>> La iniciativa se ha topado con las críticas y la resistencia de los ciudadanos
TOKIO, Japón, 22 de julio (almomento.mx/entresemana.mx). El regulador nuclear de Japón autorizó un plan para liberar en el océano Pacífico aguas residuales radiactivas de la central nuclear de Fukushima Daiichi, a casi once años del desastre provocado por un fuerte terremoto y un tsunami en la zona. El proyecto causó una gran controversia entre los ciudadanos.
El proyecto ha sido adoptado por el Gobierno de Japón y respaldado por la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA), pero el operador de la planta, Tokyo Electric Power Company Holdings Inc. (TEPCO), aún debe convencer a las comunidades locales para seguir adelante.
El plan consiste en verter -de forma paulatina- al océano Pacífico más de un millón de toneladas de agua contaminada con tritio, un radionucleido que no puede ser eliminado por las tecnologías actuales, pero cuya dilución en el mar ya se practica en Japón y en el extranjero.
Este líquido radioactivo proviene de la lluvia, aguas subterráneas o inyecciones de agua necesarias para enfriar los núcleos de varios reactores de la central nuclear de Fukushima, los cuales se fusionaron debido al tsunami del 11 de marzo de 2011. Se verterán a través de un túnel submarino.
Las aguas residuales contaminadas se almacenan en más de mil tanques ubicados alrededor de la central; se esperan que alcancen su capacidad el próximo año y se prevé que el largo proceso de vertido en el Océano Pacífico dure varias décadas.
Según los expertos, el tritio solo es peligroso para los humanos en dosis muy concentradas, situación a priori excluida en caso de que se produzca una liberación en el mar a lo largo de varias décadas, tal y como prevé TEPCO. Además, el OIEA también cree que el proyecto “no causará daños al medio ambiente”.
Se tiene previsto iniciar la operación en la primavera de 2023, tras la construcción de un conducto submarino para transportar el agua tritiada a aproximadamente un kilómetro de la costa.
Pero el operador todavía tiene que obtener las autorizaciones previas del Departamento de Fukushima y los municipios cercanos a la planta, al mismo tiempo que está tratando de disipar las preocupaciones de los pescadores locales, por temor a las consecuencias negativas sobre la reputación de su pescado.
El proyecto también fue criticado por China y Corea del Sur, así como por organizaciones ambientales como Greenpeace. “Si Japón sigue poniendo sus propios intereses por encima del interés general internacional, si insiste en dar (este) paso peligroso, definitivamente pagará el precio de su comportamiento irresponsable“, afirmó el portavoz del Ministerio de Exteriores chino, Wang Wenbin