ÍNDICE POLÍTICO/ ¿Quién manda aquí? ¿AMLO? ¿Claudia?

FRANCISCO RODRÍGUEZ

El tan celebrado arribo de una mujer a la Presidencia de la República ha sido un simple intercambio de los papeles de poder. No se ha dado desde la perspectiva de la abolición del patriarcado en la política mexicana. Todo indica que es un hombre quien tiene las riendas del poder.

Y es que ha sido reveladora la disputa al interior de la bancada guinda en el Senado de la República, donde se ha puesto al descubierto una lucha de fuerzas entre el expresidente Andrés Manuel López Obrador y la Presidente formal Claudia Sheinbaum.

Y AMLO va ganando, porque es evidente que él mantiene comunicación directa con “su” pastor de la borregada morenista en la Cámara Alta Adán López y que, a través de este, forzó la ilegítima integración de Rosario Piedra a la terna de entre quienes se elegirá a la titular de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, aun en contra de la voluntad de su sucesora, a quien él mismo impuso. Ya se demostró que Piedra no es capaz, que es parcial a la 4T y, por si fuera poco, que recurre a la falsificación de apoyos.

Tener a la junior de doña Rosario Ibarra encabezando una vez más a la CNDH es todo un despropósito, aunque el expresidente siga considerando que es una especie de pago post mortem a quien algunos consideran fue una luchadora social que, eso sí, acompañó siempre al tabasqueño en sus aventuras electorales.

Según trascendidos, Sheinbaum quiere que Nashieli Ramírez sea quien encabece a la Comisión, lo cual tampoco es una garantía de que pudiera estar del lado de los gobernados y no del gobierno, pero AMLO volvió a atravesársele tal y como lo ha hecho desde la conformación del actual gabinete presidencial, ya que ella sólo pudo colar a seis de los 22 titulares de secretarías del Despacho…

… lo mismo que a los liderazgos de las bancadas guindas en el Congreso de la Unión, pese a que ella quería a Alfonso Ramírez Cuellar al frente de la Cámara de Diputados…

… y hasta en las posiciones de mando del Movimiento de Regeneración Nacional, en donde el tabasqueño asignó en los cargos más importantes a su muy querida Luisa María Alcalde y a su hijo Andy López Beltrán.

Se ha filtrado, incluso, que muchos de los burócratas se niegan a presentar sus renuncias para que los nuevos titulares de las dependencias administrativas empleen a sus propios equipos “porque AMLO los puso ahí”, dando a entender que sólo él los puede quitar de las nóminas.

Sucede lo mismo con la mayoría de los diputados, senadores, alcaldes y gobernadores a quienes López Obrador –y no una encuesta ni una tómbola– les dio las candidaturas para que accedieran a sus respectivas parcelitas de poder.

Entonces ¿quién carajos manda aquí?

¿Quién usufructúa el Poder Ejecutivo Federal?

¿Será éste ya el séptimo año del “sexenio” de López Obrador y no el primero de Sheinbaum Pardo?

 

Chantaje a los opositores

 

Hace algunos años, un político priísta me confesó que “en cada una de las dos legislaturas federales que acompañaron a Enrique Peña Nieto durante su mandato, el ahora expresidente recompensaba a los diputados priístas con un bono anual de tres millones de pesos cada mes de diciembre”.

De los senadores del tricolor que lo custodiaron y que, como los diputados, aprobaron todo lo que el jefe de la mafia aquí bautizada como tolucopachucracia les enviaba para que, también, no le “cambiaran ni una coma” no tengo la cifra. Pero ya se imaginará las cantidades, quizá más abultadas, dado que los pastoreaba el muy impresentable Emilio Gamboa Patrón, quien en su carrera “política” amasó una de las más grandes fortunas de las que se tenga registro en los anales de la “grilla” totonaca.

Aún no se si Andrés Manuel López Obrador también ha “comprado” los votos de sus bancadas en las Cámaras o si las borregadas morenistas le aprueban todas las iniciativas, no obstante que estas sean descabelladas o hasta anticonstitucionales, sólo por lo que ellos mal entienden como “lealtad” al proyecto de la 4T.

De lo que sí estoy cierto, y hay múltiples constancias, es de que él y sus operadores –destacadamente Adán López–, emplean el chantaje para conseguir sus fines, tal y como lo hacen los criminales de más baja estofa.

En su momento, este otro López también tabasqueño, operando como titular de Gobernación, chantajeó a Alejandro Moreno Cárdenas, entonces diputado federal y hoy todavía presidente del CEN del PRI.

Con la participación de la folclórica gobernadora de Campeche, Layda Sansores y de “su” ahora exfiscal Renato Sales Heredia, los amloístas exhibieron reales o supuestas grabaciones atribuidas al también exgobernador campechano, y consiguieron de éste la ampliación hasta 2028 de la presencia militar en las calles de nuestro país… sólo para que los de verde olivo hacer rondines y, presumo, abracen y consientan a los “señores” delincuentes mejor organizados.

Pero no fue el único caso.

Otro chantajeado –y empinado– fue Rubén Moreira, ex gobernador de Coahuila y en la actualidad repetidor como coordinador de la menguada fracción priísta en la Cámara de Diputados.

Bastó con el simple hecho de que un juez federal en el estado de Coahuila vinculara a proceso por peculado y uso ilícito de atribuciones y facultades a Ismael Eugenio Ramos Flores, exsecretario de Finanzas del estado durante la administración de Moreira, para que éste se doblara y, junto con Moreno Cárdenas, le hicieran la tarea que le faltaba a López Obrador.

Los chantajes a los Yunes, al senador emecista campechano de cuyo nombre no queda ni registro, a la expriísta Cynthia López Castro… han sido ostensibles, entre otros.

Y tal puede ser sólo la punta de la madeja que de un escándalo que debió haber escalado desde hace años:

 

Segundas manos de AMLO

 

Claudia Sheinbaum ya debe actuar como Presidente de la República, pues sólo funge y hasta finge que lo es.

“Claudia está contenta siendo vicepresidente, ella no quiere ser Presidente. Ella se conforma con ser vicepresidente porque quien sigue teniendo los hilos de poder es López Obrador”, dijo hace unos días el vocero del Frente Cívico Nacional Guadalupe Acosta Naranjo.

Y tiene razón. Ella ha actuado como las segundas manos de AMLO en la destrucción o demolición del Poder Judicial…

… ella ha convalidado en sus “mañaneras” del pueblo idénticas políticas, secciones y hasta formato de sus encuentros diarios con representantes de los medios de comunicación…

… ella lo sigue llamando “Presidente”, aunque ya no lo es…

… ella sigue atendiendo sus diarias llamadas telefónicas que, en ocasiones, pueden ser dos o hasta tres…

… si no es que hasta mantienen encuentros en el “depa” de Palacio Nacional que, según varias versiones, él no ha desocupado para vigilar de cerca que sus planes y propósitos para México sigan los lineamientos del Foro de Sao Paulo para convertirse ya de plano en ota nación latinoamericana en la que el narcosocialismo del siglo XXI haga de las suyas.

Hacia allá vamos.

Con la complicidad y complacencia de la “vicepresidente” Claudia Sheinbaum en su papel de segundas manos de López Obrador.

Y sí. El que manda es AMLO.

A menos que ella consiga que el Senado no nombre a Rosario Piedra para un segundo terrible periodo al frente de la CNDH, que al fin y al cabo uno de los lineamientos del ahora llamado Grupo Puebla es que a los derechos humanos se les considere “un invento del neoliberalismo”, como aquí dijo el multicitado y omnipresente López Obrador.

 

Indicios

 

Una prueba irrefutable de que Adán López y Ricardo Monreal acuerdan directamente con AMLO fue la iniciativa original de la (mal) llamada supremacía constitucional –supremacía de los morenistas, en realidad– modificada, “rasurada” por la señora Sheinbaum, tras enterarse de que contemplaba la derogación de las dos fracciones adicionadas al Artículo Primero de la Carta Magna el 10 de junio de 2011 y que a la letra aún señalan: “Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia.” Y “todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la ley.” Al día siguiente de que dicha reforma fue dada a conocer, en su conferencia matutina prácticamente les ordenó que dejaran intacto el primer precepto de nuestra Ley Suprema, con lo que demostró no estar de acuerdo en todo con López Obrador. * * * Por hoy es todo. Le agradezco y reconozco que haya leído hasta aquí este Índice Político. Como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!

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