JUEGO DE PALABRAS/ Las mujeres al poder no aseguran una agenda de género

YANETH TAMAYO ÁVALOS

SemMéxico, Querétaro, Querétaro. Basta de usar propaganda feminista solo para cuidar la imagen política. “Si es tiempo de las mujeres”, pero también es tiempo de cambiar su política conservadora y sus discursos misóginos.

En México, la presencia de las mujeres en la política ha sido un parteaguas en la democracia. La lucha por sus derechos políticos es un largo contínuum desde finales del siglo XIX.

Tan solo hace 69 años por primera vez una mujer ocupó un puesto a elección popular y tuvieron que transcurrir 37 años entre los congresos feministas de Yucatán en 1916 y el voto de las mujeres en 1953; 25 años entre la primera diputada federal en 1954 y la primera gobernadora, en 1979. Y entre ésta última y la irrupción de las mujeres en las Cámaras del Congreso de la Unión pasaron 33 años. *

En los últimos once años, las mujeres feministas han tenido que luchar contra el sistema político y social que demanda, solo de nosotras, el doble esfuerzo para demostrar nuestra capacidad de liderazgo y los resultados tangibles de la agenda de género. Como sí por el hecho de ser mujer bastara para transformar la estructura social y económica de un país.

Por ello, el proceso electoral que se avecina marcará el hito histórico en la política mexicana, ya que, por primera vez, dos mujeres contenderán por la presidencia y una de ellas gobernará México.

Hoy, más que nunca, la transición democrática pone en el centro de debate la participación de las mujeres. La disparidad numérica en la totalidad de los puestos de elección popular alcanzará el equilibrio.

Y la gran interrogante será: ¿Las mujeres que gobiernen garantizarán la agenda de género? O por lo menos ¿Serán la escalera para que más mujeres brillantes intervengan en los asuntos públicos? ¿Diremos que las faldas pueden ser crueles?.

Romantizar un gobierno de mujeres puede llevar a un desencanto

La intervención de las mujeres feministas, en la lucha por la democracia electoral, ha sido crucial en la forma de participar, hacer política y legislar.

Su participación y trabajo se ha manifestado en la introducción de acciones afirmativas. Tan solo en el ámbito político-electoral, muchas mujeres se han beneficiado aun sin tener un pensamiento feminista o un compromiso con la agenda de género.

Lo cual, desde un aspecto meramente simbólico y numérico, ha favorecido a una mayor participación de mujeres en espacios de decisión, que de cierta forma ha equilibrado la balanza democrática entre géneros.

Si bien las reivindicaciones feministas pasaron a ser demandas sociales y tuvieron un proceso de contagio social que se tradujeron en la implementación de políticas públicas a favor de los derechos de las mujeres.

Lo cierto es que para que sucediera, tuvieron que mediar procesos de información, capacitación y negociación con mujeres políticas y funcionarias públicas, que hasta hoy en día presentan resistencia a la implementación de la agenda de género.

Como dijera Marta Lamas, tener cuerpo de mujer no garantiza un pensamiento feminista, ni un compromiso con las mujeres.

Y muestra de ello, son las legislaturas de la paridad, en donde se podría pensar que el simple hecho de tener 50% de mujeres en los Congresos ha favorecido de manera real las políticas públicas y programas encaminados a conseguir efectivas condiciones de igualdad sustantiva entre mujeres y hombres.

Con esto no quiero decir que no existan mujeres que, tanto en la política como en la administración pública, estén luchando a favor de las mexicanas. Claro que las hay.

Pero no podemos negar las realidades en materia de violencia contra las mujeres, así como la falta de legislación en materia de responsabilidades familiares, sistema de cuidados, libertad y autonomía de las mujeres, entre otros derechos, los cuales han sido los principales flagelos de los últimos dos gobiernos.

Romantizar la idea de que el simple hecho de que una mujer gobierne o incida en el ámbito público, bastará para transformar la realidad social y jurídica de las mujeres, es un velo de ilusión que nos impedirá dar pasos largos.

Es importante que haya mujeres haciendo política y es válido que cada una de ellas lo hagan desde varias ideologías y posturas, pues desde la diversidad se nutre el debate.

Sin embargo, es imprescindible que cada una adopte la agenda de género, pues ellas no solo representan un partido o una ideología política, su representación tiene origen en las necesidades de las mujeres que conforman más de la mitad de la población.

Y no es que legislen solo para las mujeres, sino que lo hagan desde una perspectiva de género transversal que beneficie de forma igualitaria a ambos sexos.

Cada candidata debe tener en cuenta que los puestos de representación y poder que van a ocupar, fueron posibles gracias a la lucha de mujeres que siguen cuestionando y modificando el sistema político excluyente para garantizar los derechos de todas las mujeres mexicanas.

El no asumir la agenda de género, representa la invisibilización de la lucha por los derechos de las mujeres y la exclusión de estas en el ámbito público.

Como ciudadanía, debemos exigir que cada candidato, y en especial cada candidata que pretendan asumir un puesto de elección popular o de toma de decisión, suscriban la agenda de género, no solo por congruencia política, sino porque es un deber constitucional e internacional.

*https://www.te.gob.mx/sites/default/files/contigo_aprendi.pdf

www.entresemana.mx

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