FRANCISCO RODRÍGUEZ
La economía mexicana necesita generar, a partir de ya, dos millones de empleos formales cada año.
Para ello, necesita instaurar de inmediato un ambiente de confianza, estabilidad política y laboral que gire en torno de un estado social y democrático de Derecho que garantice la libertad y el imperio de la ley.
Sin estas condiciones, lo anterior es prácticamente imposible.
No hay país más quebrado que aquél que no tiene la confianza de la gente para salir adelante.
Y hoy, aquí, la economía tiende a la ruina mientras esté en el poder el enemigo principal de la seguridad, la salud, le educación, la innovación, el desarrollo y el progreso.
Ya ni su nombre le digo, porque usted bien sabe que es Andrés Manuel López Obrador.
Nadie sabe a qué se refiere el aprendiz de dictador cuando masculla sus invectivas.
Seguramente se equivoca de país.
¡Y todo por no estudiar!
Con la diferencia de un treinta por ciento de los votos, ese energúmeno que promueve las masacres de mexicanos, ha querido establecer para siempre un pensamiento único, un afán de mando dictatorial que no acepta jamás equivocarse, porque hay quienes siguen atizando esa farsa de apoyo popular para que sea el alma de la nación. ¡Nada más falso hay que eso!
Muerta, la iniciativa privada
Junto con los 170 mil mexicanos asesinados y los 800 mil muertos por abandono estatal durante la pandemia, ha muerto también la iniciativa privada.
Si de cada diez pesos invertidos para crecer, siete correspondían a lo que aportaban los empresarios y el emprendedor privado, desde ahora puede sostenerse con el mayor grado de certeza que eso ya no sucederá.
Han triunfado, gracias al polarizador de la República, el asesinato, el secuestro, el soborno, la amenaza y la complicidad con los criminales.
En el entorno internacional ya se perdió la confianza en apoyar a un régimen sangriento y vengativo, a una suerte de mandarín empeñado en el fracaso.
¡Es un mamarracho que destruye miserablemente las bases de la identidad nacional!
México ¿caricatura sangrienta?
El país está al borde de un torbellino vano, inaudito, inmerecido.
Llegó la hora de recuperar la ética, la dignidad, la integridad y el decoro.
Gobernar con sinceridad para apegarse a la Constitución, respetar las leyes y hacer respetar al país ante las demás naciones del mundo que hoy nos miran con desdén como si fuésemos una caricatura indolente y sangrienta.
Más que nunca, se requiere voluntad política, sentido común, manejo imperturbable, riendas firmes, darle a cada quien lo suyo.
Si no lo hacemos pronto, la violencia, el asesinato de la población, la carnicería en la que se ha convertido el paisaje mexicano, la inseguridad ordinaria, el saqueo de las riquezas públicas, la sumisión y el abandono de las responsabilidades reducirán a la indefensión a 130 millones de habitantes.
En este panorama de derrumbe de valores, de apetito de poder sin límites, de ambición malsana de prevalecer a costa de los demás, eliminando al contrario, desapareciendo al adversario, utilizando las armas para garantizar la impunidad, irrumpió la esperanza de Xóchitl Gálvez.
Nuestro anhelo está en riesgo
El objetivo que la población le ha confiado a la senadora hidalguense no es otro que lograr la victoria electoral y devolverle la confianza en las instituciones y en un gobierno honrado y competente, no una pandilla de rufianes como la que ejerce y corrompe el poder desde hace ya varios sexenios. Principalmente el actual.
Para lograrlo, lo primero que debe hacer la candidata del Frente Amplio por México es una limpia a fondo de su equipo de campaña.
Tiene demasiados cuadros valiosos que podrían ayudarla a atender con mayor eficiencia a todas las organizaciones civiles que se acercan para aportar votos y experiencias.
Son ya demasiados los errores cometidos en la coordinación de campaña o como sea que se llame la serie de viajes dentro y fuera del país.
Todavía hay tiempo de corregirlos, sustituyendo a los más endebles.
De no hacerlo pronto, la esperanza puede diluirse.
¿No cree usted?
2 de octubre: ¡No se olvida!
Lo he escrito en otras ocasiones:
Cuatro fueron los pasos que en la segunda mitad del siglo anterior dimos los mexicanos para avanzar a la categoría de sociedad y dejar de ser “pueblo”, cual aparecíamos despectivamente en la vieja oratoria de los “grillos” y gobernantes priístas redivivos por la 4T.
El primero de esos pasos, sin duda, fue el de la conciencia política. Y arrancó a partir del 2 de octubre de 1968, cuando la fuerza represora del aparato estatal fue brutalmente lanzada en contra de los jóvenes que entonces comenzaban a vivir en carne propia –a partir de un pleito estudiantil sofocado a golpes, en las vecindades de una escuela privada y otra oficial cercanas a La Ciudadela capitalina– del agotamiento del modelo del desarrollo estabilizador y, por ende, del inicio del ensanchamiento de la brecha que separa a los pobres de los ricos.
Se vivía entonces el encarcelamiento de líderes sociales, la represión de la que habían sido víctimas los médicos y, antes, los ferrocarrileros. Los de Valentín Campa, Demetrio Vallejo, y hasta el de Siqueiros eran nombres proscritos.
Hoy hasta han sido traicionados por López Obrador.
Los delitos de disolución social e incitación a la rebelión de aplicaban en contra de cualquiera que se atreviera a disentir, a hablar, a escribir, incluso a pintar estallaron la tarde de aquella fecha.
Los otros tres pasos fueron avanzados en 1976, cuando con la devaluación echeverrista cobramos conciencia de la fragilidad económica
En 1985, al revivir la conciencia social y solidaria tras el terremoto de aquel otro fatídico 19 de septiembre.
Y para cerrar el siglo, en el 2000, cuando la sociedad adquirió la fuerza suficiente para sacar al PRI de Los Pinos… aunque luego nos hayamos arrepentido de eso.
Indicios
Claudia Sheinbaum dice ser de izquierda, cualquier cosa que ella entienda por izquierda, porque su actuación como fruncionaria pública ha sido más bien una réplica exacta del autoritarismo que favorece el enriquecimiento de las élites políticas y empresariales de su “jefe” AMLO. No. No es de izquierda, pero sí es radical. Quienes la vieron actuar y hablar en el movimiento del CEU, allá por 1986 -1987, la recuerdan extremista. Por eso su presencia en el Grupo de Puebla, arropada por los expresidentes Ernesto Samper (Colombia), Evo Morales (Bolivia), Rafael Correa (Ecuador), Manuel Zelaya (Honduras), Leonel Fernández (República Dominicana) y José Luis Rodríguez Zapatero (España) debe encender las luces rojas de alerta. * * * ¡Ah!, por cierto. Con más datos producto de un análisis a profundidad, el investigador Guillermo Sheridan confirma que la ex jefa del gobierno de CDMX y “corcholata favorecida” ¡sí plagió una muy buena parte de su tesis para graduarse como “científica”! * * * Las masas femeninas no’más no aprenden. No les bastó la trágica experiencia que vivió el país el sexenio pasado, encabezado por “el carita” Enrique Peña Nieto, quien tras la fachada nada traía en la cabeza. Ahora las mujeres lanzan alaridos y gritos, similares que aquellos que escuchó EPN en sus mejores momentos, a Omar García Harfuch a quien, de idéntica forma, tampoco le sube agua al tinaco, de acuerdo a las últimas entrevistas periodísticas en las que ha participado. * * * Y ya sólo faltan 364 días para que finalice este desventurado sexenio. * * * Por hoy es todo. Le deseo, como siempre, ¡buenas gracias y muchos, muchos días!