FRANCISCO RODRÍGUEZ
La única razón de ser del Estado –que no es otra que la seguridad para sus habitantes– se ha convertido en un arma del gobiernito de Andrés Manuel López Obrador en contra de la población, debido a su estrategia de abrazos a los delincuentes.
A diario hay un centenar de asesinatos, en promedio, miles de extorsiones, cientos de asaltos, decenas de secuestros y “levantones” … la población no vive en paz.
Su impericia e indolencia han hecho de la seguridad un negocio para cuerpos policíacos de todos los niveles e, incluso, para no pocos elementos de las Fuerzas Armadas. Hay que decirlo con lamento.
Lo mismo pretende hacer ahora con la administración de justicia, dejándola en manos del poderosísimo factor de poder que es el crimen organizado, dejando en manos de los capos y hasta de los sicarios la postulación de candidaturas de los juzgadores, como AMLO intenta hacer con su tan traída y llevada reforma al Poder Judicial Federal. servicio del “caudillo”.
Busca, además, que los niveles de sumisión de los aparatos de justicia y de seguridad de este país, cada vez se parezcan más a los que actuaban en Haití en favor de Papá Doc, François Duvalier, para permitir las sarracinas y las imposiciones del viejo dictador y las asombrosas masacres de sus Tontons Macoutes.
Los más lúcidos analistas opinan, aunque López Obrador diga “y ellos por qué se meten”, que una dictadura personal, un reemplazo militar, la escisión del país, estallidos sociales o implosión política en medio del crimen organizado son las posibilidades que tenemos ante la amenaza de la restauración de la dictadura porfirista.
Pero el aprendiz de dictador sigue lanzando amenazas de guerra desde el púlpito personal de sus matinés político-embusteras-vengativas-musicales. Nadie lo detiene. Un loco maneja a su capricho la justicia y la seguridad selectivas.
Ya las declaraciones de guerra son contra él mismo. No tiene fondo ni cerca, igual que su favorito Salgado Macedonio. Son del mismo barro.
No sólo una, sino en varias ocasiones, AMLO ha enderezado críticas a los integrantes del Poder Judicial que, en algunos casos, han sido consideradas verdaderas embestidas en contra de los jueces, magistrados y aún ministros de la Suprema Corte. Nada extraña es la actitud de quien pronto dejará el Palacio Nacional quien, a tono con la mediocridad imperante, culpa a la judicatura en lugar de asumir su responsabilidad en el fracaso –uno entre muchos– de su ya perdida estrategia de abrazos al narcotráfico y la delincuencia mejor organizada que su gobiernito.
Sheinbaum, mismo proyecto
Lo peor es que su virtual sucesora le sigue la corriente. Claudia Sheinbaum anunció que impulsará una reforma para que los jueces sean elegidos mediante el voto ciudadano, tomando como referencia un país sudamericano donde esta práctica ya es una realidad.
Desde el 2011, Bolivia se convirtió en la única nación del continente en la que los jueces y ministros son designados mediante un proceso de elección popular.
Esta reforma, impulsada durante el gobierno de Evo Morales –uno de los líderes del movimiento bolivariano que vinieron a arroparla el 2 de junio– buscaba democratizar el acceso a la justicia y combatir la corrupción en el Poder Judicial. No resultó así.
Aunque la elección por voto pretendía fortalecer la democracia y la transparencia en la justicia boliviana, han surgido casos preocupantes de corrupción que han cuestionado su efectividad.
Uno de los casos más notorios fue el de Richard Choque Flores, un feminicida que fue liberado de prisión domiciliaria y reincidió en su delito. Las investigaciones revelaron un entramado de corrupción donde varios jueces estaban implicados.
A pesar de la intención inicial de democratizar la justicia, el sistema de elección por voto no ha logrado eliminar la corrupción en el ámbito judicial boliviano. Los críticos argumentan que este método ha sido vulnerado por la influencia de las autoridades y la falta de independencia.
Ante esto, en Bolivia han surgido nuevas propuestas para reformar nuevamente el Poder Judicial y restaurar la confianza de la ciudadanía en la justicia. En 2022, el Consejo de la Magistratura destituyó a varios jueces por su implicación en actos de corrupción.
La experiencia boliviana ofrece lecciones importantes para países como México que buscan modificar sus sistemas judiciales. La elección por voto puede democratizar el acceso a la justicia, pero requiere un diseño cuidadoso y medidas efectivas contra la corrupción para ser exitoso.
En México, la propuesta de Sheinbaum busca transformar el sistema judicial, pero deberá enfrentar desafíos similares a los de Bolivia para garantizar la independencia y la integridad del Poder Judicial.
Encuestas, teledirigidas
En su necedad, López Obrador ha recurrido en este y otros casos al torpe recurso de la descalificación genérica que resulta mucho más lamentable cuando procede de quien ocupa la Presidencia de la República –gracias, precisamente, al fallo de un Tribunal– y que debiera hallarse habituado a un ejercicio más racional de la crítica.
Tal deslegitimación constante de una institución clave en el Estado de Derecho como es el Poder Judicial, lejos de fortalecerla, produce unos efectos sobre su credibilidad que son de costosa y difícil reparación.
Esa constante repetición de epítetos en contra de los juzgadores dio frutos en los resultados de las cuestionables que Morena y Sheinbaum mandaron a levantar el reciente fin de semana.
Y no, no es que no haya que criticar el proceder de algunos de los miembros de la judicatura. La crítica es legítima. Pero lo es, desde el respeto indiscutible de la libertad de expresión, invariablemente rebasados por algunos políticos, AMLO a la cabe de ellos, quienes sobrepasan sus límites y hacen graves ofensas personales a miembros de la judicatura con lo que, superados determinados límites, manosean los umbrales de lo punible: la calumnia y la injuria.
Cuando se reacciona ante las críticas, es por la gravedad de estas. Y eso también es legítimo.
El poder judicial, de otra parte, debe admitir las críticas sobre el contenido de sus resoluciones, pero esas críticas también deben ofrecer un planteamiento jurídico alternativo. Lo que no se admite es que se desacredite a la institución con argumentos que no son jurídicos, sino que responden a posicionamientos ideológicos o, en el caso del tabasqueño, a berrinches, frustraciones y enojos. O, lo peor, a indicaciones del Foro de Sao Paulo.
Y sí, hay críticas que deben enderezarse al Poder Judicial.
La primera, por la percepción general que tiene la ciudadanía respecto a jueces, magistrados y ministros, incluso respecto de la Administración de justicia, sobre su lejanía con la sociedad.
Muy lejana, sí, y perversamente politizada, amén de excesivamente endogámica y corporativa.
Pareciera que el Poder Judicial se ha vacunado y no se ha dejado permear por la democracia como ha ocurrido, en mayor o menor medida, con el Poder Legislativo. Es refractario a la sensibilidad social, incluso se vanaglorian de ello. Parecen una casta conservadora y, reitero, endogámica, llena de hermanos y parientes.
Y eso parte del mismo proceso de formación y selección.
Venganza Vs. juzgadores
Durante mucho tiempo los mexicanos acatamos sin oponernos lo que emanaba de una suerte de santísima trinidad omnipotente: el cura, el maestro, el soldado.
El juez estaba un escalón más arriba: pues media vida dependía de una sola decisión suya. O la vida entera.
Los maestros saben bien cómo ha dado la vuelta esa tortilla. Son hoy un colectivo cuestionado por las familias hasta extremos, a veces, de difícil comprensión o de nula justificación.
La Iglesia ha manifestado en alguna ocasión que sus efectivos se sienten perseguidos.
Del Ejército podría decirse que, desde que Felipe Calderón los sacó de los cuarteles, el ciudadano ya sabe con quién está hablando.
¿Y los jueces? ¿Qué ocurre con ellos?
Atacados. Bajo la mira de la escopeta del vengativo aprendiz de dictador.
Indicios
Reformar al Poder Judicial es “la misión más importante de sus vidas”, dijo el dirigente de Morena, Mario Delgado a los legisladores que tomarán posesión de sus escaños y curules el próximo primer día de septiembre. «Se preguntan qué vamos a hacer con la mayoría. A quienes les gustó el FOBAPROA, el aumento de impuestos, los gasolinazos, las pensiones a expresidentes y los presupuestos plagados de privilegios y de moches, pues se van a quedar con las ganas. Porque la mayoría del pueblo, como ya se hizo desde 2018 al 2021, impulsará reformas en beneficio del pueblo de México. Tienen ustedes ahora una serie de iniciativas que nuestra presidenta, junto con ustedes, fijará los tiempos y prioridades, pero son reformas que tienen el apoyo del pueblo de México, como ayer lo presentó nuestra presidenta electa, con las encuestas, resultado del ejercicio que se hizo para conocer la opinión del pueblo de México sobre la reforma al Poder Judicial. Tienen ante ustedes, con este término, la misión más importante de sus vidas, convertirse en los constituyentes del segundo piso de la Cuarta Transformación en beneficio del pueblo de México». Habrá, empero, quienes los califiquen como traidores a la democracia. * * * Y por hoy es todo. Mi reconocimiento para usted por haber leído hasta aquí. Y como siempre le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!