FRANCISCO RODRÍGUEZ
«La mujer de piedra» es una leyenda popular en Zacatecas. Relata cómo una madre, tras perder a su hijo, visitaba su tumba cada noche en el Panteón de Herrera hasta que se convirtió en una estatua de piedra abrazando la sepultura.
Según Donald Trump , no sólo la presidenta formal Claudia Sheinbaum , su gabinete y los cargos que han sido electos bajo el membrete de Morena “están petrificados” y hasta son cómplices de los narcos y demás distinguidos miembros de la delincuencia organizada. Que les tienen miedo, pavor, pánico.
Y eso sucedió unas pocas horas en el que la inquilina de AMLO en Palacio Nacional prácticamente exoneraba a Adán López por la protección que ha brindado al ahora prófugo Hernán Bermúdez , quien al mismo tiempo que fungía como titular de la policía tabasqueña, también lideraba a la banda “La Barredora”, ligada al Cartel Jalisco Nueva Generación.
¿Complicidades? Son obvias.
Por es que, a diferencia de la legendaria madre transformada en material pétreo, la receptora de solo una parte de la herencia de López Obrador –el resto está repartido entre quienes siguen colaborando con él y para él desde los tres poderes y los tres niveles de gobierno– no llora abrazando un sepulcro sino ante los escombros de un régimen que quiso y no pudo ser.
Y aún así, como las piedras que no escuchan y menos entienden, Sheinbaum, como inamovible y gigantesca roca, no reacciona como se lo exigen las circunstancias. Saca a relucir supuestos valores, principios, convicciones, soberanía y otras subjetividades más.
No entiende o no quiere entender que lo que le exigen los vecinos del norte es que rompe lazos de complicidad de los políticos con los delincuentes.
Para la 4T Trump es un riesgo
Porque no es la primera vez que ya como inquilino de la Casa Blanca Trump lanza ese tipo de advertencias nada veladas, cuatro previas a las de este miércoles.
¿La quinta será la vencida?
Mire usted, desde antes de las elecciones que lo llevaron por segunda ocasión al encargo presidencial, la revista The Economist publicó un reportaje titulado “El equipo de Trump debate: ‘¿Qué tanto deberíamos invadir México?’”.
El texto, breve pero contundente, revelaba los entretelones de las conversaciones que, según fuentes cercanas, tuvieron lugar en las oficinas de Mar-A-Lago durante los primeros compases de la transición presidencial. Entrevistados media docena de asesores del recién electo, la pregunta central del debate no era si debían cruzar la frontera militarmente, sino hasta dónde hacerlo y con qué intensidad.
El semanario británico también creó el Índice de Riesgo Trump que, como su nombre lo sugiere, buscaba identificar el grado de peligro para la seguridad de la UE que corría cada país ante una potencial victoria del ahora mandatario estadounidense.
Para visualizar dicho Índice , la revista propuso un mapa. Dependiendo del país y del riesgo, se asignaba un matiz distinto de rojo: bermellón, escarlata, carmesí. A mayor nivel de riesgo, el rojo se iba volviendo más oscuro. Los países que entraron en el top ten, fueron pintados de un rojo casi caoba. A México se le asignó el color negro. El único que mereció tal privilegio. Con 71 puntos sobre 100, México era, según The Economist , el país con peores posibilidades de salir intacto del “efecto Trump”.
Y así sucede ahora, sin que aquí se tomará ninguna providencia. Antes el contrario, porque las piedras no escuchan; no entienden.
Los inamovibles roca, menos.
En política, lo que parece es
No sólo lo anterior, el análisis mencionado advertía que la economía, la estabilidad política y la seguridad interna de México enfrentanban una amenaza conjunta, casi inédita, bajo la sombra de un segundo mandato de Trump (y otro más de López Obrador).
Esta perspectiva, lejos de ser una simple especulación, era respaldada por cifras y tendencias recientes, que mostraban cómo cualquier decisión en la Casa Blanca podía tener repercusiones inmediatas en el sur del Río Bravo.
El Índice de Riesgo Trump permanece como un severo recordatorio: en el actual ciclo internacional, México ocupa el epicentro de la incertidumbre, pintado de negro en el tablero global.
Y esa negra envuelve hoy a la señora Sheinbaum quien sí parece estar “petrificada”, temerosa cada ocasión que sale de Palacio Nacional o, incluso, cuando después de su cansina conferencia propagandística tiene que regresar al despacho.
En política, sentenciaba don Jesús Reyes Heroles , lo que parece es.
Y durante seis años no sólo parecía sino que se evidenciaba la complicidad de Morena con los cárteles y hasta con la desorganizada delincuencia. Y esa complicidad se tornó en impunidad ante cientos de asesinatos, decenas de masacres, secuestros y millas, millones de extorsiones, al tiempo que los capos hacían prosperar sus exportaciones de todo tipo de opioides y los guindas se apoderaban con ellos al lado de municipios, estados, y escaños legislativos.
¿Por qué no escucha a la sociedad mexicana la Presidente formal?
¿A qué obedecer que no oiga los gritos de las viudas, de los huérfanos, de quienes a diario son saqueados o extorsionados?
¿Qué compromisos con la delincuencia deben respetar por órdenes de quien la convirtió, aparentemente, en la primera mujer Presidenta de México?
¿Por qué no oye los reclamos de Trump y de varios miembros de su gabinete, lo mismo que de legisladores que le gritan desde Washington?
¿También es cómplice?
Atribuyen a Vincent Van Gogh haber dicho que cuando un ciego (AMLO) guía a otro ciego (Sheinbaum), los dos tropiezan con la misma piedra: Trump.
Indicios
En respuesta a las recientes declaraciones del presidente estadounidense Donald Trump, quien acusó a los cárteles de tener “un control muy fuerte sobre México”, la mandataria mexicana prepara un informe para autoridades estadounidenses, resaltando avances en seguridad y reducción de delitos. “Será un documento breve, quizás un video, que muestre con claridad lo que estamos haciendo todos los días para garantizar la paz, la seguridad y para frenar el cruce de drogas a Estados Unidos, por un asunto incluso de la humanidad”. Cuando finalmente esté listo, lo enviaré a la Casa Blanca y al Capitolio de EU. * * * Reciba mi reconocimiento por haber leído hasta aquí. Como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!