FRANCISCO RODRÍGUEZ. La famosa frase de Adolphe Thiers “el rey reina, pero no gobierna” se convirtió en un eslogan clásico de las monarquías parlamentarias, después de que su autor la utilizara en el siglo XIX para destruir a Carlos X de Francia, cuyas tendencias absolutistas concluyeron con su destronamiento.
Sin que la nuestra sea una monarquía y menos aún una democracia parlamentaria, aquí vivimos ahora la experiencia de un presidencialismo exacerbado, donde el Presidente de la República tampoco gobierna.
Él concentra todos los poderes. Lo mismo se entromete en los fallos del Judicial, regaña a jueces, tiene sus propios ministros en la Corta, que ordena al Legislativo que a sus iniciativas no se les cambie siguiera una coma.
En el Ejecutivo él lo es todo. Igual funge como secretario de Agricultura que como titular de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes. Él lo sabe todo. Y si no… se lo saca de la chistera o, en dos palabras, lo inventa.
Sus creencias personalísimas sobre todos los temas se convierten en ukases, por tan sólo haber sido pronunciadas en las llamadas “mañaneras”
¡Ay de aquél o de aquellos que lo contradigan o, mínimo, lo critiquen! Todo lo toma a personal.
Pero todo ese poder, todas esas facultades concentradas en ese individuo, sirven para pura… o, en otros términos, para lo mismo que se le unta al queso: nada.
Él preside, pero no gobierna.
Y sigue en campaña electoral
Él es su partido político. O, bueno, el remedo de partido político que aún es Morena.
Y los candidatos se eligen de acuerdo con el método más exacto que en sociología y ciencias políticas pueda existir: lo que dice su dedito.
Así que, como está en campaña desde el inicio del Siglo XXI, y ahora no sólo para su beneficio, incluso por los candidatos de su Movimiento a cargos de elección o, como ahora, para su “ratificación” en el mando, rehúye las tareas más simples de la Administración Pública. No le da tiempo para más.
No hay licitaciones para obras y servicios, por ejemplo, porque a él se le hace engorroso, tardado, ¡un fastidio! Por eso casi el 90% de los contratos del gobiernito con la iniciativa privada son por adjudicación directa. Lo peor es que, como siempre ha sucedido con las administraciones federales surgidas del PRI, del PAN, del PRD y de Movimiento Ciudadano, esas contrataciones son para ciertos empresarios.
Él ondea una bandera blanca y ¡zaz! se acabó la corrupción.
Decreta que la pandemia está controlada y, en su febril imaginación, así sucede.
Dice que en sus tres años en La Silla no ha habido matanzas… cuando en realidad se han multiplicado porque, según sus entendederas, es producto de su política de “abrazos, no balazos”.
Anuncia la inauguración de sus mega obras y, pobres de aquellos que no tengan todo listo para que se cumpla en tiempo y forma. Aunque sean militares.
Y mientras, el país se desmorona porque no hay gobierno.
Él preside, pero no gobierna.
¡Es el “caudillo”!
¿No cree usted?
Indicios
Apenas le comentaba a usted de la diplomacia estadounidense aplicada a nuestro país, la del consabido policía bueno y el policía malo, cuando los gringos se endurecieron con respecto a la contrarreforma en materia de electricidad. Ken Salazar, el embajador de Joe Biden, primero halagó a los líderes camerales del partido en el poder, incluso le dio la razón al titular del Ejecutivo en querer cambiar una legislación que apenas tiene pocos años de haber sido promulgada. Y apenas la tarde del martes soltó el zarpazo: La contrarreforma Bartlett, resumo, privilegia “tecnologías más sucias, anticuadas y caras sobre alternativas renovables eficientes, pondría en desventaja tanto a consumidores como a la economía en general”. Reveló, además, que no es la primera vez que funcionarios de Estados Unidos se lo dicen a los de acá. Lo de John Kerry lo comentaremos más adelante. Él sí que es el malo de Malolandia. * * * ¡Bendita ley electoral! Dará a las audiencias dos o más horas diarias de paz, pues aquellas que transmitan las “mañaneras” hasta antes del 10 de abril se harán acreedoras a multas cuantiosas. Lex dura, dura lex: la ley es dura, pero es la ley. * * * Por hoy es todo. Le deseo un grandioso e inolvidable fin de semana y, como siempre, ¡buenas gracias y muchas, muchas noches!