FRANCISCO RODRÍGUEZ
Por los trascendidos del war room de Claudia Sheinbaum, el riesgo de que Andrés Manuel López Obrador ejerza su ya languideciente poder en el próximo sexenio es inexistente.
En su fuero interno, pero también porque ya lo ha externado frente a algunos de sus más cercanos colaboradores, la candidata presidencial triunfante ya está “¡hasta la madre!” de la guía, los consejos, las indicaciones y hasta las órdenes de AMLO que ha recibido, un día y otro también, durante los últimos años, pero sobre todo en el periodo de la precampaña y la campaña electoral.
Incluso ahora cuando la obliga a recorrer a su lado el territorio nacional con el baladí pretexto de una supuesta supervisión a los sistemas de salud.
Sheinbaum ya se siente y sabe empoderada.
Y no sólo porque recibió cinco millones de votos más que aquellos que fueron depositados en las urnas en favor de quien ya muy pronto será su antecesor.
También por la etiqueta histórica de que ella será la primera mujer que, tras 200 años de presidencialismo, ostente la jefatura del Estado y el gobierno mexicanos. Y ni más ni menos, la primera comandante de las Fuerzas Armadas.
La propia Sheinbaum ha brindado muestras de cambios radicales al actual status quo. Sus ofertas de reconciliación, de respeto a las libertades y de diálogo con las minorías, entre otras, contrastan diametralmente con la polarización y las críticas, mentiras y amenazas en contra de opositores, empresarios, periodistas e integrantes de las clases medias que, desde su atril de las matinés político-embusteras-insultantes, lanza AMLO todos los días.
Si López Obrador ya tiene “¡hasta la madre!” a Claudia Sheinbaum…
… imagínese usted como nos tiene a todos nosotros.
¿Cambio gatopardiano?
Andrés Manuel López Obrador siempre se ha escudado en el cuidado que dice tener de la investidura presidencial.
Pero ¿qué cuida AMLO de su investidura?, si ésta se ha ido ensuciando, desgastando y hasta desgarrado al paso de los meses, de los escándalos, de los abusos de poder y aún de las ocurrencias y, más que nada, por las corruptelas de los cuatroteros, sus propios familiares incluidos.
Tras ese cobarde parapeto, el del cuidado de la investidura presidencial, López Obrador no ha enfrentado directamente los muchos y variados problemas que hay en el país: inseguridad; deficientes servicios de salud, educación, vivienda; protestas sociales de todo tipo…
… e incluso ha ordenado que se impida el acceso público a las áreas turísticas del Palacio Nacional, lo que no sucedía en sexenios pasados…
… y, lo peor, ha mandado a poner enormes vallas metálicas alrededor del edificio histórico, para resguardarse de los reclamantes a quienes, como dijo Carlos Salinas de Gortari, “ni los ve ni los oye”.
De Sheinbaum se espera apertura. Que no se esconda tras los muros de su oficina ejecutiva; que no rehúya ni postergue los muchos temas que requieren atención urgente, inmediata; que verdaderamente escuche y no haga oídos sordos a los reclamos.
Que el cambio anunciado no sea como el descrito por Giuseppe Tomasi di Lampedusa en Il Gattopardo: que todo cambie, para que todo quede como estaba, palabras más, palabras menos.
La banda presidencial
El símbolo de la investidura presidencial es la banda tricolor con el águila bordada al centro que, al tomar posesión, cruzan sobre su pecho quienes se sentarán en La Silla los seis años siguientes.
Como ya he comentado con usted en alguna ocasión, cada Jefe del Ejecutivo Federal llega a su ceremonia de toma de posesión con su propia banda presidencial.
A través de un enviado se le hace llegar a quien pronto dejará las jefaturas de Estado y de Gobierno, ya para que sea él –o quien en ese momento presida la sesión solemne del Congreso de la Unión– quien la coloque sobre el pecho del sucesor.
Dirá usted que quizá esta tradición forma parte de un protocolo añejo.
O que el saliente se la quiere llevar a su casa para ornar su egoteca.
Y no faltará quien afirme que no es sino una mera superstición.
Algo hay de “ambas tres” versiones, jejeje.
Aunque, en realidad, el cambio de banda presidencial se lleva a cabo porque la del antecesor ya no está en condiciones mínimamente presentables.
Su portador la ha desgastado, la ha hecho jirones muchas veces.
Para no irnos tan lejos en el tiempo, veamos como ejemplo la que Carlos Salinas le regaló a Rosario Robles como souvenir…
… y la que Ernesto Zedillo se llevó a su residencia en New Haven, Connecticut, que quedó muy pero muy manchada, luego de que su portador convirtiera los errores, raterías y las deudas de los neobanqueros del salinismo en deuda pública que todos los mexicanos acabaremos de pagar hasta dentro de unos 70 años…
… y que se sumará a lo que tendremos que cubrir con nuestros impuestos por los fraudes de la Estafa Maestra peñista, el de Segalmex en este sexenio –entre otros muchos más–, y el de la enorme deuda contratada por AMLO.
Por eso es que ya estamos “¡hasta la madre!”.
Y Claudia Sheinbaum, también.
Indicios
En entrevista con Carmen Aristegui, el coordinador del equipo de transición de la próxima Presidente de México, Juan Ramón de la Fuente, definió este jueves en cuatro palabras lo que veremos a partir del primer día de octubre en la relación Sheinbaum – AMLO: “Ni ruptura ni sumisión”. * * * En el mismo programa radiofónico, el especialista en temas electorales Jorge Alcocer hizo notar que la candidata presidencial triunfante no ha hecho ninguna alusión al tema de la sobrerrepresentación de la Coalición Morena-PVEM-PT en San Lázaro, contrastando con la sucia intervención del gobierno de AMLO, quien con resultados preliminares incompletos envió a su secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, a mostrar unas triunfantes cartulinas en las que se les asignaba a los cuatroteros 243 diputados para Morena, 48 para el Partido del Trabajo y 74 para el Partido Verde Ecologista de México. Esa sobrerrepresentación “es la desproporción o distorsión que se puede presentar en el régimen de representación política en el Poder Legislativo entre el número de espacios existentes y el número de habitantes representados en cierto tipo de extensión territorial, con efectos negativos en el criterio de igualdad individual de los votos”, de acuerdo con el Sistema de Información Legislativa. * * * Y por hoy es todo. Mi invariable reconocimiento a usted por haber leído este texto. Como siempre, le deseo, ¡buenas gracias y muchos, muchos días!