electrónico, del cual algunas y algunos integrantes del Instituto Nacional Electoral han manifestado que tal propuesta requiere gradualidad y mecanismos que garanticen la secrecía y las condiciones del voto.

Este tema, resulta complejo de abordar debido a que son muy reducidas las experiencias que han aportado los países que cuentan con este sistema, sólo 9 países en el mundo han implementado el voto electrónico. *

En la actualidad hay países que consideran la posibilidad de introducir este sistema con el fin de mejorar diversos aspectos de su proceso electoral. Sin embargo, algunos han claudicado debido a que la situación de sus países presenta conflictos de credibilidad hacia las instituciones y no existe un consenso político.

Lo que ha traído como consecuencia la eliminación total del voto electrónico del marco electoral de un país, como ocurrió en Alemania, Irlanda y los Países Bajos.

Entre 2005 y 2009, Irlanda invirtió más de EUR 60 millones en un sistema de voto electrónico sin comprobante impreso, para después llegar a la decisión de que el sistema no era confiable y requeriría una serie de modificaciones con un alto costo económico para que pudiese ser utilizado. Aunado a la falta de confianza, lo elevado de los costos derivó en la eliminación del voto electrónico en 2009. Ante la falta de una solución para la destrucción de las máquinas sin utilizar, el Gobierno tendrá que continuar cubriendo los costos de almacenamiento en el futuro cercano.

El derecho electoral comparado, observa este sistema como una herramienta para el desarrollo de la democracia, para generar confianza en la gestión electoral, para dar mayor credibilidad a los resultados de las elecciones y para aumentar la eficiencia del proceso electoral en general.

Aunque, el éxito del voto electrónico depende de ciertos factores sociopolíticos, técnicos y por supuesto económicos. Los cuales, sino se toman en cuenta, pueden generar complicaciones y malas experiencias, como en el ejemplo anterior.

Contar con un entorno sociopolítico positivo contribuye de manera significativa a introducir el voto electrónico e incluso puede encubrir temporalmente algunos problemas que puedan surgir en los detalles más técnicos de su implementación.

Las debilidades en los fundamentos operativos, técnicos o jurídicos tarde o temprano salen a la luz y pueden incluso desacreditar no solo el voto electrónico, sino que posiblemente todo el proceso electoral, en especial cuando en una elección hay mucho en juego desde el punto de vista político.

El escaso apoyo social y político puede obstaculizar la puesta en marcha de una solución confiable, ya que a las y los adversarios les resulta más fácil minar la confianza en la tecnología señalando debilidades.

En Bahréin el 2006, apenas unas semanas antes de la fecha para la que estaban programadas las primeras elecciones con el voto electrónico, el Gobierno decidió regresar al uso de la papeleta impresa debido a presiones de la oposición, que tenía sospechas de que el oficialismo cometería fraude.

También es necesario que se tome en cuenta que el voto electrónico tiende a quitar la responsabilidad del proceso electoral al funcionariado de casilla, trasladando al organismo electoral y particularmente al proveedor del sistema, por lo cual, el personal electoral requiere un nivel alto de especialización técnica y jurídica.

Esta especialización resulta importante para generar confianza y transparencia, de forma que las partes interesadas tengan acceso a los procedimientos y la documentación, especialmente cuando no se confía en los mecanismos de resolución de conflictos y denuncias electorales, ni en las instituciones de gobierno.

El voto electrónico no debe verse como una solución que resolverá la carencia de capacidades o de competencias de un organismo electoral. Por el contrario, puede resultar en una de las tareas más difíciles para mantener el control, la supervisión y la propiedad del sistema de voto electrónico, pues no hay que olvidar que estos sistemas en ocasiones dependen del proveedor y puede suscitarse la interferencia de este en el proceso electoral.

Ahora bien, es importante mencionar que uno de los desafíos más grandes a vencer es la credibilidad del proceso electoral en términos de la confianza y la fe pública.

Si bien, el voto electrónico puede eliminar ciertos riesgos de fraude, acelerar el procesamiento de los resultados, ampliar la accesibilidad, reducir costos y hacer que votar sea más cómodo para la ciudadanía. En algunos casos, no se logra cumplir con dichas expectativas.

Y esto tiene que ver con la forma en que se emite el voto, por lo general, en ambientes no supervisados por el organismo electoral, no hay certeza en la secrecía del voto, existe intimidación, cohecho, la pérdida del ritual del día de las elecciones, el impacto de la brecha digital -hay un sector de la población que no está familiarizado con la tecnología- y la separación técnica entre la identidad del votante y la papeleta, así como la integridad técnica del aparato desde el cual se emite el voto.

Además, se ha advertido que en algunos casos en donde no se tiene el control del aparato electrónico -tecnología móvil o público-, se ocasiona el registro de múltiples votos por una sola persona (voto por internet).

En México el 2016, las consultas de presupuesto participativo se llevaron a cabo mediante el voto electrónico -como blindaje del voto se estableció la emisión de un voto por celular-, sin embargo, el INE advirtió una votación atípica en dichas consultas, en donde se dio la compra de votos, coacción, acarreos a cibercafés y la compra masiva de chips telefónicos. **

En resumen, se puede advertir que los desafíos en la implementación del voto electrónico, radican en la certeza y la confianza que se le puede brindar al votante. La aceptación y adopción de este sistema, no puede darse de la noche a la mañana, se debe construir un escenario sociopolítico positivo, en donde no exista desconfianza en las instituciones.

En Estonia, el voto por internet se introdujo como medio adicional de votación en 2005 y gozó de confianza generalizada desde el inicio. Estonia es un país sin conflictos que goza de un elevado nivel de confianza en sus instituciones, y el voto electrónico se introdujo junto con un programa más amplio de digitalización de las instituciones. Ni siquiera los ataques masivos por parte de “hackers” contra la infraestructura digital del gobierno antes de los comicios de 2007 minaron esta confianza. En 2011 casi el 24 por ciento de los votos fueron emitidos en línea.

El voto electrónico es beneficioso cuando no existe confianza en el personal de las mesas de votación, pero sí en el organismo electoral. En cambio, cuando no hay confianza en el organismo electoral, la introducción de este sistema puede fácilmente ser objeto de rumores de manipulación y algunos de esos rumores pueden afectar los resultados de un proceso electoral.

Lograr que la sociedad acepte un cambio puede requerir de mucho tiempo, la confianza puede perderse con gran rapidez si existen problemas técnicos o divergencias políticas. Una solución de voto electrónico fallida o mal implementada puede impactar gravemente en la credibilidad de la democracia y de las instituciones.

* Bélgica, Bulgaria, Estonia, Brasil, EEUU, Venezuela, India, Filipinas y Emiratos Árabes Unidos.

** Dania Ravel Cuevas, Consejera Electoral del INE, en el foro “El futuro y fortalecimiento de la democracia en México” convocado por la Coalición Va por México, en el marco de los foros alternos de la reforma electoral

*** Una introducción al voto electrónico: Consideraciones esenciales. Serie de recursos sobre procesos electorales. Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral 2011.

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