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YANETH ANGÉLICA TAMAYO ÁVALOS
SemMéxico, Querétaro, Querétaro. La violencia contra las mujeres y las niñas sigue siendo una de las violaciones de los derechos humanos más extendidas y generalizadas del mundo. Se calcula que, a nivel global, 736 millones de mujeres -casi una de cada tres- han sido víctimas de violencia física y/o sexual al menos una vez en su vida.*
En México, el 70.1% de las mujeres han sufrido al menos un incidente de violencia psicológica, económica, física, sexual o discriminación a lo largo de su vida en al menos un ámbito y ejercida por cualquier agresor.
De este porcentaje, el 51.6% es por violencia psicológica, el 49.7% por violencia sexual, el 34.7% por violencia física y el 27.4% restante por violencia económica o patrimonial o discriminación en el trabajo, según datos de la ENDIREH 2021.
Ahora bien, estas cifras sin duda han cambiado en el transcurso de los últimos años, ya que tan solo los casos por feminicidios y los cuales no aparecen en la encuesta han aumentado.
Desde enero del presente año, se han cometido 625 feminicidios en el país, de acuerdo con datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), de los cuales 58 son feminicidios cometidos en menores de 17 años (registros de REDIM); así mismo, el SNSP indica que a nivel nacional se han atendido 257,317 llamadas de auxilio relacionadas con incidentes de violencia contra las mujeres por razón de género.**
Estos datos confirman que año con año, la violencia de género sigue siendo un fenómeno escalable y normalizado; en especial, porque la mayoría de las incidencias ocurren en el ámbito familiar, en donde, adolescentes, infantes y mujeres son las potenciales víctimas.
El hecho de convivir con sus agresores les obstaculiza el contacto con redes de apoyo, que les impiden denunciar y resguardarse en lugares más seguros.
Dichas situaciones se han sostenido por fuerzas económicas e instituciones sociales, que se expresan con intimidación, coerción y violencia física, pero también por la dominación que se ejerce sobre la víctima con su consentimiento o su complicidad, lo que impide que las personas violentadas se reconozcan como tal y esto último es lo que origina que la violencia de género escale.
Pero además, la falta de compromiso y sensibilización con la que el Estado ha tratado los temas de inclusión, igualdad y violencia de género, ha producido una cifra elevada de impunidad.
Por ejemplo, no todos los delitos denunciados e investigados llegan a obtener una resolución o sentencia.
Del total de averiguaciones previas o carpetas de investigación iniciadas por delitos de violencia de género contra las mujeres, solo el 11.6 % llegan hacer conocidas por un juez, lo cual asegura la impunidad en al menos 88.3% de los delitos denunciados.
En conjunto con lo anterior, el estigma y la revictimización por la cual suelen pasar las mujeres denunciantes ha contribuido a la inaccesibilidad de justicia.
Generando desde la responsabilidad Estatal, una invisibilización del resto de agresiones que no son percibidas por el sistema de justicia penal, ya sea porque no son delitos o porque son delitos no denunciados; y por otro, la invisibilización de obstáculos estructurales —en función del género— que enfrentan las mujeres al denunciar.
Como resultado de esa visión de impunidad que se define en exclusiva como ausencia de castigo, no sólo hay una medición inexacta de la totalidad de violencias que afectan a las mujeres en México, sino que ese diagnóstico punitivo y parcial es el que dicta las políticas públicas pensadas para disminuir tanto la impunidad como la violencia contra las mujeres. ***
De hecho, la CIDH y la CEDAW en reiteradas ocasiones han manifestado que la impunidad creada y propiciada por el Estado mexicano se ha sustentado y legitimado por su cultura de discriminación, en donde han provocado que los delitos contra las mujeres no sean percibidos como un problema de magnitud importante.
Lo que ha ocasionado una ineficacia judicial frente a casos de violencia contra mujeres, propiciando un ambiente de impunidad que ha facilitado y promovido la repetición de los hechos de violencia en general.
Por ello, es importante que a través del marco de los 16 días de activismo, contra la violencia de género, se visibilice la violencia y se movilice a la sociedad y al Estado con la finalidad de recodarles que cada persona tiene una función que desempeñar para lograr que se deje de tolerar la violencia de género. Al luchar por los derechos de la mujer se protegen también los derechos humanos en su conjunto.
https://www.un.org/es/observances/ending-violence-against-women-day
*** https://equis.org.mx/wp-content/uploads/2020/05/Informe_Impunidad_Y_Violencia.pdf
