FRANCISCO RODRÍGUEZ
Decía Nicolás Malebranche que la imaginación es la loca de la casa. Así que imaginemos la siguiente escena, este lunes 17 de junio, a las 6 de la mañana, en Palacio Nacional.
El “caudillo” echa humo por la nariz. Más que enojado, está rabioso. Arrinconado en una esquina, asustado y con los ojos más abiertos que de costumbre, Mario Delgado recibe el reclamo y la andanada de epítetos nada agradables.
¿Se equivocaron las encuestas? Morena no pudo alcanzar la aprobación popular a la reforma judicial, con la que Andrés Manuel López Obrador pretende que la 4T se haga del control de la Suprema Corte de Justicia, de los Tribunales y de los Juzgados federales.
El enojo, el encabronamiento popular se impuso a los deseos malsanos del aspirante a dictador. La falta de empleos. La carestía. Las promesas no cumplidas. El accidente del Metro. Los miles de muertos por la pandemia. La violencia desatada. Los nulos apoyos a pequeños y medianos empresarios creadores de fuentes de trabajo. Los insultos a estos, a aquellos y a los otros. Y las mentiras. Sobre todo, las mentiras.
Me dice un amigo que, en caso de que ayer hubiese perdido su apuesta por el control del Poder Judicial, de tan enojado, de tan furioso, AMLO “incendiaría Pemex, como incendió los pozos petroleros en Tabasco”.
Pero no. No es un moderno Nerón. Porque, la verdad, nunca quemó pozos petroleros, como le inventaron. Sólo encabezó bloqueos a las instalaciones de la que entonces era paraestatal –en 1996– como parte de las protestas para exigir indemnizaciones a más de 40 mil campesinos y pescadores que se sentían afectados por las actividades de Pemex en Tabasco.
Y enojado, esta mañana, sale furioso al Salón Tesorería de Palacio Nacional a decir sandeces en la matiné embustera-político-musical de rigor. “El pueblo bueno y sabio opinó en las encuestas mandadas a levantar por él y por su virtual sucesora, Claudia Sheinbaum, que no es sano para la salud de la República darle en la madre a los equilibrios del poder. Por eso se le nota la frustración, mientras arrastra su derrota.
Su furia traerá consecuencias más graves que aquellas que podrían haberse dado si Morena hubiese ganado las encuestas.
La Marea Rosa no lo ahogó
La realidad es peor que lo imaginado. Porque AMLO no sabe qué hacer con el Estado para servirse del Estado. No sabe qué pasa, y eso es lo que le pasa. No están bien aprendidas las primeras lecciones de la Historia, ni siquiera las primeras letras del funcionamiento del poder, la esencia del mando. El mundo nos observa perplejo, desconcertado.
Los personajes chuscos sólo florecen ahí donde hay ineptitud, ignorancia y desolación ideológica y existencial. Él dice que es guiado por el principio de la no violencia, como Gandhi, como Mandela, como las mujeres que han luchado por la justicia de manera pacífica. Que no cree en la fuerza bruta, que es pacifista. La realidad lo desmiente a cada paso que da.
“No somos iguales, dice, nosotros venimos de una lucha de muchos años en favor siempre de la justicia y en contra de la represión, están buscando por todos los medios que caigamos en una provocación…somos humanistas”, alega en sus peroratas matutinas, única vocería del gobierno tipo Tepetitán.
Y, ya encarrerado, desde el Instituto para Distraer al Pueblo de lo No Logrado, o sea desde las infames matinés palaciegas, un enfebrecido de poder que busca a como dé lugar la permanencia en el poder más allá del término de su sexenio, suelta la clásica mamarrachada: “la primera manifestación en mi contra de cien mil personas, más la pérdida de apoyo en las encuestas, me voy a Palenque, ni siquiera espero la revocación del mandato. Tengo principios e ideales”, dijo antes de que la llamada Marea Rosa lo arrasara. Obviamente, no cumplió.
¿Para dónde disparamos?
Otra vez el mandatario miente, así fueran un millón de manifestantes en su contra seguirá amenazando, atacando y conjurando la realidad, porque eso es lo que siempre hace, tener sus propios datos y en base a ellos, mentir, engañar, traicionar y ahora victimizarse.
Haya ganado o haya perdido siempre se le ve cariacontecido, se ve fracasado y cercado por sus fantasmas de Palacio. Atemorizado porque sabe que ya no puede seguir asustando con el petate personal del muerto, que la gente sabe que ha llegado al límite de la cordura, que ya no tiene nada qué ofrecer, excepto lástima y algo de conmiseración.
Para los chairos incrédulos, esta fue la muestra que faltaba para convencerse de que siguen frenéticos a un atolondrado.
Para los ejércitos apapachados y soliviantados, una rara prueba de templanza o de paciencia.
¿Y sí es en serio qué hacemos?, se preguntan los beneficiarios verde olivo entorchados.
¿Para dónde disparamos?
El solitito de Palacio
La depresión, que es económica entre la población, y personal en el “caudillo”, se mezcla con la angustia, hace un extraño coctel con la incapacidad de mando, la desobediencia de las tropas de a pie, el mutismo cómplice de la alta burocracia agachona. Se apodera de los sensatos el desconcierto. No saben que el que trae los mecates no siempre es el dueño del burro.
Los fríos silencios, las altas y húmedas paredes, los ecos asfixiantes de Palacio Nacional producen efectos delirantes, los patios vacíos, los pánicos escénicos de los mártires de la Historia no son compañeros a modo de un ambicioso vulgar, el solitito de Palacio.
Sólo atizan la soledad no acompañada, exacerban los sentidos, revuelven y torturan la imaginación, atrapan en el delirio a quien se encuentra aislado, sometido a la atención sultanesca de más de cien ujieres personales, solícitos, bien pagados y obsequiosos. El monarca de la República bananera.
Con el mismo afán que perseguía una bala fría que lo convirtiera en inmortal, ahora busca una manifestación como esas que reprime y esquirolea, como la última ratio de sus despropósitos. Antes de que aparezca en la boleta de la consulta popular para enjuiciarlo, antes de recibir la boleta del encarcelamiento, mejor pone la vara muy bajita.
Le pedimos demasiado
Pero no deja de hacer daño. Aniquiló los fideicomisos para que no haya fondos para desastres, para que no haya promoción y defensa de la cultura.
El colmo: como “los científicos” apoyaron a Porfirio Díaz, mueran la ciencia y la investigación científica. No sabe que lo de “los científicos” porfiristas era un apodo, un remoquete del vulgo.
Destruye todo para tener recursos para su trenecito chu-chú, para la refinería sepultada por el agua de Dos Bocas, para el despilfarro soldadesco de Santa Lucía. Después de ésos, sus caprichos, lo demás no existe. Punto pelota. Los únicos rebotes que existen son los de su mente ñoña.
¿Apuesta a que nadie pueda convocar a una manifestación de cien mil o a que el Ejército evitará que se junten? ¿Confía en que los encuestadores prefieran seguir cobrando sus favores en Palacio? Porque esa vara está al ras del suelo, y las multitudes puestas. Harán volar las ilusiones de Claudia Sheinbaum.
Se salvarán medio millón de muertos más por coronavirus, se salvarán otro medio millón de ejecutados por el narcotráfico, se salvarán los presupuestos para el campo y se sorteará la hambruna inminente. Se salvaría la sensatez y la cordura. Si respetara la apuesta, sería la primera vez que honraría la intuición y la lógica, características de los homínidos, las que precisamente nos distinguen de los primates. Es demasiado pedir.
¡No lo merecemos!
Por esa cabeza atolondrada pasa la desesperación de Maximiliano, el Habsburgo que desde Palacio ve como lo abandonan los batallones zuavos, retirados ¿A dónde llegaremos?
por Napoleón III y su consorte, Eugenia de Montijo.
Por esa cabeza descocada pasa el fantasma de Carlota, la emperatriz que perdió la razón y terminó internada en Miramar y en el Château Bouchout. Pasan las angustias de Madero y Pino Suárez, recluidos y sentenciados en Palacio por El Chacal Victoriano Huerta…
… pasa Calles protestando porque “este pinche país no lo merece” y ordena la matanza de Huitzilac. Pasan los pálpitos de El Nopalito, los gritos enardecidos de los cien mil apoyadores de la expropiación petrolera y los otros cien mil que apoyaron la estatización bancaria de López Portillo. Todo lo aprisiona.
Los fantasmas de Palacio Nacional son demasiados para un hombrecillo inflado y ambicioso. A él es al que espían, el presidente más criticado por el pueblo, aunque se considere el mejor de todos los tiempos en su salón personal de la fama. ¡Pinche México, no lo merece!
Los próceres terminan haciendo mella en el hombrecillo solitito
Las arengas de los próceres, los lamentos de los mártires, los arrepentimientos de los extraviados terminan haciendo mella en el agitado torbellino del hombrecillo solitito.
Mentiras, patrañas, cuchufletas, chanfles y mamarrachadas.
¿Hasta dónde llegaremos?
Indicios
«El PRD, hay que decirlo con toda franqueza, ya como tal no es opción nacional para la sociedad actual», dijo el último dirigente nacional del Partido de la Revolución Democrática al sepultar frente a Nueva Izquierda los restos del organismo. A nivel regional lograron 68 alcaldías, dos senadurías de primera minoría y un distrito federal, además de que en 14 entidades podrán mantener el registro local. «Ese PRD que construimos hace 35 años ya no existe más como tal, pero sigue vivo, hay que decirlo, el entusiasmo y la convicción de seguir luchando por una democracia hoy amenazada y una patria para todas y todos», expresó Jesús Zambrano conmovido, con vivas al partido, a México y a la democracia., mientras lanzaba la última paletada de tierra sobre el cadáver. RIP, PRD. * * * Y por hoy es todo. Reconozco su paciencia por haber leído hasta aquí. Como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!